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El día que llegó la revolución

Para principios de 1911, la principal preocupación de las autoridades judiciales del Valle Imperial era el contrabando de chinos, pero ya en un artículo del Calexico Daily Chronicle.

Para principios de 1911, la principal preocupación de las autoridades judiciales del Valle Imperial era el contrabando de chinos, pero ya en un artículo del Calexico Daily Chronicle del 24 de enero de ese año, titulado “Mucha excitación en Mexicali”, se notificaba que: “La noticia de que un número de insurgentes mexicanos armados llegó a Mexicali la pasada noche ha provocado una gran excitación en toda la línea. Muchos de los lugares de negocios fueron cerrados temprano allí, y las indicaciones
son que a todos se les ordenará cerrar al anochecer de hoy. Este es el primer reporte de la aparición de revolucionarios en las cercanías, y aunque no hubo informes de violencia, ha causado mucha inquietud a los oficiales y ciudadanos de Mexicali, y ya se están tomando todas las precauciones necesarias para evitar que se produzca algo grave. Se dice que los líderes, varios de los cuales
han sido identificados como revolucionarios del interior, han sido capturados por los oficiales mexicanos y están en la cárcel, mientras que la colonia local de simpatizantes está siendo vigilada por una fuerza extra de la policía. No se prevé ningún problema serio en esta parte del país, pero los oficiales tienen las cosas planeadas de tal forma allí que sería fácilmente sofocado si lo hicieran”.

Los siguientes días, sin embargo, fueron de calma. Pero el 29 de enero de 1911 tal percepción iba a cambiar. La tranquilidad fronteriza estaba a punto de estallarles en la cara. Como el Calexico Daily Chronicle, bajo la dirección de Otis B. Tout, era una publicación diaria, por eso fue la primera en dar la noticia del suceso más importante de 1911 en aquella parte de la frontera: la revolución había llegado a Mexicali y todos, estadounidenses y mexicanos, tendrían que lidiar, les gustara o no, con sus desajustes y consecuencias. En la madrugada del 29 de enero de 1911, bajo el mando del jefe José María Leyva, un sinaloense que había participado en la huelga de Cananea, y del comandante
Simón Berthold Chacón, un sonorense que residía en Los Ángeles, la pequeña tropa de 19 revolucionarios floresmagonistas entraron al pueblo de Mexicali y lo tomaron.

A las 3 de la tarde de ese mismo día, el Chronicle sacó un extra con el encabezado de “Mexicali tomado”, donde se contaba lo que estaba sucediendo a unos cuantos metros de distancia, en México: “Una banda de cien revolucionarios armados apareció repentinamente al amanecer en Mexicali esta mañana e inmediatamente procedió a tomar posesión del pueblo. Aparecieron en la casa del gobernador Terrazas, subprefecto de este distrito, y lo pusieron en arresto. Luego se dirigieron con mayor fuerza a la aduana y exigieron la entrega de los funcionarios del gobierno. Estos se negaron, pero cuando rompieron una ventana y sacaron al jefe del cuerpo de aduanas, éste entregó su Winchester y se rindió. Todos los funcionarios federales fueron puestos bajo guardia mientras el grupo principal procedía. Los revolucionarios fueron entonces a la cárcel y exigieron las
llaves del carcelero. Este las rechazó y fue asesinado con una bala de Springfield que le atravesó la cabeza. Este fue el único asesinato en el curso de la ocupación pacífica de la ciudad. Entonces se rompió la cerradura de la puerta y los presos de la cárcel fueron liberados, incluidos dos revolucionarios que habían sido arrestados días antes. Estos se unieron a las fuerzas de los insurrectos con gritos de Viva México”.

El propio Otis B. Tout cruzó la línea fronteriza y logró entrevistar a los revolucionarios sin que nadie se lo impidiera. También se logró tomar fotografías del grupo de rebeldes. Le fueron presentados los principales líderes del movimiento: el comandante J. M. Leyva y Simón Berthold, su lugarteniente. Las declaraciones del primero fueron ampliamente difundidas en toda la prensa estadounidense de costa a costa: “Este es un movimiento general que se está produciendo hoy en todo México. Nosotros formamos parte del Partido LiberalMexicano, que es lo mismo que el partido socialista en los Estados Unidos. Pretendemos que México se libere de la tiranía de Díaz y de todos los actuales funcionarios intolerables. Queremos que México sea una tierra para los pobres que hasta ahora han sido tratados como ganado. Estamos operando sin disturbios, derramamiento de sangre o libertinaje. Los planes son para el derrocamiento del gobierno y poner al pueblo llano en pie de igualdad con las clases superiores”. La revolución había llegado a Mexicali.

*- El autor es escritor, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

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