Nicholas Winton, el empresario que salvó a casi 700 niños judíos de morir en el Holocausto sacándolos en tren de Checoslovaquia
En 1938, un hombre logró coordinar todo un operativo para rescatar niños que estaban en la mira de los ocupantes nazis. Esta es su historia.
Al ver que las tropas de Adolf Hitler empezaban a ocupar la región norte de Checoslovaquia -conocida como los Sudetes- miles de familias judías salieron despavoridas hacia Praga, la capital. Sabían que no iban a estar a salvo por mucho tiempo, pero al menos podrían sobrevivir unas semanas más.
Para un número de familias, la salvación llegó gracias al plan del empresario británico Nicholas Winton: en 1938, Winton coordinó un operativo mediante el cual logró evacuar a 669 niños judíos de Checoslovaquia para situarlos en hogares sustitutos en Inglaterra.
Sus acciones han sido comparadas con las de Oskar Schindler, el ciudadano alemán que salvó la vida de al menos 1.200 judíos empleándolos en sus fábricas de Polonia y Checoslovaquia durante la guerra.
Pero a diferencia de la historia de Schindler, la de Winton permaneció en el olvido durante más de 50 años, y solo salió a la luz en 1988, cuando su esposa Grete compartió las listas que contenían los nombres de los niños que su esposo había rescatado medio siglo antes con una investigadora del Holocausto.
Hoy, la historia de cómo Winton logró realizar con éxito su acto de heroísmo, llega a la gran pantalla con Anthony Hopkins como protagonista en la película One Life.
El viaje de esquí que no fue
Nicholas Winton nació en 1909 en una familia de ascendencia judía que quería integrarse a la vida británica.
Cambiaron su apellido original, Wertheimer, a Winton y bautizaron a Nicholas en la iglesia anglicana.
A medida que la nube de la guerra se cernía sobre Europa, el constante contacto que Nicholas mantenía con sus familiares en varios países del continente le dio una perspectiva única de los efectos que la expansión nazi estaba teniendo sobre la población judía en Europa.
Fue por eso que en 1938 canceló un viaje de esquí que tenía programado en respuesta a una carta que recibió de su gran amigo, Martín Blake.
“Tengo una tarea muy interesante y necesito tu ayuda. No te preocupes en traer esquís”.
Blake escribía desde Praga, donde trabajaba para el comité británico de refugiados en Checoslovaquia. La invitación le abriría los ojos a Winton a una crisis humanitaria sin precedentes.
El plan
Cuando Winton llegó a Praga, vio cómo los campos de refugiados se llenaban con familias desplazadas por la guerra, forzadas a abandonar sus hogares en medio del gélido invierno. Las condiciones en las que vio llegara miles de personas lo llevaron a ingeniar un plan.
Siendo un ciudadano británico bien conectado en su país, Winton estaba convencido de que podía coordinar la evacuación de los refugiados más jóvenes a Reino Unido.
Winton y sus colegas Martin Blake y Doreen Warriner hicieron de un hotel en Praga su centro de operaciones y empezaron a tomar los datos de las familias que quisieran enviar a sus hijos a un sitio seguro.
De regreso en Londres, la tarea de Winton consistió en gestionar cientos de documentos que permitieran el ingreso a los niños al país, debido a las estrictas condiciones que el gobierno británico había puesto para permitir la entrada de menores vulnerables.
Además, Winton tendría que conseguir familias sustitutas para cada uno de los refugiados que no tuvieran familiares que los recibieran en Reino Unido.
En la mayoría de los casos, Winton tuvo que convencer a las familias que había contactado a través de anuncios que publicaba en el periódico, y también obtuvo la ayuda de los planes del gobierno británico de reubicar a los niños británicos de los centros urbanos, algo que había normalizado la idea de recibir refugiados en varias partes del país.
Durante 1939, Winton logró organizar la salida de ocho trenes desde Praga y salvar la vida a 669 niños, quienes como Ruth Halova -quien falleció en 2020, pero habló con la BBC en 2015-, pudieron sobrevivir a la guerra.
“Había una locomotora de vapor, y los viejos vagones estaban hechos con tablas de madera. Todos teníamos este letrero de cartón con un número que nos colgaba con una cuerda, y luego nos empujaban a los vagones”, le contó Halova a la BBC.
Agregó que estaban “emocionados” porque veían el viaje como una “aventura”, pero dijo que nunca había olvidado a los padres en la estación “y sus caras presionadas contra las ventanas, con lágrimas en los ojos”.
Durante la guerra, Halova tuvo que vivir con una familia británica que no hablaba checo, pero gracias a ellos tuvo la fortuna de encontrarse con su familia tras el fin del conflicto. Describió el reencuentro con su madre como “la respuesta a mis oraciones”.
Un noveno tren que estaba programado para salir de Praga nunca pudo llegar a su destino luego de que estallara la guerra: los 250 niños que iban a ir a bordo fallecieron luego en campos de concentración.
Los años posteriores
Durante 50 años, la historia de cómo el empresario británico Nicholas Winton le salvó la vida a 669 niños judíos durante la Segunda Guerra Mundial pasó prácticamente desapercibida.
Aunque hubo rumores de que Winton había mantenido la operación en secreto, él mismo le reveló en una entrevista al diario británico The Guardian que se la había mencionado en ocasiones a su esposa, pero sin darle mayor importancia.
Sería gracias a su esposa, y a su decisión de compartir la lista de los nombres de los niños que su esposo salvó con la investigadora Elisabeth Maxwell,que en 1988 Winton pudo ver el fruto de sus esfuerzos, cuando asistió a la grabación del programa de la BBC “That’s life” (Así es la vida).
La presentadora Esther Rantzen estaba ojeando un viejo libro, cuando de repente se detuvo en la lista con las fotos y nombres de los niños que lograron huir de Checoslovaquia gracias a los ocho trenes que Winton había organizado.
“Esta es Vera Gissing”, dijo Rantzen, mientras veía la foto en blanco y negro de una pequeña niña de unos 7 años. “Encontramos su nombre en la lista (de Winton). Vera Gissing está con nosotros esta noche y quisiera decirle que está sentada junto a Nicholas Winton”.
Winton miró con emoción a la mujer que estaba a su lado, y recibió un conmovedor abrazo que el hombre cerró quitándose una lágrima de detrás de los gruesos lentes que le enmarcaban el rostro. Acto seguido, se pusieron de pie un gran número de espectadores que Rantzen identificó como niños que habían sido rescatados por el empresario.
El público estalló en una ovación.
Winton fue condecorado por la reina Isabel II en 2003, y su hija reconstruyó su vida en el libro en el que se basa ahora la nueva película.
Pero a pesar de los reconocimientos, Winton - o Nicky, como lo llamaban sus amigos- se mantuvo con la firme convicción de que lo que había hecho no había sido “algo heróico”.
Algo que su hijo Nick reiteró luego del fallecimiento de su padre en 2015: “El mensaje de mi padre es el de animar a la gente para que marque la diferencia, en vez de esperar a que algo pase o esperar a que otra persona lo haga”.
“Es lo que trató de decirle a la gente en todos sus discursos y a través del libro que escribió mi hermana”.
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