Palabra por palabra
Desconchinflar Si alguien supone que la palabra desconchinflar no tiene su lugar en el Diccionario de la Real Academia Española, pues supone mal. Y nada más faltaba que no figurara en el propio de la Academia Mexicana de la Lengua. Incluso aparece en el lugar que le corresponde por orden alfabético en el Diccionario Breve de Mexicanismo de Guido Gómez de Silva. Sin embargo, lo que ninguno aclara es su origen y la ubican tanto como mexicanismo, cubanismo y dominicanismo. En España, desconchinflar es deteriorar. En México, averiar, estropear. Pero, por lo general, algo desconchinflado se puede reparar. Así que, cuando algo funciona mal, decimos, por ejemplo: “Mí auto se tironea, algo debe tener desconchinflado”. Y, como queja particular, los que continuamente están desconchinflados son los cajeros automáticos del banco en donde tengo mis centavos. Ahora que –por discreto que soy– tan sólo señalaré sus iniciales: Ba-Na-Mex. Tal vez sea el mal uso que les damos los cuentahabientes, algunos hasta los golpean con la palma de la mano como si fueran radios viejos que perdieran la señal de las ondas hertzianas. Ahora que, no sólo las cosas sino también las personas se llegan a desconchinflar: “La gripe lo desconchinfló todito o mejor gripa, como coloquialmente se le dice en México, por aquello que uno está agripado y no agripe… LA PALABRA DE HOY: DESCONCHINFLAR Un misterio lingüístico puede ser la etimología del verbo transitivo desconchinflar. Por lo que la desmenuzaré: Muy parecida a desinflar, inicia con el afijo o prefijo des- / que igual que dis- indica negación o privación; luego la preposición con que denota medio, modo o instrumento. ¡Chin! Interjección coloquial y eufemística que indica molestia o sorpresa. Inflar del latín 'inflare¬¬' / soplar e hinchar… de seguro los etimólogos académicos no aprobarán mi sui géneris derivación; pero no hay peor lucha que la que no se libra o hace: Desconchinflar igual a desmadrar. DE MI LIBRERO: 'DE QUÉ HABLO CUANDO HABLO DE ESCRIBIR' Al salir de su burbuja que lo mantuvo dentro de una vida discreta y reservada, el autor de best sellers como: “Sputnik mi amor”, 2002; “Tokio blues”, 2005; “Al sur de la frontera, al oeste del Sol”, 2007; “Sauce ciego, mujer dormida”, 2009; “1Q84”, 2011; “Después del terremoto”, 2013 “Underground”, 2014; “El elefante desaparece”, 2016: El japonés Haruki Murakami (Kioto, 1949) se abre al mundo con una especie de autobiografía centrada en: “De qué hablo cuando escribo”. Acerca del momento en el que decidió ser escritor (“ya treintón presenciando un partido de beisbol); o de su proceso creativo, cómo surgen en su mente los personajes o para quién escribe... cómo influyeron en él: Franz Kafka, Fiódor Dostoievski, Raymond Carver, Scott Fitzgerald, John Irving y Ernest Hemingway… En lo particular me atrae Murakami por la forma de gestar su imaginación que sin lugar a dudas es la madre de la creatividad y me llama la atención porque siendo un célebre autor nipón nada tenga que ver con la literatura y las tradiciones japonesas; por lo que algunos amantes de la milenaria cultura oriental piensan que en su obra “hay algo desconchinflado”. Pero, nada menos cierto. El autor es profesor de Redacción Creativa en Cetys Universidad.
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