Cómo fue el gran terremoto de Turquía de 1999 (y por qué el país “no aprendió la lección” de esa catástrofe)
El sismo que sacudió la región del Mármara en 1999 dejó 17.000 muertos, un trauma nacional y sacudió el panorama político turco, favoreciendo la llegada al poder de Recep Tayyip Erdogan.
Murieron más de 17.000 personas y los daños se calcularon en US$23.000 millones.
Ocurrió a las 3 de la mañana, cuando la población estaba durmiendo, lo que sumó víctimas al desastre.
Su magnitud fue de 7,6 y el epicentro estuvo situado a poca profundidad en una zona muy poblada.
Entre el gran terremoto de Izmit del 17 de agosto de 1999 y el sismo doble que devastó el sureste de Turquía y el noreste de Siria la semana pasada hay muchas similitudes.
Lo que no esperaban muchos turcos es que, 24 años después, la escala de devastación de un nuevo terremoto lograra empequeñecer el que hasta ahora había sido el gran trauma nacional.
Unos 120.000 edificios resultaron dañados o completamente destruidos en 1999, según la Oficina de Naciones Unidas para la Prevención del Riesgo de Desastres, en gran parte por la deficiente construcción y la falta de inspección de las edificaciones.
El gobierno turco de la época fue duramente criticado por la gestión del desastre, y el Partido Justicia y Desarrollo (AKP) supo cosechar esa indignación popular para lograr en 2002 la gran victoria de Recep Tayyip Erdogan quien, 20 años después, sigue en el poder.
Las lecciones de entonces, parecen, sin embargo, haber caído en saco roto.
Qué ocurrió entonces
La tierra tembló durante 37 segundos en el noroeste del país, sacudiendo toda la región del Mármara y algunas de las zonas más industrializadas y pobladas del país.
El epicentro estuvo situado en la región de Kocaeli, cuya capital es Izmit, pero tuvo consecuencias en distritos de Estambul, Golkuk, Darica, Sakarya o Derince.
Fue seguido de otro sismo unos meses después, el 12 de noviembre, en Düzce, a unos 100 kilómetros al este de Izmit, que sumó devastación a la catástrofe. Su magnitud fue de 7,2 y en él perecieron más de 800 personas.
La región se sitúa sobre la peligrosa Falla norte de Anatolia, que en los últimos 100 años se ha ido rompiendo en una serie de terremotos, propagándose en su mayoría de este a oeste. Los científicos advierten que, de toda la falla, solo queda un tramo por romper, el del mar del Mármara, en cuyo estrecho se ubica la mayor de todas las ciudades turcas, la perla del Bósforo: Estambul.
Al igual que los dos terremotos del pasado 6 de febrero, los de 1999 fueron provocados por una falla transcurrente (strike-slip), que potenció el efecto devastador del sismo, registrándose en algunos puntos una intensidad X en la escala sismológica de Mercalli (que va de I a XII), que se considera extrema.
El terremoto fue acompañado de un tsunami en el mar del Mármara con olas de hasta 2,5 metros. Y un incendio desatado en una refinería de petróleo en la zona tardó 5 días en ser sofocado, lo que obligó a desplazar a miles de personas en los alrededores, donde todavía se realizan labores de rescate.
El desastre no solo contribuyó a cambiar el panorama político turco. La normativa de construcción se reforzó tras el terremoto y se creó un impuesto especial de "solidaridad con el terremoto", para reforzar los edificios.
¿Por qué la devastación de este último sismo ha superado entonces a todo lo visto hasta ahora?
La escala de destrucción del doble terremoto del pasado 6 de febrero ha planteado grandes interrogantes sobre si se podría haber evitado una tragedia de tal magnitud y si el gobierno del presidente Erdogan podría haber hecho más para salvar vidas.
El presidente turco ha admitido errores en la respuesta, pero también pareció culpar del desastre al destino durante una visita a la zona afectada: "Esas cosas siempre han sucedido. Es parte del plan del destino", dijo la semana pasada.
Más de 30.000 personas se han movilizado durante la emergencia pero, en muchos casos, los equipos de rescate no lograron llegar a las zonas afectadas hasta el segundo o tercer día.
Turquía tiene más experiencia en terremotos que casi cualquier otro país, pero el fundador del principal grupo de rescate voluntario cree que esta vez la política se ha interpuesto.
El papel del Ejército
Tras el terremoto de 1999, fueron las fuerzas armadas las que lideraron la operación. Sin embargo, el gobierno de Erdogan ha tratado de frenar su poder en la sociedad turca.
"En todo el mundo, las organizaciones más estructuradas y logísticamente potentes son las fuerzas armadas; cuentan con medios enormes. En un desastre tienes que usarlas", aseguró el director de la fundación Akut, Nasuh Mahruki a la BBC.
Sin embargo, esta labor recae ahora en la autoridad civil de desastres de Turquía, conocida por sus siglas en turco como AFAD, que cuenta con un personal de entre 10.000 y 15.000 empleados, y que dispone también de la ayuda de grupos no gubernamentales como Akut, que tiene 3.000 voluntarios.
La emergencia es ahora mucho mayor que en 1999, asegura Mahruki, pero como el ejército ha quedado fuera de la planificación, tuvo que esperar la orden del gobierno: "Esto creó un retraso en el inicio de las operaciones de rescate y búsqueda".
"Se lo advertí"
Aunque durante años los científicos habían advertido de la posibilidad de que se produjera un gran terremoto, pocos esperaban que tuviera lugar a lo largo de la Falla oriental de Anatolia, que se extiende por el sureste de Turquía, ya que la mayoría de los temblores más grandes han golpeado la falla norte.
Cuando un terremoto sacudió, en enero de 2020, la ciudad de Elazig, al noreste de la zona afectada el pasado 6 de febrero, el ingeniero geológico Naci Gorur, de la Universidad Técnica de Estambul, se dio cuenta del riesgo existente. Incluso llegó a predecir un terremoto posterior al norte de Adiyaman y la ciudad de Kahramanmaras, gravemente afectadas por el último sismo.
"Avisé a los gobiernos locales, a los gobernadores y al gobierno central. Les dije que, por favor, tomaran medidas para que sus ciudades estuvieran preparadas para un terremoto. Como no podemos detenerlos, tenemos que disminuir el daño que generan", explicó a los periodistas de la BBC Özge Özdemir y Paul Kirby.
Para Mustafa Erdik, uno de los principales especialistas en ingeniería sísmica de Turquía, la dramática pérdida de vidas se ha debido a que no se siguieron los códigos de edificación, y culpa de ello a la ignorancia y la ineptitud en la industria de la construcción.
"Se admite que queda un margen de daños, pero no este tipo de daños, con pisos apilados uno encima del otro como su fueran panqueques", le dijo a la BBC. "Eso debería haberse evitado y es lo que ha provocado la cantidad de víctimas que hemos visto".
Se calcula que, solo en Turquía, los muertos superan los 40.000.
La normativa turca en materia de construcción se actualizó en 2018, y prevé que se utilice hormigón de alta calidad, que tiene que ser reforzado con barras de acero acanaladas. Los pilares y las vigas deben poder absorber el impacto de los temblores.
"Debe haber adherencia entre el hormigón y las barras de acero y también un refuerzo de transferencia adecuado en las columnas", explicó el profesor Erdik, quien cree que, si se hubieran seguido las normas, las columnas habrían sobrevivido intactas y el daño se habría limitado a las vigas.
En cambio, las columnas cedieron y los pisos colapsaron uno encima del otro, lo que causó numerosas bajas.
El misterio del impuesto sobre el terremoto
Una de las grandes preguntas que muchos turcos se hacen hoy es qué pasó con las grandes sumas recaudadas a través de los dos "impuestos de solidaridad con el terremoto" creados después del sismo de 1999.
Estos fondos, que han llegado a aportar más de US$4.600 millones a las arcas estatales, estaban supuestamente destinados a hacer que los edificios fueran resistentes a los terremotos.
Sin embargo, el gobierno nunca ha explicado completamente dónde se ha gastado el dinero.
Planificadores urbanos han denunciado que las normativas no se han respetado en las zonas sísmicas y destacan una amnistía del gobierno en 2018, que permitió que las violaciones del código de construcción se eliminaran con una multa y dejó seis millones de edificios sin cambios.
Las multas han generado millones en impuestos y tasas, pero también "han jugado un importante papel en el derrumbe de los edificios del último terremoto", asegura Pelin Pinar Giritlioglu, de la Universidad de Estambul.
La planificadora explica que solo en las 10 ciudades actualmente más afectadas se presentaron más de 100.000 solicitudes de amnistía. Además, hubo una alta intensidad de construcción ilegal en la zona.
Política polarizada
La construcción ha sido el gran motor económico turco de las últimas dos décadas y, en su reciente visita a la región del terremoto, el presidente Erdogan prometió a los sobrevivientes que las zonas afectadas serían reconstruidas en tan solo un año.
Muchos de los pueblos y ciudades de las zonas afectadas están dirigidos por su partido gobernante, el AKP.
Pero después de 20 años en el poder, primero como primer ministro y luego como un presidente electo cada vez más autoritario, Erdogan lidera un país altamente polarizado.
La campaña para las elecciones generales que tienen previsto celebrarse en mayo aún no ha comenzado, pero es probable que las esperanzas de Erdogan de unificar el país antes de esas elecciones caigan en saco roto.
Una de las primeras acciones del gobierno en respuesta al terremoto fue el bloqueo temporal de Twitter, que se estaba utilizando en Turquía para ayudar a los rescatistas a localizar a los sobrevivientes. El gobierno dijo que estaba siendo utilizado para difundir desinformación y la policía detuvo a un politólogo por publicar críticas sobre la respuesta de emergencia.
Las secuelas del terremoto de 1999 ayudaron a impulsar a Erdogan al poder, escribió desde su exilio en Alemania el periodista turco Deniz Yucel.
Este último desastre también jugará un papel en la próxima votación, asegura, aunque aún no está claro cómo.
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