El experto que propone incluir parte de América Latina en los planes de crecimiento económico de EE.UU.
Richard Feinberg, profesor de política económica internacional en la Universidad de California San Diego y exfuncionario de la Casa Blanca, defiende en una entrevista con BBC Mundo su idea de expandir políticas domésticas de EE.UU. a sus vecinos del sur.
Entre tantas diferencias que la política hacia América Latina del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, tiene con la de su antecesor Donald Trump, asoma una semejanza: la migración es prioridad.
El objetivo de EE.UU. sigue siendo reducir el flujo irregular de personas que entran al país; Trump lo intentó con amenazas y medidas severas, Biden promete abordar las causas de la emigración en Centroamérica, como la pobreza, la violencia o la corrupción.
Pero algunos analistas observan que Washington carece todavía de una estrategia más amplia hacia su vecindario del sur, que incluya iniciativas económicas, comerciales o incluso sanitarias ante la pandemia de covid-19.
En este contexto, Richard Feinberg, un profesor de política económica internacional en la Universidad de California San Diego, lanza una idea audaz: que EE.UU. incluya a los países de la cuenca del Caribe en su plan económico doméstico.
Esto significaría sumar desde México hasta Centroamérica y Colombia a las iniciativas de Biden para mejorar la infraestructura, digitalización, enseñanza y entrenamiento laboral de EE.UU., explica en una entrevista Feinberg, quien dirigió los asuntos interamericanos en el Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca durante el gobierno de Bill Clinton (1993- 1996).
Lo que sigue es una síntesis de la charla, traducida y editada para mayor claridad, con este experto que también trabajó en los departamentos de Estado y Tesoro de EE.UU. y recientemente publicó su propuesta en el Centro Wilson de Washington:
Su propuesta probablemente refleja la idea de que algo debe cambiar en la forma como EE.UU. ve a América Latina…
El gobierno de Biden apenas está comenzando. El problema es que a la región no le está yendo lo suficientemente bien.
No soy de los que dicen que todos los problemas de América Latina se deben al fracaso de la política exterior de EE.UU. Los países deben asumir la responsabilidad de sus propias historias.
Ahora bien, EE.UU. tiene interés, como cualquier gran potencia, en países de su exterior cercano.
Europa occidental se ocupa de Europa del este, China del sudeste asiático, en el sentido de que ven que sus destinos están inevitablemente entrelazados por la geopolítica. Eso redunda en el interés de las grandes potencias en promover la prosperidad económica y estabilidad política.
Lo que recomiendo es una serie de políticas que fomenten el trabajo con países de Centroamérica y el Caribe, tanto de interés de EE.UU. como de la región: más crecimiento económico distribuido más equitativamente e instituciones más fuertes, vibrantes y democráticas.
¿No está haciendo eso EE.UU.?
El gobierno de Biden apenas lleva 100 días, es muy pronto.
Lo que ha sugerido es un programa de asistencia exterior más o menos tradicional a los países del Triángulo del Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador) de unos US$4.000 millones en cuatro años. Por supuesto, tienen que definir qué es lo que van a pedir y pasar por el Congreso.
El gobierno de Biden está de acuerdo con muchos análisis académicos que dicen que el principal problema en el Triángulo del Norte y en otros países en desarrollo tiene que ver con la calidad del gobierno: no representa bien la población, las instituciones son débiles, no pueden implementar políticas y una gran cantidad de dinero desaparece en los bolsillos de funcionarios y políticos corruptos.
El gobierno de Biden quiere centrarse más en esos problemas.
Yo podría estar de acuerdo, pero no creo que eso sea suficiente dada la profundidad de los problemas que vemos en algunos de los países de la región.
Entonces, sugiero un enfoque completamente diferente.
La administración Biden está lanzando toda una serie de iniciativas extremadamente ambiciosas en la economía y la sociedad doméstica.
Pero el análisis que hace el gobierno de Biden es muy similar al que se puede hacer en la cuenca del Caribe: hay problemas de infraestructura, digitalización, capacitación laboral, salud, educación y también violencia urbana.
Son problemas que se ven tanto en EE.UU. como en los países de la cuenca del Caribe.
¿Y qué propone?
Lo que propongo es que el gobierno tome muchos de los programas que se están diseñando principalmente para la economía doméstica y los extienda por toda la cuenca del Caribe.
Por ejemplo, el gobierno ya ha dicho que muchos programas que tienen que ver con el cambio climático y las energías limpias también deberían aplicarse a la cuenca del Caribe, para tratar de alejar a los países de los hidrocarburos, invertir más en fuentes de energía limpia.
Eso también es cierto para la digitalización. Centroamérica y el Caribe han avanzado drásticamente en términos de acceso a internet, pero queda mucho camino por recorrer a menudo en pueblos más pequeños de las zonas rurales, como pasa en EE.UU.
De manera similar en infraestructura: carreteras, puertos, aeropuertos… Tal como estamos haciendo en EE.UU., podríamos ayudar a financiar proyectos en Centroamérica y el Caribe.
En última instancia, se necesita inversión y crecimiento para respaldar buenos programas sociales y el gasto del sector público.
El gobierno ha abogado por centros de innovación o centros de tecnología que ayudaría a financiar en EE.UU. Y esto está relacionado con el tema de las cadenas de suministro: las corporaciones estadounidenses se han vuelto muy globales en sus políticas de abastecimiento.
Muchas de las empresas estadounidenses han ubicado sus instalaciones de producción en Asia, particularmente en China. Descubrimos a lo largo de los años que eso creaba ciertas vulnerabilidades.
La administración Biden dice que le gustaría ver trasladar algunas de esas cadenas de suministro desde Asia a EE.UU. Pero en la mayoría de los casos eso no sucedería porque no somos competitivos a nivel de costos en ciertas líneas de producción.
Lo que planteo es que algunos de estos centros también pueden estar ubicados en Centroamérica y el Caribe, y que EE.UU. puede ayudar a financiar la infraestructura, trabajando con bancos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial, así como con inversionistas del sector privado, tanto internacionales como nacionales, para poner en funcionamiento esos centros.
Eso crearía un muchos más puestos de trabajo en la región, para entrelazar su economía con la de EE.UU.
¿A qué países se refiere exactamente cuando habla de la cuenca del Caribe?
Me refiero a Centroamérica, no sólo a la zona norte —que es en lo que se centra el gobierno de Biden por la inmigración— sino que incluiría a Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Y luego las islas del Caribe, Colombia, Venezuela que por supuesto es un caso especial pero es parte de la cuenca, y México.
¿Cómo sugiere financiar esta expansión de programas domésticos a la región cuando ya hay cuestionamientos a la forma en que el gobierno de Biden puede financiarlos a nivel nacional?
Si incluye los programas en un presupuesto de ayuda exterior, es muy difícil lograr que el Congreso los apruebe.
Por eso lo que sugiero es incluir los programas en estas grandes iniciativas domésticas. Biden ha abogado por US$2,7 billones en la iniciativa Build Back Better, también conocida como de inversión en empleos.
¿Cómo se pagarán? Hay básicamente dos fuentes: la suba de impuestos, que es lo que ha propuesto Biden, y la financiación del déficit. Como las tasas de interés están muy bajas, el gobierno puede emitir bonos con intereses modestos a futuro.
EE.UU. ya tiene un tratado de libre comercio con México y otro con Centroamérica más República Dominicana que liberalizó el comercio y los servicios. Pero eso no ayudó a disminuir el flujo migratorio, la violencia o la corrupción en la región. ¿Por qué una iniciativa como la que propone tendría un mejor resultado?
Estas diversas iniciativas comerciales han creado muchos puestos de trabajo en la región.
En la frontera entre EE.UU. y México hay algo así como 2 millones de mexicanos trabajando en maquilas o cadenas de suministro vinculadas en su mayor parte a empresas manufactureras estadounidenses.
Los acuerdos comerciales no pueden resolver todos los problemas. El hecho de que haya problemas de corrupción y desigualdad en México no es culpa del TLCAN, que hizo lo que se supone que debe hacer: aumentar los flujos de inversión comercial y crear más empleos en México.
De manera similar en Centroamérica. Hay unos 500.000 puestos de trabajo en la región que tal vez sustenten a 2,5 millones de centroamericanos solo en las cadenas de suministro. Eso es una contribución.
Usted cita el ejemplo de las maquiladoras y propone la creación de diferentes centros en la región para producir para el mercado estadounidense. ¿Cuál sería la diferencia entre estos centros y las fábricas creadas por los acuerdos de libre comercio que ahora se consideran símbolos de estándares laborales deficientes?
¿Quién las considera? Si fueras una mujer joven en Centroamérica con seis a nueve años de educación, estarías feliz de conseguir un trabajo en una de esas fábricas. Te lo digo por haber hablado con mucha gente allí.
Ahora, ¿podrían mejorar las condiciones? Sí, por supuesto. Lo que defiendo es que EE.UU. firme acuerdos sociales con los países anfitriones que incluyan protecciones para los derechos de los trabajadores, el medio ambiente y los derechos comunitarios.
Y habría una supervisión extensa: auditores nacionales e internacionales del cumplimiento de los acuerdos.
Otro de los grandes problemas de la región es la corrupción. ¿Cómo evitaría que cualquier inversión termine en los bolsillos de funcionarios?
Como requisito para estos acuerdos se podrían crear mecanismos de supervisión, que incluyan al gobierno de EE.UU., con agencias que tendrían sus oficinas en el terreno, de modo que haya total transparencia para limitar la corrupción.
No les voy a decir que la van a eliminar de la noche a la mañana. Pero se pueden poner en marcha mecanismos que brinden algunas garantías, y luego, con el tiempo, tratar de fortalecer las instituciones nacionales y la capacitación del personal.
Usted ha advertido que el plan de empleo estadounidense presentado por Biden para la política interna podría dañar las economías centroamericanas. ¿Por qué?
Eso es si se toma en serio la idea de querer que las empresas estadounidenses que abastecen sus cadenas de suministro desde fábricas en el extranjero regresen a EE.UU.
Hay alrededor de 500.000 empleos solo en Centroamérica y, si cada trabajador mantiene a una familia de cinco, son 2,5 millones de ciudadanos que potencialmente perderían sus trabajos e ingresos familiares.
Entonces, si llevo las políticas de Biden al extremo, traer todas las instalaciones de producción de vuelta a EE.UU. suena bien, parece ser lo que algunos estadounidenses quieren escuchar… si realmente lo hicieras, crearías una dislocación masiva en Centroamérica. El resultado se puede imaginar: una tremenda presión sobre gobiernos, inestabilidad y migración laboral.
¿Es su propuesta para América Latina también una forma de contrarrestar la creciente influencia de China en la región, en términos de comercio, préstamos y suministro de infraestructura?
Los funcionarios del gobierno de Trump recorrieron América Latina diciendo: "¡Cuidado con China, la inversión china es depredadora, solo quieren acumular grandes deudas, obtener influencia interna y destruir sus economías!".
Pero en América Latina la gente no entendió de qué hablaban. Los países necesitan inversión en infraestructura, flujos de capital, quieren más comercio. En general, la oportunidad de la economía china en la región se consideró positiva, no una amenaza.
La cantidad de actividad china en América Latina varía de un país a otro, pero no se debe exagerar. En comparación la presencia de EE.UU. en todos los ámbitos aún supera con creces la presencia china en la mayoría de los países.
Ahora, si EE.UU. quiere mantener su ventaja, creo que en lugar de hablar mal de los chinos, debemos poner más sobre la mesa nosotros mismos, de una manera más positiva y constructiva.
EE.UU. es una potencia asimétrica y cualquier plan económico que lance para la región, incluso con las mejores intenciones, podría correr el riesgo de ser más favorable a sus intereses que a los países más pobres y ser visto como un esfuerzo neocolonialista. ¿No es un desafío enorme?
Lo que propongo es que se firmen pactos sociales entre los gobiernos de la región y EE.UU. Serían acuerdos negociados, en los que los países anfitriones estarían en la mesa, así como las distintas entidades regionales, como Caricom (Comunidad del Caribe) diseñando estos programas.
Los programas que estoy sugiriendo beneficiarán a la persona promedio de clase trabajadora en Centroamérica y en el Caribe. Al garantizar los derechos de los trabajadores y la sustentabilidad ambiental y tratar de producir una mejor gobernanza, muchos de estos programas debilitarían los poderes de las viejas élites, las viejas clases altas, que están acusadas de explotar al hombre y mujer común de la región.
Por tanto, las clases altas podrían decir que esto es el neocolonialismo como excusa para intentar mantener su propio poder internamente. Pero sería solo una cortina de humo.
Ahora puedes recibir notificaciones de BBC Mundo. Descarga nuestra app y actívalas para no perderte nuestro mejor contenido.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí