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¿Dónde están los huracanes “perdidos” del Caribe?

A pesar de un inicio prometedor con el huracán Beryl, la temporada de huracanes 2024 ha sido notablemente tranquila, con solo tres tormentas tras un período de calma prolongado.

En abril y mayo de 2024, diversas universidades y agencias meteorológicas predijeron una temporada de huracanes activa en el Atlántico, con proyecciones de entre 15 y 25 tormentas nombradas, gracias a las temperaturas del mar cálidas que indicaban condiciones propicias. Sin embargo, a mediados de septiembre, durante el pico típico de la temporada de huracanes, solo se habían nombrado siete tormentas. Esto plantea la pregunta: ¿dónde están los huracanes “perdidos” en el Caribe?

Un inicio prometedor

La temporada de huracanes 2024 comenzó con fuerza, destacando el huracán Beryl, que tocó tierra en Carriacou, Granada, el 1 de julio. Este fue el huracán de categoría 5 más temprano registrado. Sin embargo, tras Beryl, se observó un periodo de calma, influenciado por una erupción de polvo del Sahara que secó el aire sobre el Atlántico tropical, impidiendo el desarrollo de nubes húmedas esenciales para la formación de huracanes. Aunque julio suele ser menos activo, se han registrado solo una tormenta nombrada en los últimos años.

En agosto, Beryl fue seguido por los huracanes Debby y Ernesto, pero entre el 13 de agosto y el 3 de septiembre no hubo ninguna tormenta nombrada, algo que solo había ocurrido una vez antes, en 1968.

El clima y los patrones inesperados

El clima del océano este año es tan cálido como el año anterior, que resultó en 20 tormentas nombradas, la cuarta temporada más activa registrada. Sin embargo, factores que inhibieron el desarrollo de huracanes no se anticiparon con precisión.

Entre junio y septiembre, África occidental experimenta típicamente un monzón que transporta aire húmedo del Golfo de Guinea hacia el norte, creando contrastes de temperatura que permiten la formación de un “jet” atmosférico en altura. De este jet, surgen “olas” conocidas como olas de este africano, que son responsables de crear condiciones para huracanes.

Cambios en las olas

Este año, un mar excepcionalmente cálido permitió que el aire húmedo llegara más al norte, provocando lluvias sin precedentes en el Sahara. Regiones como Chad han experimentado lluvias torrenciales, y lugares como Marruecos y Argelia sufrieron inundaciones. Esto resultó en que las olas de este africano emergieran al océano en zonas como Mauritania o el Sahara Occidental, donde el océano es más frío. Esta combinación de aire seco y fresco limita la energía necesaria para que las olas se conviertan en tormentas.

Si consideramos estas olas como las semillas de huracanes, este año se han plantado en un “suelo” poco adecuado, incapaces de obtener el calor y la humedad necesarios para desarrollarse.

Factores adicionales

Otros factores que han influido incluyen la Oscilación Madden-Julian, un patrón global de tiempo que se mueve alrededor del planeta y que ha estado en una fase que no favorece el desarrollo de ciclones tropicales. La atmósfera superior también ha estado demasiado cálida, y los vientos más fuertes de lo habitual han llevado a que algunos ciclones potenciales colapsen.

Proyecciones a futuro

Modelos climáticos avanzados sugieren que el monzón de África occidental podría volverse más húmedo y desplazarse más al norte en un clima en calentamiento, lo que podría resultar en temporadas de huracanes igualmente tranquilas en el futuro. Sin embargo, las proyecciones de lluvia en África son inciertas y requerirán más investigación para entender el impacto en el clima global.

A pesar de esta calma, el monzón podría regresar hacia el sur y las temperaturas del océano continúan aumentando, lo que podría crear las condiciones necesarias para la formación de tormentas. Los investigadores de la Universidad Estatal de Colorado han estimado un 50% de probabilidad de que la actividad huracanada vuelva a la normalidad en las próximas dos semanas.

Advertencias recientes

El Centro Nacional de Huracanes (NHC) ha emitido alertas sobre la formación de una tormenta en el Caribe, conocida como Ciclón Tropical Potencial Nueve, con una alta probabilidad de formación. Este sistema se encuentra en el noroeste del Mar Caribe y podría evolucionar a medida que las condiciones en la región se vuelvan más favorables.

Artículo original publicado en The Conversation

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