El arte de opinar
Cuando se dispone de un espacio en los medios de comunicación profesionales para compartir una opinión, comentario o informar a las audiencias.
Cuando se dispone de un espacio en los medios de comunicación profesionales para compartir una opinión, comentario o informar a las audiencias, a mi juicio, se asume tácitamente una gran responsabilidad, tanto por lo que implica expresar una postura en torno a un tema, como en lo ético, me refiero al deber de ser imparcial y veraz con lo que se comunica.
Tal vez no es el caso de quienes, como cibernautas expresan una opinión en las redes sociales, pues suele ser personal el punto de vista con relación a un acontecimiento e incluso permitido, enunciar dichos comentarios sin reportar una fuente consultada o descuidar las expresiones del lenguaje y los “horrores” de ortografía y redacción del mensaje.
No es el caso de quienes tenemos la fortuna de participar de un espacio en los medios de comunicación impresos, electrónicos e incluso digitales desde una tribuna de tipo profesional.
Abordo este tema, pues con frecuencia escucho, leo y veo a comunicadores profesionales y algun@s no tanto, que tienen una tribuna mediática y sus opiniones están cargadas de parcialidad, no reportan las fuentes al divulgar una información importante que comparten y si bien suelen expresar puntos de vista con subjetividad, parece que se otorgan el derecho de opinar en nombre de las mayorías y pontifican con una seguridad pasmosa que a veces parece como si fuera la verdad universal y suelen decir: “todo mundo sabe”, “así opinan todos” o la gente dice” y expresiones muy similares en las cuales se escudan ciertos “opinocratas profesionales” para expresar juicio sumario.
El opinar es un arte, lo cual implica ser un profesional de los medios dado que, el emitir un juicio sobre un tema o informar sobre un hecho, conlleva el saber de lo que se habla. Y cuando no es así, habrá que reconocerlo, pues un comunicador no puede tener conocimiento de todos los temas y cuando ocurre esto, lo hace medianamente, pues su tarea es dar a conocer verazmente un acontecimiento al informar y dar la cara, la voz o la pluma para ello. Para eso se acude a expertos en la materia, es decir académicos o investigadores que han dedicado su vida profesional a estudiar a fondo el tema del que se quiere informar.
Sin embargo, el pontificar como supuest@s “expert@s” del tema, lo único que provocan es mal informar, distorsionar o ser parciales con la información o su comentario sobre un hecho, y eso no contribuye a formar una opinión pública verdaderamente informada. Y cuando digo temas, no sólo son los políticos, económicos, culturales, educativos, sociales, e incluso los deportivos, sino en casi cualquier tema algun@s comunicadores se consideran dueños de la verdad. Desde mi perspectiva, los públicos merecen todo el respeto, y a la vez, respetarse a sí mismos para ser considerado un verdadero profesional de la comunicación con credibilidad y también esto va para los medios, no por tener mucho rating o muchos “me gusta” realmente se aporta al fortalecimiento de una sociedad bien informada, que mucho necesita México. ¿Usted qué opina?
*- El autor es coordinador del Observatorio Global Mediático.
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