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No hay plazo que no se cumpla

Mi abuela repetía constantemente el refrán: “No hay plazo que no se cumpla, ni fecha que no llegue”.

Beatriz  Limón

Mi abuela repetía constantemente el refrán: “No hay plazo que no se cumpla, ni fecha que no llegue”. Esas palabras han resonado en mi memoria como un martillito constante que golpea con calma hasta que atina en el clavo y “pum”, la justicia llega.

He visto caer desde celebridades, políticos, funcionarios públicos, ex presidentes que se han aprovechado de sus posiciones de poder, hasta personas comunes, también aplica a compañeros de trabajo, familiares y conocidos, que en su momento intentaron hacer miserable la vida de otras personas. Esto es así, cuando hablamos de la dualidad entre ser una persona buena y una mala, nadie se salva, no se puede esconder la podredumbre o la virtud, saltan a la vista.

Por eso, cuando vi que Luis Arnoldo Cabada, director del Canal 66, se exhibió en público en su propia cadena televisiva tal cual es, escuché claramente como el martillo pegó en el clavo. Su momento había llegado, el ego y sus ansias de humillar a sus subalternos quedaron al descubierto y en esta era donde las redes sociales son los jueces, no hubo poder oculto que esta vez, lo rescate.

Recuerdo cuando apenas el Canal 66 era un incipiente estudio en un pequeño espacio dentro del histórico edificio de La Colorado River Land Company, en ese tiempo los más necesitados eran el alma del canal. Eran sus inicios, y muchos lo subestimaban, sin ver que la comunidad siempre será el corazón del periodismo. Repetidas veces fui a entrevistar a Norma Bustamante, una de las primeras conductoras, y en esa época, destacada promotora cultural. También entrevisté al desaparecido Arnoldo Cabada De la O, fundador del Canal 44 y padre del director del Canal 66. Me tocó ir al estudio y ver afuera gran cantidad de personas que iban a hacer públicas sus necesidades, por fin, una voz los escuchaba.

Luego, el pequeño proyecto rodó cuesta abajo como una bolita de nieve creciendo imparablemente y alcanzando las mieles del poder, la adulación y la ceguera política, que encandila a tantos, por no decir que a bastantes. Muy atrás quedaron los pobres y sus voces fueron sofocadas.

Siempre he sido periodista, y en el medio se sabe todo, así que empecé a escuchar las historias negras que se gestaban, como se entrelazan los hilos del poder y se hacía de la digna profesión del periodismo un intercambio de favores.

La sed por alcanzar puestos públicos era evidente. Me contaron de malos tratos al personal y actos cargados de excesos, nada confirmado por mí, solo rumores.

Pero lo que sí me tocó vivir y puedo dar fe de ello, fue el trato irrespetuoso y abusivo por parte de Cabada hacia la entonces conductora del programa “A primera hora”, Martha Zamora. Todo inició porque al director del canal le molestaba que las conductoras fueran en pantalones. Su consigna era “están aquí para vender”. ¿Las piedras venden verdad? Martha es madre de familiay un ser humano con una integridad y principio intachable, lo digo porque es mi granamiga y tengo años conociéndola. Pues palabras más, palabras menos, Cabada la citó en su despacho para gritarle a todo pulmón como si se tratara de una imposiciónque no la quería volver a ver en pantalones.Fue la primera y última vez que Martha puso un pie en su canal, tuvo la entereza de irse por la puerta grande. Pero en esa televisora se quedaron muchos de sus compañerosy empleados, que a diario viven y siguen viviendo situaciones similares, y que por necesidad son orillados a la humillación, laprepotencia y el abuso del poder.

Por eso cuando vi el clip en las redes sociales, donde Cabada despedía al aire conuna sonrisita burlona al periodista GustavoMacalpin, sentí un fresco y recordé las palabras de mi abuela…”No hay plazo que no secumpa…ni fecha que no llegue”.

*La autora es periodista independiente para medios internacionales.

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