Resuelven el caso de los jóvenes investigadores latinoamericanos asesinados en EE.UU. tras el presunto suicidio del sospechoso
La fiscalía del condado de Jackson dijo que el presunto homicida de Camila Behrensen y Pablo Guzmán-Palma murió en un caso de "asesinato-suicidio".
La fiscalía del condado de Jackson, en el estado de Misuri, EE.UU., dijo que la policía de Kansas City resolvió el caso de los homicidios de una joven argentina y un joven chileno, ocurridos el pasado 1 de octubre.
En un comunicado, la fiscalía destacó la labor del laboratorio de criminalística de la policía de Kansas City después de que hubiera logrado identificar a Kevin Ray Moore, de 42 años, como el culpable del doble homicidio de la argentina Camila Behrensen de 24 años y el chileno Pablo Guzmán-Palma, de 25.
El comunicado abre un nuevo misterio al revelar que "el sospechoso, Kevin Ray Moore, murió como parte de un asesinato-suicidio en el condado de Clay" y dijo que el caso continúa bajo investigación.
La fiscalía reveló que la policía usó "datos de teléfonos y de computadoras, videos de vigilancia, pruebas de balística y pruebas de ADN" para esclarecer el caso.
En el comunicado, la fiscalía también expresó sus "profundas condolencias" a los familiares y a los colegas de Behrensen y Guzmán-Palma, del Instituto Stowers para la investigación médica.
La otra víctima
De lo que aún no tienen claridad las autoridades es sobre las motivaciones que llevaron a Moore a hacer lo que hizo.
Tampoco se sabe por qué el cuerpo de Misty Brockman, una mujer de 40 años, apareció junto al del presunto asesino.
Medios locales en Kansas City entrevistaron a Isaac Crane, uno de los cinco hijos de la mujer, después de que la familia anunciara que iba a lanzar una página para recaudar fondos para ayudar a pagar los servicios funerarios.
"No quisiera que esto se viera simplemente como otra cosa que pasó. Espero que se le recuerde por sus éxitos y no por su tragedia", le dijo al canal de televisión local KCTV5.
Jóvenes prometedores
Nos quedaremos sin saber cuántas vidas pudieron haber salvado Camila Behrensen y Pablo Guzmán si hubieran continuado sus estudios.
Camila, oriunda de Buenos Aires, había estudiado biotecnología en Argentina y había llegado a EE.UU. con una beca. En el momento de su asesinato estaba estudiando los cambios metabólicos de las moscas de fruta.
Varios estudios se han centrado en analizar los rápidos cambios metabólicos de estos animales para entender mejor el procesamiento de los azúcares.
Nos quedaremos sin saber si Camila pudo haber ayudado a curar la diabetes.
También nos quedaremos sin saber si Pablo Guzmán hubiera sido quien lograra descifrar el secreto de cómo las estrellas de mar regeneran sus sistemas nerviosos, algo que hubiera podido ayudar a millones de personas con daños en la médula espinal o en el cerebro.
Pablo era de Santiago de Chile y estudió bioquímica en su país. Cuando lo asesinaron, estaba investigando el desarrollo del sistema nervioso de las estrellas de mar.
Desafortunadamente, nos quedaremos sin saber todo lo que estas dos promesas de la ciencia hubieran podido aportarle, con su talento, a la humanidad.
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