La alegre práctica de dar
Hablar de vulnerabilidad no es fácil, y en sin temor a equivocarme.
Hablar de vulnerabilidad no es fácil, y en sin temor a equivocarme, siento que todos en algún momento de nuestras vidas, nos hemos sentido así. En realidad no es tan malo como parece, te revela el amor que se mueve a tu alrededor, y que en ocasiones lo ignoras.
Deja y les cuento, hubo un tiempo, bueno hace un año y algunos meses sufrí un severo accidente, ya les he compartido esta experiencia en mis columnas, pero para los que me leen por primera vez, un árbol fracturó mi columna y cuello. Ese accidente me obligó a estar inmovilizada y, depender de todo y de todos.
Lo único que podía reclamar como mío en ese momento, era mi corazón, que nunca perdió fuerza y determinación para seguir viviendo. Lo demás, me refiero a mi cuerpo, dependía de los doctores, enfermeros, terapistas y buenos amigos que me sostuvieron cuando yo no podía hacerlo.
Entiendo que las enfermedades, accidentes, pérdidas, son abrumadores y no siempre tienen final feliz, pero tampoco tienen porque tenerlo. La vida tiene una línea trazada y en eso, nosotros, los de este mundo, no tenemos control.
Pero en lo que sí tenemos control, es en nuestros sentimientos, nuestro espíritu, nuestras ganas de seguir luchando, en el ser agradecido por el día a día que Dios nos regala de vida. Y ya que hablamos de agradecimiento, yo lo estaré por siempre, ya que tengo que reconocer que nunca estuve sola en este proceso de recuperación. Hubo una comunidad de amigos y buenas personas en Arizona que me apoyaron incondicionalmente, y me tomaron de la mano con amor y ternura. Fue así como surgió un movimiento hermoso, liderado por mi gran amiga Karina Sadler, y que ahora lleva un nombre propio: “Lunada Bohemia y Baile Desde el Corazón”. Esta manera de ayudar, que se ha convertido en una red de apoyo para otras personas, y me encanta la idea que permanezca por mucho tiempo, se está convirtiendo en una cadena de favores que espero sea infinita.
Esta vez, el amor y la ayuda es para Janette Escobedo, una madre generosa que enfrentó el cáncer, después de haber pasado por la pérdida de su pequeña hija Kelly. Pero esta vez, estaré yo desde otro escenario, regresando el amor que me dieron cuando más lo necesite.
Es que el amor se demuestra de tantas formas, una de ellas la podemos definir como la actitud solidaria ante el sufrimiento ajeno, se conoce como caridad y teológicamente reza: “La caridad es como un paraíso de bendición”.
Así que busquemos ser parte de esos pequeños actos de amor y que no forjan el espíritu, nos hacen grandes como seres humanos y nos enriquecen.
“Cada uno dé como propuso en su corazón, no con tristeza, o por necesidad, porque Dios ama el dador alegre”, Corintios 9:7.
*La autora es periodista independiente para medios internacionales
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí