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Elecciones en EU, donde la realidad supera la fantasía

Como una trama conspirativa las elecciones en Estados Unidos se están volviendo un campo de batalla digno de un análisis exhaustivo.

Beatriz  Limón

Como una trama conspirativa las elecciones en Estados Unidos se están volviendo un campo de batalla digno de un análisis exhaustivo. Una serie de acusaciones por parte de Donald Trump aseguran que una confabulación meticulosamente orquestada por el “Estado Profundo” es responsable del atentado que sufrió en Pennsylvania.

La realidad es que el “Estado profundo” o “deep state” es una teoría que denuncia la supuesta existencia de una red de funcionarios y agencias gubernamentales que actúan en las sombras para influir o controlar las políticas del gobierno. A pesar de la falta de pruebas concretas, Trump y algunos de sus seguidores han proclamado la existencia de estos grupos.

En este camino Trump no ha estado solo: Steve Bannon, quien fuera jefe ejecutivo de su campaña presidencial en 2016, fue impulsor de la teoría, mientras, Stephen Miller, quien fuera asesor principal de la Casa Blanca durante la administración de Trump, de línea dura contra la inmigración avivó la teoría de que las investigaciones de “juicio político” contra Trump fueron dirigidas por el “Estado profundo”.

Los propagadores de la teoría volvieron a impulsarla, luego del anuncio de la vicepresidenta Kamala Harris como sustituta de Joe Biden para la candidatura demócrata.

Pero la teoría de un “Estado profundo” no es nueva. Según el historiador Ryan Gingeras, el término “derin devlet” es turco y se traduce al español como “Estado profundo”.

Este concepto se refiere “a una especie de sistema de gobierno paralelo, o en la sombra, en el que individuos no oficiales o no reconocidos públicamente desempeñan papeles importantes en la definición e implementación de la política estatal”. No se trata de un bloque burocrático homogéneo, sino que incluye tanto elementos legales como ilegales.

En Estados Unidos se adaptó el término “Estado profundo” y se ha usado como parte de teorías conspirativas en acontecimientos como el asesinato del presidente John F. Kennedy en 1963, el caso Watergate en 1972 o el ataque a las Torres Gemelas del 11 de septiembre de 2001.

Hay conceptos conspirativos que se han actualizado y esa supuesta teoría ha sido avivada por el movimiento extremista QAnon, cuyos miembros han traído al debate público la existencia de una supuesta organización secreta de poderes fácticos que dirigen Estados Unidos.

Muchos de los miembros de QAnon, autodenominados patriotas, fueron quienes tomaron el Capitolio del 6 de enero de 2021 inspirados en dichas teorías de conspiración que afirmaban que un “Estado profundo” estaba trabajando para derrocar al presidente Trump y traicionar al electorado cuando Joe Biden ganó las elecciones.

Este fenómeno de la creencia en teoríasconspirativas ha sido estudiado desde elpunto de vista psicológico, y las evidenciasapuntan a que habitualmente no se tratade un fenómeno aislado sino de un sistemacompleto de interpretación de la realidad.

Investigaciones respaldan que quienescreían en la teoría del complot del asesinatode John Kennedy, también se inclinaban aconsiderar que el gobierno federal había contagiado a estadounidenses gay y negros conel virus del SIDA; que los platillos voladoresexisten, pero ocultos por la fuerza aérea , yque los japoneses estaban conspirando paradestruir la economía de los Estados Unidos.

Créanme, aún sigo escuchando, y de personas estudiadas, repetir la teoría conspirativa de que China esparció el Coronavirusintencionalmente o que México se convertirá en Venezuela por las células infiltradasdel comunismo.

Bueno, es tiempo de elecciones en Estados Unidos, donde en verdad les digo, que larealidad supera la fantasía.

*La autora es periodista independiente para medios internacionales.

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