Tensión comercial entre China y Estados Unidos persisten pese a renovación de acuerdo científico
La renovación del acuerdo ocurre mientras el expresidente Donald Trump, quien busca un nuevo mandato, recrudece su postura contra China con amenazas de imponer aranceles adicionales a los productos chinos.
Estados Unidos.- Las tensiones comerciales entre China y Estados Unidos han alcanzado un punto álgido en las últimas semanas, en medio de medidas arancelarias, restricciones tecnológicas y disputas geopolíticas.
A pesar de este escenario, ambos países lograron renovar un acuerdo de cooperación científica y tecnológica por cinco años, un pacto vigente desde 1979 que había sido prorrogado solo de manera temporal el año pasado debido al deterioro de las relaciones bilaterales.
Según funcionarios estadounidenses, el acuerdo actualizado incluye nuevas disposiciones relacionadas con la seguridad, la resolución de disputas y la protección de la propiedad intelectual, en un intento por garantizar la estabilidad de una relación que ha estado marcada por profundas diferencias.
La renovación del acuerdo ocurre mientras el expresidente Donald Trump, quien busca un nuevo mandato, recrudece su postura contra China con amenazas de imponer aranceles adicionales a los productos chinos.
Trump ha señalado que su objetivo es presionar a Pekín para abordar temas como el comercio desigual, las restricciones tecnológicas y los flujos de fentanilo hacia Estados Unidos, una crisis que ha sido utilizada como argumento político en sus discursos.
En respuesta, el gobierno chino ha comenzado a implementar medidas estratégicas, como una investigación antimonopolio contra Nvidia, uno de los gigantes estadounidenses de semiconductores, y la prohibición de exportación de minerales raros esenciales para la industria tecnológica estadounidense.
Análisis de la relación entre China y Estados Unidos
Según los analistas, estas acciones de China reflejan un esfuerzo por acumular fichas de negociación antes de una posible guerra comercial de mayor envergadura. Pekín, que aprendió de los costos y las limitaciones de la primera guerra comercial con Estados Unidos durante el mandato de Trump, busca sentar las bases para un diálogo más favorable en caso de que Trump retome el poder.
Además, China está mejor preparada en sectores estratégicos como los vehículos eléctricos y las energías renovables, aunque sigue dependiendo de importaciones claves como microchips avanzados, un factor que limita su capacidad para enfrentar las restricciones tecnológicas impuestas por Washington.
Por otro lado, el clima empresarial entre las empresas estadounidenses en China continúa deteriorándose. Un estudio reciente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Shanghái reveló que la confianza de las empresas extranjeras en el mercado chino ha caído a su nivel más bajo desde 1999.
Las principales preocupaciones giran en torno a las restricciones de acceso al mercado, la creciente incertidumbre regulatoria y las posibles represalias de Pekín frente a las políticas comerciales de Estados Unidos. Este escenario plantea riesgos tanto para las cadenas de suministro globales como para los flujos de inversión entre las dos mayores economías del mundo.
A pesar de estas tensiones, el acuerdo de cooperación científica y tecnológica ofrece un destello de esperanza para mantener un canal de diálogo abierto entre ambas naciones. No obstante, su impacto podría ser limitado en un contexto donde las disputas comerciales y políticas siguen dominando la agenda.
Con Trump prometiendo políticas más agresivas y China reforzando su postura estratégica, el futuro de las relaciones entre ambos países parece cada vez más incierto. Los analistas coinciden en que cualquier avance dependerá de la capacidad de ambas partes para encontrar un equilibrio entre la confrontación y la cooperación en áreas clave como el comercio, la tecnología y la seguridad.
En este escenario, los productos agrícolas, las materias primas y la energía se perfilan como algunos de los pocos sectores donde todavía existe margen para acuerdos bilaterales. Pekín ha señalado su disposición a aumentar las compras de petróleo y gas natural licuado de Estados Unidos, sectores en los que este último tiene excedentes de producción.
Sin embargo, el gobierno chino también ha dejado claro que no dudará en adoptar de represalia si considera que Washington está buscando beneficios unilaterales o incumpliendo compromisos previos.
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Con ambos países que buscan proteger sus intereses económicos y estratégicos, el panorama global enfrenta una creciente incertidumbre. Aunque la renovación del acuerdo de cooperación es un paso positivo, las tensiones comerciales y políticas entre China y Estados Unidos seguirán representando un desafío significativo para la estabilidad económica internacional.