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Peras al olmo

PERAS AL OLMO VALDEMAR JIMÉNEZ SOLÍS Valdemar.jimenez@hotmail.com BC, constructores... 3 El presidente Cárdenas sabía que uno de los graves problemas de México es la deficiente educación del pueblo, por lo que continuó la obra educativa emprendida por Vasconcelos en los años 20, por lo que no sólo dispuso el reparto de tierras a los campesinos que lucharon por obtenerlas, sino que acordó en 1938 que se construyeran escuelas de madera en el Valle de Mexicali y las edificadas en los ejidos Islas Agrarias y Michoacán de Ocampo; al construir otros edificios escolares, se conservan como monumentos históricos, sirviendo de museos que nos recuerdan la lucha agraria emprendida por sus moradores. A mí me tocó estudiar en la primera, cuya fotografía está en algunos de mis libros de ensayo. Haber sido testigo de esta gesta heroica, de esa lucha por recuperar la tierra del Valle de Mexicali, para mí es motivo de orgullo y me considero un ser afortunado por haberlo sido, en algunos hechos no sólo testigo sino modesto protagonista en la transformación de esta Entidad en varios aspectos. Cárdenas también creó internados para hijos de trabajadores como el ITI de Tijuana (1939), del que fui alumno fundador. Dicho centro escolar inicialmente estaba proyectado para impartir educación secundaria, pero el gobernador Rodolfo Sánchez Taboada, al que conocí en Islas Agrarias en 1937, solicitó y obtuvo que se incluyeran estudios de 4º, 5º y 6º grados de Primaria, porque en el Valle las escuelas sólo impartían hasta el 3er. grado, ya que eran atendidas por un solo maestro. Yo cursé los tres últimos grados de primaria en el ITI, la secundaria y preparatoria al egresar (1945), empezar a trabajar en la Delegación de Gobierno de Tijuana, a la vez que cursaba dos carreras cortas en Comercio y Contabilidad. Esta situación vivida en esa década y no olvidable (1939-1949), contribuyó grandemente a mi formación, pues en el trabajo conocía gente importante, incluyendo a los gobernadores del Territorio, a los que traté. Reitero lo que he expresado antes: Me considero un ser afortunado que tuve padres que me inculcaron valores para triunfar y maestros eminentes que me supieron educar y guiar con afecto y tino, que no olvido y agradezco. A todos (mis maestros y mis padres) los menciono en mis libros y reconozco el bien que me hicieron, porque contribuyeron a mi formación, que complete en la escuela de la vida, con mi esfuerzo y perseverancia en proyectos que realice y que me han proporcionado grandes satisfacciones, porque no olvido los bienes recibidos, como tampoco el verso de Nervo que dice que "el hombre es arquitecto de su propio destino"; aunque no me dijo que a veces la suerte ayuda y ese es mi caso, pues siempre en el trayecto de mi vida larga he encontrado manos amigas que me han apoyado en proyectos emprendidos. Al respecto, hijo en un poema autobiográfico: "He recibido lauros que premian mis esfuerzos, que no han sido magnos, simplemente modestos. Los agradezco, haciendo míos los versos de un poeta eximio: /"Los debo, no a la gloria, a los amigos". En Mexicali, en el Valle, fue mi primer maestro Límbano Domínguez, sobrino del prócer Belisario. Era poeta y al darme su libro 'Ramitas Dispersas' me escribió en la dedicatoria: "A mi hermano poeta, pues sabía que yo también escribía versos. Los recuerdo con cariño; él fue de la estirpe formada por Vasconcelos, de la que formaron parte muchos educadores que todavía encontré en el Valle en 1950 cuando inicié mi labor docente. Algunos de ellos están en los libros que he publicado y trataré de recordarlos y citarlos nuevamente en este espacio, pues la mayoría ya falleció y quienes viven merece ser conocidos y reconocidos por la sociedad a la que sirvieron con amor. El autor es escritor.

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