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Mi tía ‘Roly’, una mujer risueña y sencilla

Cuando era niña, mi abuela Esther siempre me hablaba de su prima “Roly”.

Beatriz  Limón

Cuando era niña, mi abuela Esther siempre me hablaba de su prima “Roly”. Me contaba que a veces la visitaba durante los calurosos veranos en su casa de Mexicali, ubicada en la Colonia Nueva. “Roly es una mujer sencilla y risueña”, decía mi abuela.

Mi abuela Esther también era sencilla, y quizás por eso siempre estuvieron unidas. La sencillez y la humildad son cualidades invaluables, no muy comunes, pero ambas las poseían en abundancia.

“Roly”, cuyo nombre real era Elba Espinoza Grosso, nació el 21 de mayo de 1942 en El Rosario, un poblado en Baja California Sur, rico en historia por las misiones jesuitas y franciscanas. Al igual que “Rolly”, mi abuela Esther Grosso también era nativa de ese mágico lugar.

Muchos años después, siendo yo una mujer de 35 años, visité El Rosario y conocí a “Roly”. Lo primero que pensé fue: “Mi abuela no se equivocó”. Su sonrisa iluminaba el espacio y su calidez te hacía sentir en familia.

Me llamaba “Esthercita”, porque, según ella, mi parecido con mi abuela Esther era enorme. Yo la llamaba tía “Roly”, a pesar de que apenas la estaba conociendo, personalmente, porque mi abuela y mi padre Carlos Limón ya me habían inculcado un cariño especial por ella.

La historia de mi familia paterna, por parte de mi abuela Esther, se remonta a un italiano de nombre Eugenio Grosso Boutares, nacido en Génova y quien llego a El Rosario buscando oro. No encontró el preciado mineral, en cambio, encontró el amor y se casó con Tecla Peña Duarte, con quien formó una familia.

Tuvieron varios hijos, entre ellos mi bisabuelo Ángel Grosso y mi tía Anita Grosso, conocida como “Mamá Espinoza” o Doña Anita, como le decían en El Rosario donde fue muy respetada y murió a los 109 años de edad el 12 de marzo de 2016.

Anita, quien se casó con Heraclio Espinoza, fue fundadora del emblemático restaurante “Mama Espinoza’s”, ubicado en El Rosario a más de 60 kilómetros al sur de San Quintín, sobre la carretera Transpeninsular.

Conocido como la casa de la Baja o del Off Road, es para muchos una parada obligatoria al pasar por el poblado de El Rosario y disfrutar unos deliciosos “burritos de langosta” con tortillas de harina hechas a mano.Cuando entras a ese restaurante, las paredes están llenas de recuerdos, pinturas, retratos, fósiles, detalles,antigüedades, que capturan la historia demi familia, aunque lejana, pero entrañable en recuerdos.

Doña “Roly”, como le decían respetuosamente todos los que la conocieron en elrestaurante o en cualquier lugar donde dejó huella, ya no está con nosotros. Me enteré de su partida este caluroso julio de2024, lo supe por una publicación en Facebook que decía: “Este fin de semana despedimos a Doña Roly, hija, madre, abuela,bisabuela, tía, prima , una mujer querida yamada por muchos”.

Me vino el recuerdo de mi abuela Esther platicandome de su prima “Roly”… Me vino el recuerdo de una mujer risueñay sencilla.

*La autora es periodista independiente para medios internacionales.

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