Aprensiones
Nadie nos obliga a hacerlo, pero todas las personas, sin importar sus orígenes o solvencia económica.
Por el derecho a la libertad de expresión
Nadie nos obliga a hacerlo, pero todas las personas, sin importar sus orígenes o solvencia económica, de manera constante tomamos precauciones extremas cuando tenemos que salir de nuestras casas. Y no solo es la cuestión de cerrar con llave todas las puertas de acceso al interior del patio, sino a las mismas habitaciones de nuestro hogar. Las pocas o muchas pertenencias valiosas que tengamos, buscamos la manera de esconderlas inteligentemente, para que quienes se pudieran introducir con el fin de robarnos, tengan dificultades para ubicarlas. Las cosas en el país son graves y con la tendencia a ponerse difíciles. Dadas las condiciones de inseguridad y el escaso compromiso de las corporaciones policíacas, por respetar y hacer respetar las leyes, cualquier persona se considera con la capacidad y el derecho a cometer delitos administrativos o penales.
La cotidianeidad con la cual suceden los atracos, asaltos, agresiones físicas, secuestros y asesinatos tipo ejecuciones en el país, nos mantiene al filo de la desesperación. No existe un sitio en las ciudades que pueda considerarse libre de riesgos mortales. Los encargados de cometer los ajusticiamientos, llamados llanamente sicarios, tienen todo a su favor: La emboscada, la seguridad de que nadie intentará hacer algo para detenerlos, la falta de respuesta inmediata de parte de los cuerpos policíacos, la complicidad de estos mismos, el escaso armamento con que cuentan cuando deben enfrentar a los asesinos, así como la cantidad de integrantes de los convoyes del crimen organizado. Además, como un beneficio accesorio, la cantidad de aprehensiones contra los atentados efectuados es desproporcionadamente dispareja. Son mucho más los ajusticiamientos con resultados fatales, que los victimarios aprehendidos. Según datos oficiales menos del 1 por ciento de los delitos denunciados llega a una sentencia de culpabilidad. Por consiguiente, quienes aspiran a poder obtener ingresos inmediatos altos, tienen abierto el camino en el crimen organizado.
Nuestro país va en un movimiento espiral negativo, que nos conduce a la anárquica violencia social, en la cual, en la lucha por recuperar espacios específicos en las ciudades se recurre a los más violentos métodos, con el uso de armas de alto poder, que no discriminan cuando impactan en la población desprevenida y desarmada. Un solo sujeto es capaz de mantener en vilo a ciudades enteras. Un solo sujeto tiene la posibilidad de exigir protección a cambio del respeto de la vida de sus vecinos. Un solo sujeto decide si sus vecinos dormirán hasta alcanzar el merecido descanso, o los obligará al cansancio por medio del insomnio provocado por el ruido de la música que ambienta su borrachera.
El surgimiento, reforzamiento y la supremacía que el hombre ha logrado sobre la mujer, se manifiesta de manera trágica y violenta, con el incremento exponencial de los feminicidios. Cada día una nueva fatalidad femenina ensombrece nuestra vida cotidiana. Las edades no importan, pueden ir de horas de nacidas hasta ancianas, que mueren violentamente en manos de masculinos cercanos a ellas o a sus familias. A las mujeres se les asesina de manera cruel y enfermiza, tratando de dejar evidencia de que la saña es solo una parte de lo que merecieron las víctimas, en el momento de ser eliminadas.
El uso de sustancias corrosivas sobre sus cuerpos no intenta inmolarlas, sino de causarles un daño permanente a sus cuerpos, para que sufran por el resto de sus vidas, por no haber sido sumisas.
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