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Despide Doña María de la Luz a su hijo

Despide Doña María de la Luz a su hijo

Rogelio Medina Piña y su madre María de la Luz Piña Santos se encontraban la noche del 23 de junio en el asilo Hermoso Atardecer, en el momento justo en el que este siniestro cobrara la vida de 17 personas.



Entre los sobrevivientes se encontraba su madre, pero Rogelio, o “Gello”, como lo llamaban sus hermanos, no logró ser rescatado con vida.



Ayer por la tarde sus familiares y amigos se reunieron para acompañar a Rogelio, recordando a aquel hijo, hermano o amigo que no hizo más que brindar alegría a quienes lo rodeaban.



“Gello” nació con una enfermedad mental, razón por la que su madre


y su familia dedicaron 52 años de su vida a cuidarlo y atenderlo con mucho amor, siendo hasta este siniestro que se separó de él.



A pesar de que al nacer los médicos no le daban una alta esperanza de vida a ese pequeño niño, los cuidados de su madre lograron no sólo que sobreviviera, sino además que fuera un niño que logró vivir


más de 50 años llevando alegría a su familia.



“Rogelio era muy juguetón con su papá, si su papá estaba haciendo un trabajo él iba y le quitaba las cosas, le gustaban mucho los carritos, desde chiquito, toda clase, también le gustaban mucho los radios”, describió su madre.



“Gello” se caracterizó por no sólo ser el más alegre de su familia, sino además por ser una de las personas más conocidas en la colonia donde vivía con su familia, Alamitos, donde se encargó de hacer amistades.



De niño, él era un niño que le gustaba jugar con sus hermanos a los carritos, mismos que coleccionaba y que le gustaba armar y desarmar por diversión, recordó su madre, a pesar de su padecimiento, siempre fue un niño travieso e ingenuo que sorprendía a su familia.



Conforme fue creciendo se hacía más difícil que estuviera en casa, pues constantemente se salía, pero le gustaba subirse a los camiones, acompañar a la gente, sin embargo, las personas ya lo conocían, y al final siempre supo como regresar a casa.



“Lo conocía mucha gente, mucha gente ha venido a visitarme porque lo conocía, siempre fue un muchacho muy alegre, la gente se acordaba de él”, comentó su madre recordando los años de juventud de su hijo.



Los años fueron pasando, su padre falleció y la energía de la juventud de “Gello” fueron disminuyendo, de repente dejó de salirse de la casa sin avisar, comenzó a madurar y con esto a pasar más tiempo en casa.



Sus hermanos siempre lo apoyaron y lo consintieron, describió su madre María, ellos lo llevaban de paseo a todas partes, le gustaba mucho ir a comer, o andar en motocicleta, todos los quisieron mucho.



“Tuve un yerno que lo quiso mucho también, nunca se avergonzó de él, siempre lo presentaban, y él estuvo encantado de la vida, lo quisieron mucho, todavía cuando estuvimos en el asilo todos lo querían mucho, le decían el bebé, porque era el más chiquito de todos”, expresó.



La decisión de llegar al asilo fue a raíz de las complicaciones de salud que comenzaba a padecer, pues hace aproximadamente cinco años su salud comenzó a deteriorarse tras ser diagnosticado con esclerosis múltiple.



Hace unos meses su madre sufrió un accidente, lo que dificultó el cuidado de Rogelio, la salud de ambos comenzó a mermarse, por lo que tuvieron que buscar apoyo para continuar con los cuidados.



Pese a que la familia buscó contratar personas para que estuvieran


en casa y le ayudaran a su madre con los cuidados, los cuidadores desistían al poco tiempo de esta labor, por lo optaron por ingresar


al asilo de manera voluntaria, pues allí tendrían asistencia las 24 horas del día.



“Yo decidí irme al asilo, yo, yo me fui al asilo con él, y yo les ayudaba a cuidarlo, le daba de comer a veces, a veces comíamos juntos en el comedor, 52 años de mi vida se los dediqué a él y a mis otros hijos, pero él era el primero”, dijo mientras su voz se quebraba.



Sus hermanas lo recuerdan como alguien que siempre ponía la alegría


en el hogar, que al llegar a casa, o sentarse en la mesa siempre encontraba una travesura o algo qué hacer para provocar una risa.



Recuerdan sus familiares, como le gustaba comer camarones, hamburguesas, tacos de carne asada, o bien tomar café, comentaron entre sonrisas y algunas lágrimas.



“Fue muy feliz, así con su condición aún así fue muy feliz, todavía cuando estaba enfermo, él fue muy valiente y solito luchaba, siempre fue muy inteligente, fue muy feliz rodeado de personas que lo querían”, expresó una de sus hermanas.

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