La crisis de Morena en BC
Aprovechando los hechos violentos del viernes pasado en los municipios de Baja California, el exgobernador y ahora de nuevo senador Jaime Bonilla.
Aprovechando los hechos violentos del viernes pasado en los municipios de Baja California, el exgobernador y ahora de nuevo senador Jaime Bonilla, se lanzó con todo contra la gobernadora Marina del Pilar, buscando provocar una situación de crisis política que lleve hacia una situación de ingobernabilidad más profunda.
Es el ataque más fuerte que ha recibido Marina desde el interior de Morena. El senador lo hizo desde la tribuna del recinto senatorial, buscando mayor efectividad política y propagandística por su alcance nacional, lanzando abiertamente una confrontación con la mandataria, pero también obviamente con Morena y posiblemente con el mismo López Obrador.
Lo de Bonilla parece una acción desesperada de alguien que va en caída libre y ya, sin muchos asideros, se está acercando al final de su breve carrera política. Pero antes de eso, va a intentar hacerle daño a Marina del Pilar y a Morena, por lo menos en BC.
La respuesta de Morena, como ya inicialmente lo estableció un desplegado publicado el miércoles pasado, va a consistir en arropar a la gobernadora y tratar de aislar a Bonilla, negociar con él y detener sus ataques. Es posible que lo logren, pero también es posible que no y las cosas se sigan descomponiendo.
La situación es delicada porque refleja que en BC no hay un gobierno consolidado y que, justamente, desde el breve mandato de Bonilla hasta lo que lleva Marina del Pilar, Morena parece tambalearse. Lo mismo está pasando en cada uno de los municipios en donde todos sus gobiernos parecen débiles y erráticos, o simplemente son un desastre.
En un contexto de creciente violencia como la registrada el viernes y el sábado en la entidad, cuyo origen y objetivos no están claros, una crisis política provocada por el exgobernador Bonilla puede dar lugar a una situación de mayor inestabilidad y provocar el pánico entre la población. Es totalmente inaceptable que busque hundir a la gobernadora aprovechándose de una situación de crisis.
Esto demuestra la fragilidad del gobierno de Morena en el estado, desde Bonilla hasta la actual gobernadora. Parecieran moverse sobre arenas movedizas. Bonilla hizo un gobierno agresivo donde lo que más importaba era destruir a sus enemigos y poner las bases de futuros negocios. Su gestión fue tan opaca y llena de irregularidades que hoy su gobierno está siendo investigado por la fiscalía del actual gobierno.
Morena no ha podido darle cauce a un nuevo gobierno. Hasta ahora arrastra los vicios del pasado y se nutre principalmente de la legitimidad de López Obrador, no de lo que aquí ha construido a partir de sus resultados. Morena aquí carece de dirección política y de un proyecto que dote de contenido local a la 4T. Su fuerza depende únicamente del liderazgo de AMLO.
Bonilla no contribuyó con este proceso; por el contrario, lo emponzoñó. Pero tampoco Marina del Pilar, empezando por la integración de su gabinete en el que incorpora a fracciones del viejo PRI (como lo hizo Bonilla), pero también lleva con ella a su esposo Carlos Torres, que viene del PAN, aprobó la Ley Bonilla y mantiene ligas con grupos del panismo. Ha sido un error muy grave de Marina haber dado este paso.
¿Por qué? Porque entra en contradicción con la línea dura que López Obrador impulsa contra el panismo a nivel nacional, mientras aquí Marina le abre las puertas de su gobierno. Esto ha decepcionado y desilusionado a una buena parte del morenismo de base que no sabe cómo explicar todo esto.
El otro problema, frente al cual Morena y el mismo AMLO no hacen nada, es que mientras Bonilla siga golpeando a Marina del Pilar, su gobierno no va a cuajar, y no va a poder tener el control o la influencia en los alcaldes para poder impulsar sus principales proyectos estatales.
Por todo eso se siente que Marina gobierna “a medias”, está arropada por el Ejército y el centro del país, pero hasta ahora no ha podido constituirse en un puntal del cambio en BC. Sus giras políticas y electorales por otros estados para apoyar a Morena, la debilitan mientras la entidad está envuelta en llamas y la inseguridad azota a las principales ciudades.
El problema es estructural. Está en la naturaleza de Morena, en su conformación y en su amalgama viscosa, dominada por un liderazgo único que le impone todo, no deja que se formen y nazcan nuevos liderazgos políticos, hasta que llega un Bonilla y le prende fuego a todo eso.
Marina está a tiempo de poder darle la vuelta a las cosas. Esta es una oportunidad, pero no puede continuar acatando las instrucciones del centro mientras el estado arde en medio de los problemas. ¿O será la gente la que tenga que pagar las facturas?
*El autor es analista político.
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