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Una fiesta comunitaria

En general nos gusta conmemorar aniversarios de personajes del pasado, fechas históricas, acontecimientos singulares que todavía son pertinentes.

En general nos gusta conmemorar aniversarios de personajes del pasado, fechas históricas, acontecimientos singulares que todavía son pertinentes, que aún son relevantes en nuestro tiempo y circunstancia. Pero, ¿todo puede ser conmemorado? Lo pregunto pensando en que, en 1923, se cumplieron cien años de varios sucesos que tuvieron como marco de referencia a Mexicali. Uno de esos acontecimientos sucedió el primero de julio de 1923 y fue un día que, en la memoria de los cachanillas, quedó grabado por mucho tiempo. Hablo, desde luego, de la inauguración de la cervecería de Mexicali. La sola construcción del edificio de esta fábrica de cerveza a escala industrial, de sus oficinas administrativas y su patio monumental para acudir a saborearla, fue seguida con atención por la población de esta ciudad fronteriza durante el primer semestre de ese año. Los mexicalenses se asombraban de la celeridad de su construcción y de que se completara tan pronto.

Así, el 2 de julio de 1923, el Chronicle expone lo sucedido el día anterior. Lo primero que constata, en la portada de su diario, es que Mexicali, con la cerveza Mexicali, se está celebrando a sí mismo como ciudad de progreso y está celebrando a su propia gente compartiendo su alegría con miles de invitados a la inauguración de la fábrica: “Diez mil personas se reunieron en Mexicali el domingo para celebrar la apertura de la nueva planta cervecera. Esta es una cifra conservadora. Otros llegaron a los 20.000. El gobernador José I. Lugo y el general Ferreiro bautizaron la fábrica con la rotura de botellas sobre la piedra angular, a las 10 de la mañana. Había numerosos delegados de California y Arizona y de sitios tan lejanos como Colorado, todos invitados por la compañía Lower California Commercial y su presidente, Miguel González. La presencia de la gente de la ciudad se ha demostrado más eficientemente que en el buen compañerismo y en el buen humor de la reunión de personas y familias que se han reunido hoy y en la reducción que se ha producido en los últimos días”.

La muchedumbre de visitantes era enorme, tomando en cuenta que era un festejo donde concurrían los residentes de los valles de Mexicali e Imperial, pero también visitantes y turistas provenientes de Arizona, California, Sonora y el resto de Baja California. por eso se decía que era un diluvio de personas las que: “Llegaron desde cualquier parte del valle, desde la ciudad y desde el norte. Llegaron a pie, en auto, en tren. En todo el lote de la cervecería no había un solo espacio disponible. El pabellón de la cervecería, donde se serviría el champán, estaba abarrotado desde el mediodía. El gobernador Lugo concluyó el breve discurso de bienvenida, que anunciaba su llegada con su personal, acompañado por el general Ferreiro, desde los terrenos del palacio, donde se había hecho la dedicación de la nueva pavimentación de la calle. Los automóviles se agolpaban en una espesa masa alrededor de la manzana de la plaza y en todos los lugares cercanos desde los que se podía escuchar la música. Esto se acentuó por la noche cuando se abrió la barbacoa de los señores Al Casner, Cardie Withington y Bob Davis. Aquí se sirvió una abundancia de carne maravillosamente asada. La multitud fue atraída al lugar y disfrutó hasta el límite”.

Y así, en esta fiesta, plena de cerveza y carne asada, de multitudes que disfrutan la inauguración de una fábrica podemos ver que la cerveza Mexicali se transforma de un producto comercial en un símbolo de nuestra ciudad, en el blasón de nuestra comunidad, que de ahí en adelante Mexicali será un nombre repetido en el mundo entero, un signo de fraterna camaradería. Es el primero de julio de 1923 y para los mexicalenses que lo viven, la urbe de la que forman parte ahora es suya por derecho de trabajo y sacrificio, pero también de placer y gozo. Los vasos que levantan para saludarse unos con otros es su santo Grial: el sol líquido que les da destino y fundamento.

Y vuelvo a lo histórico. ¿Es la inauguración de la cervecería de Mexicali un acontecimiento a conmemorar, más que los hechos políticos, los enfrentamientos bélicos, las gestas cívicas? Por supuesto que sí. Porque en esa fiesta está contenida el alma comunitaria de nuestra ciudad y valle. El festejo colectivo donde placer, orgullo regional y negocio venían a ser lo mismo.

*- El autor es escritor, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

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