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Peras al olmo

Hace poco mi amigo y compañero de página Miguel Ángel Lino escribió sobre la importancia de la acción de recordar que, como dice el refrán, es vivir, citando la idea de un pensador que dice que "Memoria y olvido son como la vida y la muerte. Vivir es recordar... Olvidar es morir". Tal vez por eso, los que somos viejos estamos siempre recordando episodios de nuestra existencia y a propósito de la premisa anterior, el motivo es certero escrito de mi también amigo y compañero periodista Rafael "Nácori" Mendoza, titulado "Guerrero y rebelde, además íntegro y recto", así fue, dice, el "Maestro Dionisio Hirales Corral"; me hizo recordar que así era, efectivamente mi inolvidable amigo fallecido recientemente y del que expresa el mencionado periodista esos importantes trabajos que realizó Nicho en su fructífera existencia, enfatizando que fue "heredero del férreo temple de mentores como los González y Green".Tal vez se refiera a los maestros Lorenzo López González y Alfredo Green, fundador del Sistema de Educación el primero, y el segundo, inspector escolar". Esta certera opinión me hizo recordar a muchos maestros que en lejanos ayeres vinieron a Baja California a impartir la enseñanza. Formaban, esos mentores ilustres, parte de la plédaye formada por Vasconcelos en los años 20 del siglo XX y en los 30 cardenistas, entre ellos "Nicho" y este escribidor. La hermosa descripción que hace de "Nicho", mi amigo "Nácori", produjo el recuerdo de muchos ameritados educadores que en mi larga vida conocí, recibiendo de varios de ellos su sabias enseñanzas; aunque ya he expuesto sus nombres y trayectorias en mis libros, voy a volver a citar a algunos de ellos, con el fin de que no los olvidemos y las nuevas generaciones los conozcan. Quiero recordar al maestro Jesús López Toledo, fallecido en 2011, quien fuera director de Educación y de la Normal Pedagógica, periodista y escritor, que definió a la educación como "la profesión más noble y mejor del mundo" y recordar algunos textos de mi libro "Crónicas Fronterizas" relacionados con el tema. Antes advierto que muchos mentores no nos conformamos solamente con ejercer la noble función de educador, sino que practicamos otras, como el periodismo y lo vemos en este diario, en el que hay varios maestros (as) como columnistas. Y precisamente uno que lo fue (articulista de este diario), era maestro de la UNAM antes de morir: Germán Dehesa, quien en un folleto editado por el SNTE en 1995, escribió un artículo titulado "Una rosa para el maestro", en el que, entre otras cosas, expresa lo siguiente: de todos los nombres que la brújula ha recibido, ninguno ensoñado y poético como éste: Rosa de los vientos". Luego expresa que desde pequeño así lo vio y obedeció, como hizo su padre, la invitación que toda brújula propone. Y relata que su progenitor "escuchó alguna vez la magisterial voz de José Vasconcelos y se incorporó a uno de los más grandes esfuerzos educativos que ha habido en México y lo llevó a recorrer, en las misiones culturales, al país -dice- y en Baja California se encontró con la que habría de ser mi madre. Así, pues -continúa-, yo no existiría sin la Rosa de los Vientos y sin el ímpetu magisterial". En los años 50, siendo yo docente en el valle, conocí en éste a una misión cultural que dirigía el maestro Cirilo Calderón, en el ejido Durango, de la que formaba parte de la maestra Victoria Castro, que después fue mi amiga y compañera. Continuaré hablando, recordando, hay maestros que merecen ser reconocidos. El autor es escritor.

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