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Exégesis

El estado de inseguridad en que vive nuestra sociedad es causado por la violencia y el descontrol que genera una sociedad permisiva, acercándonos peligrosamente a las características de un Estado fallido. En parte, la inestabilidad que padecemos es propiciada también por la preeminencia del consumismo que nace de una filosofía pragmática basada en el tener, el tener artículos suntuarios y rechazar los valores espirituales que son sustento de toda agrupación humana, y la no vigencia de los controles informales como la familia, escuela, iglesia, trabajo, etcétera. La situación se agrava porque queremos retomar el orden y seguridad pública mediante los cuerpos militares. Vale entonces, hacer un análisis de la propuesta presentada por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), a iniciativa el Ejecutivo Federal ante la Cámara de diputados del Congreso de la Unión, para crear un cuerpo policiaco con un mando único de carácter civil, esto es, cuya creación implica la solución de problemas de constitucionalidad, de legalidad, ideológicos, sociológicos, antropológicos e históricos, que ameritan una confrontación con el modelo de Estado social, democrático y de derecho que contiene la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. En otras palabras, los ciudadanos mexicanos aspiramos a un modelo de sociedad basado en el humanismo, que contribuya al desarrollo económico del País para garantizar la educación, la subsistencia; y la salud física y mental de los ciudadanos. Debemos de entender que múltiples son las causas que deben ser consideradas como detonantes de violencia, como por ejemplo: la corrupción, acompañada siempre de la impunidad, el “narcomenudeo”, la falsificación de artículos de marca, la delincuencia electoral y de “cuello blanco”, el “lavado” de dinero y el robo a empresas del Estado principalmente los productos derivados de la refinación del petróleo. Debemos agregar que vivimos en una sociedad apática en el que la ciudadanía es ajena a las decisiones público-fundamentales para la vida del País, y los problemas de seguridad se manejan con sentido político-partidista. Por último, debe considerarse la presencia de la delincuencia organizada amparada en la corrupción, la impunidad, el clandestinaje y los códigos del secreto de los miembros de las bandas criminales y la crueldad con la que aplican sanciones a quienes desacatan los principios de disciplina interna que rigen a los carteles que se integran para la comisión de diversas conductas ilícitas (Para este tema, consultar mi libro “Delincuencia organizada”, edición UABC). Bandas y grupos criminales que se han venido fortaleciendo a lo largo del tiempo gracias a que han contado con el apoyo de autoridades corruptas, tecnología de punta e inconmensurables recursos económicos que proporciona el “narcotráfico”, el contrabando, el asalto y los homicidios por encargo. También hay que considerar que existe una lucha constante entre grupos por la dominación territorial de determinadas regiones. Por lo tanto, la fuerza policiaca y militar no son la panacea que venga a resolver el problema de inseguridad que padece el País, es necesario la creación de un cuerpo de seguridad de elite y dejar que los militares se ocupen de las tareas que le corresponden. La función militar y la función policiaca tienen objetivos totalmente diferentes, los militares sólo deben actuar en casos de desorden social cuando las policías son incapaces de resolver un conflicto social, fuera de la guerrilla urbana, el terrorismo y ataques a la soberanía nacional, todo ello, cumpliendo una función eliminatoria de grupo o grupos que pretendan entorpecer el orden del Estado (la consigna del soldado es eliminar al enemigo); y la función policiaca se refiere a combatir conductas delincuenciales que en última instancia también ponen en peligro el orden del Estado por medios y finalidades diferentes, respetando los derechos humanos, entre otros, el derecho a la defensa, al debido proceso, el de la legalidad, publicidad, etcétera. La creación de un cuerpo armado, Guardia Nacional, puede además afectar la autonomía de las entidades federativas y municipales, por eso debe pensarse cuidadosamente en su instauración, tomando en consideración los peligros que entraña utilizar en el combate al delito, a cuerpos castrenses que, además de poner en peligro el ejercicio democrático, puede llegar a inhibir el desarrollo económico, político y jurídico del País. Reformar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos debe ser para sustentar la creación de una Guardia Nacional, el objetivo de análisis, estudio y discusión, no sólo en el Poder Legislativo sino también sustentarse la aprobación de este instrumento de combate al delito, en una consulta pública en la que participen operadores del sistema de seguridad, académicos y especialistas en diversos temas en las que, opinando con absoluta libertad, aporten ideas que eviten el establecimiento de lo que más tarde puede convertirse en un medio para subyugar a la ciudadanía. * El autor es catedrático de la UABC.

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