No hay tiro. Sacaron mal las cuentas
He escuchado interpretaciones diversas sobre los resultados electorales que tuvieron lugar el pasado domingo 5 de junio en seis entidades del país.
He escuchado interpretaciones diversas sobre los resultados electorales que tuvieron lugar el pasado domingo 5 de junio en seis entidades del país, algunas de las cuales me parecen absurdas e inexplicables. Absurdas porque no resisten ningún tipo de análisis e inexplicables por provenir de líderes de distintos partidos que participaron y que lejos de ayudar a su causa, parecen dispuestos de dilapidar los restos del capital político.
De las entidades que renovaron el Poder Ejecutivo, en cuatro resultaron electos candidatos postulados por la coalición encabezada por Morena y dos fueron para la alianza integrada por el PAN/PRI y PRD. Morena se alzó con triunfos en Quintana Roo, Tamaulipas, Hidalgo y Oaxaca. Para la coalición encabezada por el PAN, fueron Aguascalientes y Durango.
El mapa político se ha transformado radicalmente a partir de la elección de 2018. De acuerdo con los resultados del 5 de junio Morena gobernará en 20 entidades, el PAN en 6, el PRI en 2, lo mismo que MC; mientras que PVEM y PES se quedan con una gubernatura. En resumidas cuentas, de las 6 elecciones en disputa, el PRD perdió 1 de 1, el PRI 2 de 2, mientras que el PAN 1 de 3. Morena no gobernaba en las cuatro que ganó. Es obvio que los partidos más perdedores de la alianza Va por México son el PRI y el PRD. El tricolor perdió dos de sus bastiones, Hidalgo y Oaxaca; mientras que el PRD perdió Quintana Roo. Si el PRI pierde el próximo año Coahuila y el Estado de México, quedaría sin ninguna gubernatura.
Más allá de los números, llaman poderosamente la atención los posicionamientos de los partidos políticos ante los resultados, sobre todo de los grandes perdedores: PRI, PRD y PAN, quienes han insistido que “ganaron” el domingo 5 de junio. Se puede comprender esta absurda posición si se explica sólo desde la propaganda política y sobre todo desde la necesidad de evitar la autocrítica y continuar en la dirigencia; pero de nada sirve si se recuerda que el objetivo de un partido político es acceder al poder. Solamente quien no sabe sumar o restar puede afirmar como Alejandro Moreno “Alito”, presidente nacional del PRI, que “ganaron” perdiendo las dos gubernaturas que detentaban. O el PRD que perdió Quintana Roo. El único menos vapuleado fue el PAN, quien conservó dos de tres donde gobernaba. En suma, de 6 que tenían sólo se quedaron con dos. Y a eso le llaman victoria.
La miopía de Jesús Zambrano, Marko Cortés y “Alito” Moreno, no les sirve a los partidos que dicen representar o a sus militantes y seguidores. Continuar con un discurso triunfalista produce una sensación, entre sus pocos seguidores, de que padecen esquizofrenia. Lo mejor sería un examen autocrítico de lo que les ha venido sucediendo y sobre todo de la fallida apuesta de no construir un proyecto alternativo frente al gobierno encabezado por Andrés Manuel López Obrador. La descalificación, el insulto fácil, el discurso sin contenido, les ha pasado factura. Por ese camino, la suya es una crónica de una derrota anunciada para el 2024. Incluso, uno de sus potenciales aliados, Dante Delgado, líder vitalicio de Movimiento Ciudadano, se ha deslindado de la alianza.
La construcción democrática requiere de partidos políticos institucionalizados, con proyectos distintos o comunes frente a los adversarios de enfrente. Partidos propositivos, creativos. La respuesta ante la debacle electoral del PAN, PRI y PRD ha sido lo que han llamado una “moratoria constitucional”, es decir, ya no aprobar ninguna reforma que requiera mayoría calificada hasta después de las elecciones de 2024. O sea, boicotear cualquier iniciativa que provenga del partido mayoritario e incluso no presentar ninguna reforma sustantiva, “nadar de muertitos”. Eso va contra la representación política que detentan por mandato popular. Sólo ven por los intereses de las cúpulas partidistas y llevan a sus partidos a la intrascendencia cuando no a la desaparición por la vía de la pérdida del registro. Más que miopía es ceguera democrática.
*- El autor es Presidente de El Colegio de la Frontera Norte.
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