Exceso de agallas
No es la primera ni será la última vez que, por el exceso de agallas.

POR EL DERECHO A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
No es la primera ni será la última vez que, por el exceso de agallas, un extranjero quiera adjudicarse poderes que no tiene ni tendrá, en un país que no es el original suyo. El incidente conocido ya en todo el mundo, de un trabajador que ingiere sus alimentos en una banqueta, en Mazatlán, y es literalmente corrido por quien, al parecer, es el dueño o el inquilino de la casa, ha indignado a todo el mundo. El sujeto, con una actitud prepotente, alzando la voz y apuntándole con su dedo acusador, corre y acompaña al obrero hasta donde no lo pueda ver. Éste sin acertar a defenderse, recoge sus alimentos y camina avergonzado hasta donde lo decide este nuevo dueño de la ciudad.
Sucesos de este tipo han aparecido en otras ciudades, y las autoridades responsables de poner las cosas en su lugar, de manera servil, han volteado la cara omitiendo corregir un acto violatorio de los derechos humanos. Las calles con sus banquetas, los parques, las playas y otros sitios, son propiedad de la nación y, cualquier mexicano o extranjero, puede hacer uso de ellos. Las banquetas enfrente de las casas o negocios pertenecen a las ciudades y, por consiguiente, son de interés público y de uso común, dentro de lo que marca la ley.
Existen casos en los que extranjeros o nacionales que adquirieron propiedades anexas a playas, han cercado los límites que ellos decidieron que les pertenecen. De esta manera les conculcan a los ciudadanos, el derecho que tienen de transitar, bañarse o asolearse en las playas mexicanas. Exagerando las cosas, esos abusivos sujetos contratan guardias que impiden el paso de las personas, a quienes han inclusive golpeado o denunciado para que las encarcelen.
Sin embargo, las cosas están cambiando y las poblaciones se están empoderando, y se organizan para recuperar sitios adueñados ilegalmente. Esto, como una reacción contra la corrupción que anega a las corporaciones policiacas. El peligro es que, al no estar regidos por la gobernabilidad, en cualquier momento se pueden producir acontecimientos fatales, provocados por acciones desordenadas de la muchedumbre.
La respuesta espontánea de los habitantes de Mazatlán, de acudir a la casa del abusivo y grosero sujeto, con intenciones de hacer una carne asada en la banqueta, pudo convertirse en un hecho con fatalidades. El jueves una persona regaló ostiones enfrente de la casa del grosero sujeto, mientras se observa a una multitud haciendo presencia, al mismo tiempo que un sinfín de carros pasan por ese sitio. No tengo idea de lo que esté pensando hacer quién provocó esta reacción de enojo en la comunidad. Lo más prudente es que abandone el lugar, procurando que sea en la madrugada, para evitar posibles ataques a su familia y a él mismo.
También podría intentar enfrentar a los ciudadanos, aclarando las cosas y ofreciendo disculpas al obrero. Sin embargo, creo que no va a funcionar nada de eso. La población está muy golpeada y reacciona de manera defensiva. El estado de Sinaloa está enfrentando una escalada de violencia a la que no se le ve el fin. Durante muchos años se promovió la barbarie y la delincuencia se apoderó de las ciudades, y ha estado desaf iando a los gobiernos y a las fuerzas policíacas y a las fuerzas armadas. Esta dejadez gubernamental engrandeció al crimen organizado y, ahora no tiene como amedrentarlo, porque controlarlo no va a ser posible.
Mientras tanto, el extranjero que corrió al obrero de un lugar público está en serias dificultades. Puede ser golpeado o linchado si no se controla esa situación, y, si tiene la mala suerte, de caer en las manos de esa multitud enfebrecida. Por lo pronto, ya puede comenzar a pensar en cambiar su actitud.
Vale.
* El autor es licenciado en Economía con Maestría en Asuntos Internacionales por la UABC.
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