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El combate a la corrupción: de arriba... ¿hacia abajo?

Profesor investigador, El Colegio de la Frontera Norte.

Profesor investigador, El Colegio de la Frontera Norte.

La corrupción es una práctica que favorece a individuos o grupos respecto de algo que debiera beneficiar a la mayoría. No es exclusiva del sector público, pero cuando ahí se gesta ocasiona tremendo daño. Desde una perspectiva estructural-institucional, la corrupción es producto del desaseo en las esferas de poder; por ello, de tiempo atrás en foros internacionales surgieron llamados para terminarla, combatiendo a su inseparable: la impunidad. En 1996, la OEA advirtió que los Estados deben erradicar la impunidad impidiendo el soborno de funcionarios nacionales y extranjeros. En 1997, la OECD conminó a los gobiernos a prevenir el soborno por parte de individuos y organizaciones empresariales en las transacciones internacionales; advirtió del cohecho y la complicidad de funcionarios extranjeros. Asimismo, en 2003 la ONU acordó que los casos de corrupción impactan los recursos y amenazan la estabilidad de los Estados y que el enriquecimiento personal ilícito es nocivo para la democracia, la economía y el imperio de la ley. El impulso de reformas, la vigilancia social, y la colaboración internacional son estrategias para enfrentar el fenómeno, que es complejo porque aglutina mañas como ejercicio abusivo de funciones, tráfico de influencias, soborno en los sectores público y privado, soborno a funcionarios extranjeros, peculado, y enriquecimiento ilícito, los cuales en las leyes mexicanas se tipifican como delitos.

Las relaciones corruptas entre actores privados y públicos nutren acomodos favorables a objetivos de mafias políticas y económicas, y construyen entramados institucionales desde posiciones autoritarias; la consecuencia última es la captura de los Estados. Según Vito Tanzi, en su oportunidad director de asuntos fiscales del Fondo Monetario Internacional, tales alianzas son directas e indirectas; en el primer grupo, refiere a las que demandan prácticas corruptas: (1) Regulaciones y Autorizaciones que posibilitan poder monopólico en funcionarios; (2) Impuestos que descansan en regulaciones opacas; (3) Decisiones sobre Gasto Público que consuman corruptelas en proyectos de inversión; (4) Provisión deBienes y Servicios por los que los usuarios pagan sobornos, incluso a preciospor debajo del mercado; y (5) Financiamiento de Partidos Políticos que obtienen dinero más allá del “controlado”. Enel segundo grupo, describe a los que ofertan actos corruptos: (1) Tradición Burocrática que ignora criterios de mérito enlos procesos de reclutamiento y promoción; (2) Nivel de Ingresos en el sector público que supone falsamente que a mayorsalario menor corrupción; (3) Sistema dePenalizaciones que supone falsamenteque a mayor rigor en las penas menor corrupción; (4) Control Institucional queapenas revela “voluntad política” paraatender el problema; (5) Opacidad en vezde transparencia de las normas; y (6) Liderazgos con Actitudes Sesgadas promotoras de corrupción. Algunos de esos factores poseen más peso que otros segúnlos contextos; por ello, la corrupción esuna idea “sombrilla” de un número deirregularidades. De ahí la importanciade ponderar casos concretos que orienten el rumbo de propuestas de políticasy quehacer gubernamental hacia unamejora de la vida institucional, como víaadecuada para combatir el fenómeno.

El pasado 7 de junio, la Comisión Federal para la Protección contra RiesgosSanitarios en voz de su titular, Alejandro Svarch, anunció el desmantelamiento de estructuras de corrupción que operaban en esa agencia, y la destitución de32 funcionarios deshonestos (titulares deunidades administrativas, dictaminadoras y verificadoras). Refirió tres “sótanos de la corrupción” que permearonesa instancia y expuso medidas para exterminarlos; aseverando, como lo hace elpresidente de la República, que “las escaleras se limpian de arriba hacia abajo”.El caso ilustra los esfuerzos del gobierno federal para combatir la corrupción;desafortunadamente no puede decirse lomismo del quehacer público en estados ymunicipios. Ojalá el buen ejemplo cunda.

*- El autor es profesor investigador del Dpto. de Estudios Urbanos y del Medio Ambiente, en El Colegio de la Frontera Norte (El Colef)

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