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Un indio del norte, un rebelde

En 1767, los misioneros jesuitas fueron expulsados del imperio español. Las misiones de Baja California quedaron en manos de los dominicos hacia 1772.

Gabriel  Trujillo

En 1767, los misioneros jesuitas fueron expulsados del imperio español. Las misiones de Baja California quedaron en manos de los dominicos hacia 1772, mientras los franciscanos se abrían paso, desde 1768 en Sonora y la Alta California. El impulso evangelizador iba a volver a ponerse en marcha, pero esta vez bajo el mando de las autoridades civiles y militares de la Nueva España. Y al igual que en la primera mitad del siglo XVIII se iban a realizar hazañas semejantes y se iban a cometer errores parecidos al intentar domeñar a las tribus del desierto. Ya en la segunda expedición del capitán Juan Bautista de Anza, la de 1776-1777, en el diario del padre francisca no Pedro Font, sacerdote de origen catalán, reconoce que los yumas “valientes... bien formados, grandes, fornidos”, pero no comprende la cultura indígena y ve en sus chamanes a simples embaucadores y a sus creencias como execrable idolatría.

Para entender el encuentro de los españoles y los yumas es necesario verlo como una doble mascarada, como una puesta en escena que ambas partes llevaron a cabo. Los yumas, así, se presentaron ante los occidentales como una tribu pacífica, primitiva (solo armada con arcos y flechas), que antes guerreaba con sus vecinos, pero ahora buscaba la paz, un pueblo interesado en los ritos cristianos (tu mitología es mi mitología) y en la aceptación abierta, sin prejuicios de las nuevas ideas y conductas que llegaban a sus tierras. Los españoles, por su parte, les presentaron a los yumas una versión light de lo que sería vivir bajo el orden de la Nueva España: ser vasallo del imperio era ser tratados como iguales, era disfrutar del uso de las armas de fuego, era tener el poder para sojuzgar a las tribus vecinas con apoyo de las autoridades reales.

El discurso era alentador en su publicidad: a las otras tribus las hicimos siervas nuestras y las pusimos a trabajar, pero con ustedes no lo haremos (hasta que ya no puedan impedirlo), respetaremos sus costumbres (hasta que ya no sea necesario guardar las apariencias) y los haremos cristianos solo si quieren serlo y no a la fuerza (pero desde el momento en que se bautizan quedan confinados al orden occidental sin escapatoria posible). El resultado fue que cuando los yumas se dieron cuenta de la trampa en que habían caído, tuvieron que dejar la mascarada de ser una tribu pacífica y volvieron a ser lo que siempre habían sido: una fuerza de ataque formidable, un pueblo orgulloso de sus usos y costumbres.

De todos los personajes de esta historia, el más fascinante, el más moderno en su forma de ser y de tomar decisiones, es Olleyquotequiebe. Desde que se aparece en la frontera norte, su saga es la de un indio con afanes cosmopolitas, inteligente y abierto a otras ideas, modos de vida o maneras de ver el mundo. Los demás personajes solo siguen las reglas establecidas de su sociedad y de su tiempo, sin apartarse de los prejuicios que llevan encima, del lugar que les corresponde mantener, ya sea como misioneros en plan evangelizador o como soldados al servicio del imperio español. Pero Olleyquotequiebe es otra clase de persona: nace como indio, pero quiere ser occidental. Entre los suyos no se conforma con una sola actividad y es muchos oficios: jefe guerrero, chamán y vidente. Pero también quiere ser embajador, capitán español, gente de confianza del virrey, cristiano. Luego, dependiendo de las circunstancias por las que atraviesa su pueblo, termina siendo un rebelde, un insurrecto, un hombre de acción, un estratega.

Para un hombre asmático que no pide consideraciones por su asma, se parece mucho al Che Guevara, otro revolucionario asmático que siguió sus pasos doscientos años más tarde. En ambos jefes, su sitio de nacimiento, su destino pensado de antemano, fue solo el punto de partida para conocer el mundo y transformarlo a su antojo. Por eso Olleyquotequiebe es un enigma, una contradicción, un hombre actual en pensamiento y albedrío, que halló su camino sin más orientación que su sentido de justicia, que su capacidad de renovarse o morir. Un hombre libre en un mundo esclavizado. Por esa sola virtud, ¿no es Olleyquotequiebe un ser único en su existencia individual, en la forma en que ejerció su libertad, en la manera en que se hizo a sí mismo? Por eso la rebeliónyuma de 1781 fue una sorpresa tanto para él como para sus enemigos. Un relámpago en cielo despejado.

*- El autor es escritor, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

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