Milena Quaglini, de víctima a asesina serial de sus violadores
Milena Quaglini se convirtió en su propia "justiciera" ante los agresores sexuales que en su vida la sometieron.
MILÁN, Italia.- Una noche más, Mario abofeteó e insultó de nueva cuenta a Milena, una terrorífica escena que se tornó habitual desde que se casaron seis años atrás.
El hombre plasmaba su rabia contra el cuerpo de su esposa; ella soportaba pesarosa cada agresión. Pero, algo en ella cambiaría esa madrugada.
Aprovechando que su marido dormía, le ató manos, pies y cuello con una cuerda y lo atizó con un objeto de madera hasta dejarlo sin vida. Quaglini arrastró el cadáver de Mario hacia el balcón, lo cubrió y marcó a las Fuerzas Armadas Carabineras.
¿Policía? Asesiné a mi esposo", confesó con voz temblorosa.
Víctima de maltratos, ese no fue el único asesinato que cometió. Con cada crimen, Milena Quaglini se colocaba como su propia "justiciera" ante violadores y agresores. Ella es una de las contadas asesinas seriales en la historia de Italia.
Creció violentada por su padre
Milena nació en Mezzanio, provincia de Pavía en el año de 1957 y fue parte de una familia en la que las patadas, bofetadas e insultos eran "normales"; su padre era dictador y maltratador.
Su infancia marcada por la violencia de su padre, hizo que Milena abandonara su casa en cuanto tuvo la oportunidad.
Se graduó de contabilidad y conoció a Enrique, un hombre divorciado, con el que contrajo matrimonio y tuvo a Darío, su primer hijo. Enrico falleció por la diabetes que padecía, y ella se hundió en la depresión.
Mario y la venganza de Milena
El quedarse viuda a cargo de su hijo no la hizo pensar en volver a su hogar, pues quería que Darío creciese fuera de un entorno hostil. Consiguió nuevo trabajo en un centro comercial y ahí conoció a Mario Fogli, se enamoraron y parecía que todo iba perfecto.
Sin embargo, en 1992, con el segundo embarazo de Milena, la relación llegó a un límite.
Mario adquirió un comportamiento brusco y agresivo, le gritaba, la golpeaba y perdía con facilidad su paciencia ante Milena, quien se alcoholizaba en su intento por evadir la realidad.
El nacimiento de un nuevo bebé, lejos de alegrar, complicó aún más la situación. Mario no tenía trabajo estable, la familia se hundía en deudas. Por tal motivo, Milena buscó un mejor empleo para poder sobrellevar la circunstancia.
Conoció a Giusto Dalla Poza, un señor de 80 años, del que se encargaría de cuidar. Giusto parecía tenerle plena confianza, pues le prestó cuatro millones de liras (aproximadamente 43 mil pesos mexicanos en la actualidad), pero guardaba frívolas intenciones detrás de su "noble gesto".
Giusto se enfadó de que Milena no devolviera el dinero, ella lo intentó tranquilizar, pero fue tomada del brazo y tumbada a la cama, donde el anciano intentó violarla. Quiaglini trató de quitárselo de encima con una lámpara que le estrelló en la cabeza. El impacto fue tal que provocó que el hombre se desmayara y posteriormente muriera. Milena salió del lugar corriendo despavorida.
Tiempo después, con más calma, llamó a la policía e informó sobre el hecho. Contó que al llegar, halló a Giusto tendido sobre un charco de sangre. Con las procesos de aquella época, los investigadores jamás sospecharon de ella, por lo que la dejaron ir y concluyeron en que el hombre murió víctima de algún robo.
Solo quería asustar a Mario
Ese hecho la armó de valor para encarar el 1 de agosto a Mario, su esposo, a quien asesinó en el hecho narrado al principio de la nota.
En los juicios, Milena insistió en que no quería matarlo, solo asustarlo, pero se salió de control.
Fue condenada a 14 años, de los cuales 6 los cumplió en una prisión femenina, luego, gracias al trabajo de sus abogados, completó su sentencia bajo arresto domiciliario.
Rehacer su vida entre violaciones
Una vez absuelta, Milena necesitaba y quería rehacer su vida. Rechazada por sus vecinos, Milena recayó en el alcohol y al leer un anuncio en el que un completo desconocido quería compartir piso, optó por compartir piso.
Ahí se describía Angelo Porello, el autor de aquel anuncio.
"Soy divorciado, 53 años, busco pareja, convivencia y "veremos lo demás".
Se entendieron bien hasta que ella descubrió que Angelo tenía acusaciones de pederastia y delitos sexuales contra menores de edad; Milena se distanció.
Lo anterior hizo que Angelo sacara su lado violento, el 5 de octubre de 1999, golpeó y violó a Milena dos veces. Tras ser agredida, la mujer le ofreció café; era su particular venganza. La bebida contenía una gran cantidad de somníferos.
Con el efecto, Angelo durmió por horas y por el resto de su vida. Milena lo metió en una bañera para ahogarlo y después enterrarlo dentro de una montaña de estiércol que había en el jardín; huyó tras el crimen.
Nueva condena y análisis de su perfil
Veinte días más tarde las autoridades encontraron el cuerpo, y evidencias que incrimaron a Milena, tales como la caja de somníferos, cabellos y cartas que había escrito para responder al anuncio.
Milena, ante los agentes, confesó con lujo de detalle lo que hizo.
Cuando alguien reacciona mal, yo reacciono peor"
Dos psiquiatras analizaron a la acusada, uno concluyó en que Milena era "incapaz de entender y querer". El otro le diagnosticó un trastorno. Con las conclusiones anteriores, Milena fue sentenciada el 13 de octubre del 2000 a ocho años y cuatro meses en la cárcel.
Milena, en la prisión de Vigevano en Milán, fue nuevamente analizada.
Los psicoanalistas hallaron un denominador común: sexo, violencia y muerte” y concluyeron en que Milena tenía “la urgente necesidad de vengarse de los males sufridos” desde que vivía con su padre.
Eso, junto a las actividades que realizaba, daba certeza de que podría recuperarse y cambiar de manera significativa para hacer una vida normal.
Se consideró reducir su sentencia, pero el 16 de octubre de 2001, Milena trozó en tiras la sábana de su cama y se colgó terminando con su vida junto a una nota dirigida a su madre.
No lo soporté más, perdóname, mamá".
Con información de Vanguardia.
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