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Lo que nos espera

Cuando en 2018, López Obrador llegó a la Presidencia de la República, la situación política del país era completamente diferente.

Anita B.  de Ochoa

Cuando en 2018, López Obrador llegó a la Presidencia de la República, la situación política del país era completamente diferente, había contrapesos es decir, había Democracia, los tres poderes que la sustentan, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, estaban vigentes, existía el respeto y el reconocimiento a cada uno de ellos.

Durante su sexenio AMLO atacó sistemáticamente a todo lo que le estorbaba para la rendición de cuentas, claro, tenía que protegerse de la corruptela que permitió en su gobierno, empezando por sus propios hijos, razón por la cual destruyó las Instituciones autónomas que reforzaban nuestra Democracia, aludiendo corrupción, sin mostrar prueba alguna, desapareciendo organismos e instituciones que lo obligaban a transparentar sus acciones por un lado, y a decretar convenientemente como de “Seguridad Nacional” los gastos en obras, realizadas o a medias, como el AIFA, el Tren Maya, y la refinería Dos Bocas, impidiendo a los mexicanos tener acceso y saber cómo y en qué, se gastaron nuestros impuestos.

Al llegar aunque con trampas e ilegalidades Claudia Sheinbaum al poder, hubo quienes esperaban que diera reversa a esta situación. Pronto se enteraron que su “Segundo piso” anunciado, era la continuación de los peores seis años que hemos vivido en todos los aspectos: Inseguridad, violencia, nepotismo, corrupción, ineptitud, narcotráfico etc., y lo más grave que ha sido, incentivar una crisis constitucional reiterando su apoyo al “plan antidemocrático de AMLO, en lugar de apoyar un proceso genuino de Reforma.

Por eso, el juramento que hizo al tomar el poder de “Guardar y hacer guardar la Constitución y las Leyes que de ella emanen”, fue una vacilada ante el objetivo de su predecesor de convertir a México en la autocracia de partido único, de hace varias décadas. Por esta razón vemos a Claudia repetir el mismo modelo de López, copiando incluso su forma de hablar, sus tácticas de dividir, calumniar, insultar, y amenazar, tanto al Poder Judicial como Institución, como a los Jueces individuales o a quienes osen criticar las reformas, aun cuando éstas sean anticonstitucionales. Así estamos ahora, en una situación terrible de confusión y crisis política, reflejada en la aprobación de Reformas Constitucionales a una velocidad inaudita, con una enorme irresponsabilidad de los legisladores y senadores de Morena a quienes la historia juzgará como los peores traidores a la Patria.

Por otra parte, la renuncia de ocho Ministros y más de 800 Juzgadores a sus encargos, son un ejemplo de lealtad a la Nación, no solo dimitieron por dignidad, sino para evitar ser cómplices de una dictadura, negándose a ser futuros legitimadores de un Estado represor, jueces sin rostro o inquisidores anónimos, violadores de Derechos Humanos desde la oscuridad y cómplices de la Cuarta Transformación. Nuestra admiración y felicitación para ellos.

Podemos preguntarnos ahora ¿El pueblo votó por una Reforma Judicial tan aberrante como la que hoy nos imponen, donde deciden en una tómbola la suerte de hombres y mujeres que se esforzaron años para lograr ser Jueces? ¿Por qué no se tomaron la molestia de evaluarlos? Si como pretenden, Morena será quien elija a jueces y magistrados, nuestra Democracia, Libertad y Derechos Humanos, se irán a la basura. Lo que nos espera es… de terror.

¡Mujer mexicana forja tu Patria!

*- La autora es consejera familiar.

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