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La Verdad Sea Dicha

El arte de incomunicar en BC Los políticos panistas, cuando menos los que he entrevistado, se quejan de la comunicación social ejercida desde la oficina ubicada en el tercer piso del Ejecutivo estatal. Fuera y dentro de libreta consideran que faltó explicar más y mejor los alcances de las políticas públicas desarrolladas y que en su opinión trajeron beneficios. Sí, ellos creen que se requirió informar mejor acerca de las obras, de las APPS, ley del agua, incluso de algunos incrementos en servicios públicos e impuestos. Es decir, socializar y prevenir o adelantarse a las críticas, antes de solo reaccionar, cuando el golpazo mediático, estaba dado. Sin embargo, ante este escenario, es pertinente decir que la vena de la comunicación está presente en la política de muchas formas, principalmente en la construcción de un pacto social, de acuerdos entre los gobernantes y distintos grupos de gobernados, en la consecución de logros gracias a la satisfacción de necesidades de la población. En estas acciones juega un papel central el ejercicio comunicacional. Parece que en Baja California la comunicación política del gobierno de Kiko Vega se entendió desde el inicio de su mandato como estrategia de propaganda centrada en la generación de eslogan, jingles, frases vacías que poca emoción y conexiones con la sociedad pudieron construir. Para Max Weber, padre de la sociología, en todos los regi´menes poli´ticos, en todas las culturas y e´pocas, la comunicacio´n se ha orientado a fortalecer el mandato de un determinado tipo de dominacio´n y, de esta forma, garantizar la obediencia de los ciudadanos. Del trabajo de comunicación política gubernamental depende la legitimación y la permanencia en el poder. En la primera etapa con Roberto Karlo López Páez y Jorge Cornejo, la comunicación social jugó un papel timorato, con sus apuestas hacia el periodismo tradicional, por lo que cuando vinieron los golpes fuertes, como petardos arrojados desde la resistencia, sobre todo la que se alimentaba desde las redes sociales, su margen de maniobra fue chiquito e intrascendente. En la segunda etapa, una vez que vino el relevo a cargo de Raúl Reynoso, la estrategia sólo fue de contención, ya había un gran descontento social, animadversión hacia la figura del gobernador, una reputación del gobierno por los suelos. Estaba dado un consenso entre los bajacalifornianos de que el actual gobierno era fuente de profunda corrupción. Ganado en la realidad a base de denuncias públicas. Los operadores políticos y los comunicadores gubernamentales no eran eficaces. Los vasos comunicantes y sociedad nunca tenían un punto de coincidencia, ni remoto, ni mucho menos eficaz. Para especialistas en comunicación política, este ejercicio debe tener algo que comunicar. Hablar y vender humo no sirve para nada. Primero se deben construir ideas, planes sectoriales y proyectos realizables, ofrecer trabajo de gestión que han producido beneficios a amplios grupos sociales. Eso es lo que facilita la comunicación política y la hace creíble. Pero desafortunadamente, desde la cúpula del centro cívico de Mexicali, la comunicación se basó en promesas y proyectos, pero nunca en realidades. Por ello, hoy enfrenta descrédito y una reputación social socavada. Difícil de revertir y eso, sin lugar a dudas les dolerá, en el proceso electoral. La verdad sea dicha. * La autora es directora del portal MF Noticias Mexicali.

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