La eterna lucha de los capibaras por reclamar su hábitat natural: ¿Lucha de clases?

Hace dos años trascendió la noticia de que alrededor de 400 capibaras invadieron Nordelta, uno de los barrios más adinerados en Buenos Aires, Argentina, y causaron diversos destrozos en la comunidad, tales como comerse el pasto y flores de los jardines, morder a mascotas e incluso obstruir el flujo vehicular.

A pesar de las quejas y demandas de los vecinos para que las autoridades hicieran algo al respecto en contra de los animales, muchos expertos dieron luz al verdadero problema, pues los capibaras realmente solo estaban reclamando el territorio que alguna vez fue suyo pero que la industrialización les arrebató.

El barrio de Nordelta fue construido en uno de los humedales del río Paraná, el caudal más importante en Latinoamérica después del Amazonas, por lo que era hogar de una grande diversidad de especies animales de ecosistemas húmedos, tales como las ranas, mariposas, tucanes y, por supuesto, capibaras.

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Los capibaras también son conocidos como 'carpinchos' en Argentina

No obstante, el panorama cambió radicalmente una vez que empezó un megaproyecto de construcción sobre este territorio en el año 2000, con el objetivo de construir un barrio lujoso y exclusivo para familias de clase alta. De momento, y después de 22 años, Nordelta constituye cerca de 16 kilómetros cuadrados del antiguo hábitat natural de los capibaras.

La especie que pertenece a una de las familias más reconocidas de roedores latinoamericanos se vio obligada a desplazarse y asentarse en los márgenes del territorio, cada vez más lejos de su hogar y clima predilecto.

Cabe mencionar que los 'carpinchos' son considerados como animales bastante territoriales, por lo que a través de los años han intentado reclamar su hábitat natural; sin embargo, durante los recientes años sus intentos se han vuelto mucho más agresivos a causa de su reproducción.

¿Los capibaras se han vuelto en un símbolo de la lucha de clases?

Por un lado, los habitantes del barrio están enfurecidos por la situación, pues los animales alteran el orden social de su comunidad de clase alta, mientras que un conjunto mucho más grande de personas defienden a los capibaras pues solo fueron víctimas de la industrialización y capitalismo.

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