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Pedro Páramo: Entre ecos, fe y redención

La novela Pedro Páramo de Juan Rulfo, me ha perseguido desde mi juventud.

Beatriz  Limón

La novela Pedro Páramo de Juan Rulfo, me ha perseguido desde mi juventud. La primera vez que la leí, me perdí en el laberinto de nombres, tiempos, diálogos y el poderoso realismo mágico que la envuelve. Aunque es una novela corta, su estructura es complicada y su riqueza literaria incalculable.

Conforme pasaron los años, fui adentrándome en el misterio del habla “Rulfiana” y fui descubriendo las capas, una a una, pero aun sin llegar al corazón de la novela. Ya en mi madurez como fotógrafa y periodista, me tocó formar parte de un maravilloso proyecto con un grupo de entrañables colegas, entre ellos mi gran amigo José Luis Pérez Cendejas, quien ya no está entre nosotros. Intentamos hacer un ensayo fotográfico de la novela. Un proyecto ambicioso, que culminó con una exposición en la Casa de la Cultura de Tijuana sin bombos ni platillos. Para ser honesta, un intento fallido.

La realidad es que el universo de Rulfo está poblado de personajes complejos, etéreos, que aparecen, y desaparecen. Escrita en primera persona, con diálogos poéticos que rayan en perfección. Tiempos que van y vienen, y te obligan a repensar lo ya leído. Sin duda, Comala, es el dibujo cristalino de nuestra mexicanidad. Publicada en 1955, ha sido la inspiración para muchas películas, y para ingenuos y osados fotógrafos cachanillas, que intentaron adaptarla a su visión y entendimiento.

Pero, la nueva versión cinematográfica de Pedro Páramo, que se estrenó en Netflix, dirigida por Rodrigo Prieto, le dio una vuelta a mi entendimiento.

A mis cincuenta años, pude ver, a través de la fotografía de Prieto y el guion de Mateo Gil, el penetrante conocimiento teológico que albergaba Rulfo, eso despertó mi curiosidad sobre esa faceta del escritor jalisciense. El tema del purgatorio lo desarrolla con una destreza magistral. En esta etapa de mi vida, donde mi interés por el mundo espiritual se ha exacerbado con peculiar gozo, pude entender tanto de los personajes, que en mi ceguera espiritual no veía. La realidad es que la literatura de Rulfo tiene un trasfondo netamente religioso y es absolutamente necesario para comprender su obra.

Rulfo no desaprovechó la rica traición religiosa en su escritura. Usando el sentimiento de culpabilidad, el deseo de confesión y la necesidad de alcanzar el perdón para la salvación.

El mismo Rulfo se describe así: “Yo fui criado en un ambiente de fe, pero sé que la fe de allí ha sido trastocada a tal grado que aparentemente se niega que estos hombres (los personajes de Pedro Páramo) crean, que tengan fe en algo. Pero en realidad, porque tienen fe en algo, por eso han llegado a su estado”.

Ahora entiendo que uno de mis mayores problemas al tratar de comprender a Pedro Páramo es mi intento de posicionar a los personajes en un espacio lógico que me resultaba incomprensible, ya que el mundo novelístico de Rulfo corresponde más a lo religioso. En este momento de mi vida, donde Dios es el eje que me mueve, por fin pude llegar al corazón de la novela.

Esos ecos que Rulfo describe en su prosa, esas almas buscando la redención, me lo confirman:

“En cuanto oscurece comienzan a salir. Y a nadie le gusta verlas. Son tantas, y nosotros tan poquitos, que ya ni la lucha le hacemos para rezar porque salgan de sus penas. No ajustarían nuestras oraciones para todos. Si acaso les tocaría un pedazo de padrenuestro. Y eso no les puede servir de nada.

Luego están nuestros pecados de por medio. Ninguno de los que todavía vivimos está en gracia de Dios. Nadie podrá́ alzar sus ojos al cielo sin sentirlos sucios de vergüenza. Y la vergüenza no cura”.

*La autora es periodista independiente para medios internacionales

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