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Peras al olmo

Como es sabido, nuestro Estado se formó con gente venida de otras partes del País y del extranjero, destacando de este último, norteamericanos, chinos, japoneses, hindúes, etc., todos arribaron a esta Entidad a trabajar empeñosamente, como coadyuvando con su esfuerzo denodado a su engrandecimiento. La muerte reciente de dos connotados orientales, motiva estas reflexiones. El fallecimiento más reciente es el del pintor Eduardo Auyón, que no sólo destacó en el arte con su famoso cuadro de los caballos celestiales, sino por su lucha por unir a mexicanos y chinos, ya que tenía sangre de ambas razas, pues aunque nació en China, su madre era mexicana y aquí, en Mexicali se formó culturalmente. No abundo sobre su vida y trayectoria ejemplar, puesto que ya Gabriel Trujillo en su columna del jueves 4 del actual, las describe con amplitud, reconociendo la grandeza cultural y espiritual de este valor intelectual que nos dejó. El otro personaje, aunque menos conocido, fue un connotado profesionista de la ciencia médica (odontólogo), de origen japonés, llamado Massao Shiba: Lo conocí hace varios años, en los que me estuvo atendiendo mi dentadura. Me lo recomendó mi amiga y compañera maestra Victoria Castro, creadora de instituciones educativas y culturales: Ella, ya fallecida, como mis también amigos y hermanos de profesión Dionisio Hirales y Hermenegildo Pérez, que coincidimos como fundadores de la Sección 37 del SNTE, fueron los primeros maestros nativos de Mexicali que conocí en 1950, cuando inicié mi labor docente. Es proverbial el temor que nos causa ir al dentista, por las molestias que esta atención provoca, pero el Dr. Shiba, ya fallecido, tenía un trato cordial y amable, y con muchos años de tratarlo se hizo mi amigo y era poseedor de unas manos maravillosas con las que siempre me atendía sin causar la menor molestia. Hace algunas semanas me enteré de su sentida partida, por una esquela publicada en este diario. Me dolió su sentido deceso porque además de ser mi médico preferido, era mi amigo. Su sorpresiva muerte me hizo recordar también, como la de Auyón, la contribución importante que hicieron al progreso de Mexicali y del Estado, tantos extranjeros, como ellos que se establecieron en estas tierras que hicieron productivas en todos aspectos, la agricultura, la industria y el comercio, así como actividades profesionales como la descrita, y culturales, artísticas y educativas. Una fotografía de la familia Shiba aparece en el libro "Kitakaze. Los japoneses en Baja California", de Gabriel Trujillo, en el que relata cómo se fueron integrando los japoneses a Baja California y muchos de ellos, como los chinos e hindúes, se dedicaron a la agricultura en el valle de Mexicali. Y recordé, al respecto, que en los años 30 del siglo XX, mi padre fue jornalero de un rancho cuyas tierras eran rentadas por dos japoneses de apellido Tayra, de la Colorado River Land Company. Ese rancho fue tomado ("asaltado") el 27 de enero de 1937 por sus trabajadores, incluyendo a mi padre y forma parte actualmente del ejido Islas Agrarias, cuyas lucha si entrega en marzo de ese año, atestigüé. El Dr. Massao Shiba le narra a Gabriel en entrevista que le hizo, que su padre trabajó en el Valle y que su hermano mayor se casó con una mexicana, siguiendo la acción del mestizaje que se produjo no sólo con japoneses, sino con chinos, norteamericanos, hindúes, etc, no siendo así una nueva población mexicalense con una idiosincrasia muy especial que nos distingue de otros mexicanos. El autor es escritor.

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