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Civil Poems: el verso ciudadano

El oficio de poeta implica, en su trabajo con el lenguaje y en su retrato de la vida que cada autor experimenta, una manera de encarar los desafíos de la existencia cotidiana.

Gabriel  Trujillo

El oficio de poeta implica, en su trabajo con el lenguaje y en su retrato de la vida que cada autor experimenta, una manera de encarar los desafíos de la existencia cotidiana. Pero, ¿qué pasa cuando esa existencia que comparte con los demás se exacerba en violencia, en brutalidad, en zozobra? ¿Cómo escribir de uno mismo sin hablar de lo que sucede a los demás en su propio país, en la sociedad a la que se pertenece? En la poesía mexicana muchos han sido los poetas que han querido dejar su testimonio del momento por el que pasaba la comunidad que los rodeaba. La lista es larga pero aquí sólo menciono a Ramón López Velarde frente a los estragos de la Revolución Mexicana tierra adentro, a Octavio Paz en la Guerra Civil Español como preludio del avance fascista por toda Europa, a Horacio Enrique Nansen cantando contra la salinidad del Río Colorado en los años sesenta del siglo pasado, o en María Baranda, destacando el clima de violencias que hoy hieren a nuestra patria.

A esta ruta poética, la de decir las cosas por su nombre, la de explorar el alma colectiva de nosotros, los mexicanos, contribuí con un poemario titulado Poemas civiles, que exponía mi percepción de la realidad nacional hacia principios de la segunda década del siglo XXI. Y es que yo decidí reflexionar sobre México como un acto de conciencia pública, como una demanda de claridad por el país que hemos dejado malbaratar con los ojos cerrados. Por más que buscaba una poesía que pusiera el dedo en la llaga, no pude encontrar, cuando comencé a escribir sobre el estado de la nación mexicana en 2010, 2011, poemarios que hicieran referencia a la situación catastrófica en que vivíamos hacia la segunda década del siglo XXI. Yo quería una poesía que mirara al mundo de frente, sin subterfugios, sin pretextos. Que el poema no fuera la otra realidad sino ésta que estamos padeciendo aquí y ahora. Que el verso fuera un purgante, una curación radical.

De ahí, de esa desesperación y agonía, nacen los textos que conforman mi poemario Poemas civiles (Amargord, España, 2013). Son apuntes al vuelo de un país metido hasta el fondo en una violencia que se expande, que se multiplica por todos los resquicios del cuerpo social. Son dibujos al natural del horror cotidiano, del sentimiento compartido por los mexicanos en su travesía sangrienta. Porque la poesía, para ser un instrumento vital, debe primero ser honesta consigo misma, debe demostrar de qué está hecha como emoción y desafío, como verdad en carne y hueso. Poemas civiles me fue publicado en España (en México no hubo interesados en publicar una poesía como ésta, tan ajena a barroquismos y juegos conceptuales), con un dibujo de portada del poeta Antonio Orihuela, por la editorial Amargord (Huelva-Madrid). Es, lo admito, una obra creada bajo la sombra ominosa de la guerra contra el narco. No es un diario de desastres ni un poemario de protesta, aunque algo tiene de ambos.

Tres años después de que Poemas civiles se publicara se contactó conmigo José María Mantero, profesor español que trabajaba en una universidad estadounidense de la costa Este. Me comunicó que él y un asistente suyo, Dunn, habían traducido mi libro al inglés bajo el título de Civil Poems. Me enviaron su versión, que mucho me gustó y más agradecí. El problema fue encontrar una editorial que le interesara publicarlo en el país vecino. De 2016 en adelante no hubo año en que no mandara a las editoriales estadounidenses, establecidas y marginales, comerciales y universitarias, la petición de que consideraran el editar Civil Poems.

En 2023, gracias a Anthony Seidman, el traductor de Palos de ciego (1923), el poemario de Facundo Bernal (1883-1962) al inglés, toqué la puerta virtual de la editorial independiente, con sede en Nueva Yoork, Spuytenduyvil Publishing, que ahora dirige Tod Thillman, quien ya había trabajado en la galería del célebre club CBGB, el centro del movimiento punk neoyorquino, por donde pasaron autores como el dramaturgo Sam Shepard y la poeta Patti Smith. Ahora formo parte de su catálogo con Civil Poems y eso es para mí un orgullo. El libro ya no es, en términos de su presentación en inglés, no sólo mío sino también de José María Mantero y Phillip Dunn, sus traductores. Enhorabuena para todos nosotros.

*- El autor es escritor, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

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