Promesa de campaña

POR EL DERECHO A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN

La campaña electoral en los Estados Unidos se desarrolló con muchas declaraciones intentando dejar bien sentado, que las intenciones de los candidatos eran las de cumplir con cada una de ellas. Por consiguiente, hubo buenas proclamaciones, pero también muchas malas, que fueron dadas con la intención de ofender. Dentro de ellas se encuentra, sin lugar a duda, la de que los migrantes con destino a este país iban a contaminar la sangre de los ciudadanos estadounidenses. Esta ha sido una de las líneas discursivas y más socorridas de Trump, la de insultar abiertamente a todo lo que huela a migrantes. Pero, lo que resulta catastrófico es, que este y otros insultos no sirvieron para bajar el ánimo de los electores en sus preferencias por Trump. Más bien parece que fue la frase impulsora por antonomasia, que lo llevó al triunfo indiscutible.

Hubo otra consigna enarbolada que se quedó marcada y que, ahora, es la máxima preocupación en los Estados Unidos, en Canadá y en México: el aumento de los aranceles al 25%. Mientras que al principio Trump había sido muy selectivo de que solo los elevaría a México y a China, terminó incluyendo al Canadá, lo que provocó una reacción sui géneris o sea, que requiere un explicación única y especial. La integración de los dos países del Tratado de Libre Comercio entre México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) para algunos políticos y ciudadanos canadienses fue insólita. Aunque para muchos la inclusión sonaba intolerable, sabían que Trump no es un sujeto en quién se pueda confiar, porque en cualquier momento puede dar un bandazo y expresarse de manera contraria. Para otros canadienses, sin embargo, fue la puerta para que su conciencia fascista se abriera y se sintieran insultados, de la peor manera, por haberlos comparado con los mexicanos. Pudieron haber ido al extremo de declarar que no les molestaba tanto el aumento del 25% de los aranceles, sino que los hubieran igualado a los mexicanos.

El electorado estadounidense, especialmente el hispano, no tomó en cuenta la serie de delitos cometidos por Trump, para decidir el sentido de su voto. Particularmente, porque ya había manifestado que procedería contra los migrantes, ya fueran legalizados y/o ciudadanizados, como contra la migración en proceso de llegar al país. La realidad siempre ha sido más cruel que la ficción, pues, ahora, la enorme posibilidad de que una de las primeras medidas del presidente electo sea, efectivamente, el aumento del 25% de los aranceles, éste va a afectar, directamente, a los productos que van a la mesa de los ciudadanos. El incremento de los aranceles a las importaciones aumentará en una cuarta parte lo que antes se gastaba, por lo que se reducirá la capacidad de compra en esa misma medida. ¿Quiénes serán los principales afectados? Los hogares con menores ingresos, o sea, las comunidades de trabajadores primarios, como los agricultores y quienes perciben salarios mínimos en las ciudades. En palabras más claras, le regresará a los votantes emigrados e insultados, el pago retroactivo por el voto depositado. En otras palabras, les extiende el trecho que deben recorrer para poder salir de la miseria en la que viven.

En lo que respecta a los canadienses fascistas, es denigrante que expresen en los medios la frustración que sienten, eso los lleva a rebajarse y a disminuir sus aspiraciones, pues le exigen con voz callada a los estadounidenses, que los respeten y no los sigan insultando con comparaciones inauditas. Además, le dan un espacio a Trump, para que les restriegue en la cara, que si quieren ser elevados a estadios superiores a los de los mexicanos, deberán doblar el occipucio un poco más. A partir de allí ya es cosa personal. Cada quien sabe hasta dónde está dispuesto a doblar la cerviz. Vale.

* El autor es licenciado en Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.