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Un ideal valioso

Hay un estudio realizado por Gallup en 2017 sobre satisfacción en el trabajo a nivel mundial,y los resultados que arroja son impresionantes.

Octavio  Ballesteros

“2% de las personas piensan, 3% piensan que piensan, y 95% prefieren morir antes que pensar”.

Bob Proctor.

Hay un estudio realizado por Gallup en 2017 sobre satisfacción en el trabajo a nivel mundial,y los resultados que arroja son impresionantes: alrededor del 90% de las personas económicamente activas no les gusta su trabajo, y lógicamente no están comprometidos con el mismo. Incluso esto llega a otros ámbitos como el de las amas de casa que se sienten empleadas del hogar sin sueldo, y el índice de frustración en jóvenes se ha incrementado.

¿Cuál es el problema de fondo? No tiene el individuo un ideal valioso

VEAMOS.

Cuando una persona tiene éxito en lo que hace se encuentra satisfecha, se siente feliz. Y una de los mejores conceptos de éxito consiste en el siguiente: “éxito es la progresiva realización de un ideal valioso” de Earl Nightingale.

Muchas veces se hace referencia como un ideal a un objetivo, que en sí puede ser, pero hay un aspecto clave: el ideal debe tener una parte espiritual o trascendental. El tener un carro nuevo o una casa es un objetivo loable, pero no necesariamente valioso, ya que el poseer un objeto material la dicha que brinda es momentánea o de corto plazo. Un objetivo material no tiene el impacto de un ideal valioso.

Steve Jobs se da cuenta de que lo importante no está en fabricar computadoras sino en herramientas de entretenimiento para los usuarios, e incursiona en telefonía y en aparatos para oír música.

Elon Musk en energía sustentables e invierte en Tesla para carros con energía eléctrica. En el caso de empleados, es famoso el comentario del intendente de limpieza que se encuentra con el Presidente Kennedy en la NASA. Kennedy le pregunta qué hace, y el conserje contesta en poner un hombre en la luna. O la de los dos albañiles de una obra en construcción, a uno le preguntan qué hace, contesta ganando dinero para comer, y el otro responde que está construyendo una catedral.

¿CUÁL ES LA PREMISA?

Hablando del aspecto profesional, de la labor cotidiana, ¿cómo hacer para identificar que el ideal que tengo es válido? Hasta cierto punto es muy sencillo, el ideal que tienes, ¿vale la pena intercambiar tu vida por ese ideal?

¿Vale la pena ocho horas diarias de lunes a sábado por ese motivo?

¿Intercambiarías tu vida por una casa o por un auto?

¿Será lo mismo trabajar por encontrar una cura al cáncer a exclusivamente hacer dinero?… A propósito de este último afán, recordamos el epitafio de Romero: “Aquí yace yace Romero, invirtió su vida para hacer dinero, y luego gastó su dinero para recuperar su salud. Aquí yace Romero sin salud y sin dinero”.

Estimado lector, nuestra labor cotidiana no tiene porque ser causante de insatisfacción o de desilusión. Nuestro encargo aquí en la tierra es hacer algo que trascienda, algo valioso para los demás, un medio para dejar huella en esta vida. Y esta responsabilidad es de cada uno, el de buscar la realización progresiva de un ideal valioso.

¡Feliz domingo!

*- El autor es socio del Despacho Asesores Ballesteros.

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