Se reveló el desencanto
Siguiendo con lo comentado la semana pasada sobre el evento de revocación de mandato presidencial el domingo 10 de abril, procedo con algunas reflexiones y razonamientos.
Siguiendo con lo comentado la semana pasada sobre el evento de revocación de mandato presidencial el domingo 10 de abril, procedo con algunas reflexiones y razonamientos. Una primera consideración es qué significa para el partido o movimiento en el poder que de cada 10 personas 8 no hayan votado ni avalado la consulta. Una más es decir si en realidad podemos seguir pensando y creyendo que el mandatario cuenta con el sesenta por ciento de aceptación ciudadana, porque se reportó la asistencia a las urnas entre un 17 y un 18%, es decir, casi un ochenta por ciento ignoró la consulta.
El abstencionismo, como señalaba en la colaboración anterior, fue el gran actor, el que hizo un grito silencioso. Pienso que eso no puede interpretarse como falta de interés por la democracia, sino una manifestación de no estar de acuerdo con las formas en que mañosamente se llevó a cabo la jornada ciudadana, no es lo mismo abstenerse que recrearse con la boleta y escribir en ella Viva Zapata; así fue el juego y la poca seriedad que se le dio a la consulta desde la alta investidura nacional, además de que se supone el voto es secreto desde ahí se invalido el objetivo y me arriesgo a decir que de todo el proceso por constantes y flagrantes violaciones a la ley electoral.
Triste, por decirlo finamente, fue ver como se tiraron a la basura más de mil quinientos millones de pesos en algo que pudo haberse omitido si las encuestas indicaban una alta popularidad presidencial. Aquí quiero hacer un paralelismo: ¿por qué para un proyecto moderno y que al final está resultando muy costoso como cancelar el NAIM no se hizo una consulta como la de hace dos domingos?
Dicho esto, defino como tres grandes conclusiones lo que pasó el domingo 10. El primero, que la ciudadanía, a pesar de lo que digan el gobierno y los líderes de Morena, fue un respaldo de los ciudadanos al Instituto Nacional Electoral; el segundo, es que el presidente continue y termine en el 2024 conforme a los lineamientos constitucionales de no reelección y, como tercer punto, que se amplía con peligro la polarización entre la población de estar a favor de la autodenominada cuarta transformación.
Me baso para mis tres conclusiones en que no pueden compararse los datos de cuantos asistieron a las urnas para revocar o no el mandato. No pueden compararse los 30 millones de personas que dieron la elección en el año 2018 o los 11 millones de firmas que se consiguieron para solicitar la consulta o los 17 millones para Morena en las elecciones del 2021. Además, no son comparables simple y sencillamente porque hace cuatro años fue para elegir y otro para inconformarse; cosas que evidentemente no son iguales… a menos que hubiera o sido postulado un suplente en caso de ser vinculante una revocación. Otro argumento para las conclusiones que señalo, es que aparece testimonialmente que los ciudadanos han sido moderados en mostrar el apoyo o el entusiasmo visto en el 2018, recordando de una vez que la clase media ha sido golpeada (verbal, en la economía familiar y en su salud), por el manejo inadecuado de la pandemia, por no haber sido apoyada cuando cayó algún miembro de la familia en el desempleo, o perdieron sus negocios, o por la carencia de medicamentos y asistencia médica al haber desaparecido el seguro popular, por ejemplo.
*- El autor es Consejero Nacional de Index, además de Director de Recursos Humanos para LatinAmérica en Newell Brands.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí