Viajan 300 kilómetros para cambiar la vida de Jonathan
Sin importar los más de 300 kilómetros de distancia, que implicaban cruzar la frontera entre México y Estados Unidos, 6 compañeros de trabajo radicados en Fontana, California decidieron venir hasta Mexicali para construir, con sus propias manos, el sueño de un joven que busca vencer la batalla contra la insuficiencia renal.
Se trata del caso de Jonathan Espinoza Peraza de 14 años de edad quien se encuentra a la espera de un trasplante de riñón, procedimiento que ha visto obstaculizado al no contar con una vivienda que le permita la recuperación que un paciente trasplantado requiere.
El diagnóstico para él llegó cuando tenía 12 años de edad y desde entonces la batalla la ha dado junto a su madre y futura donadora del riñón que necesita, Francis Peraza, empleada de una fábrica de ensamble en el turno nocturno.
Aunque los protocolos para llevar a cabo el tan anhelado trasplante han ido avanzando, los médicos que atienden al joven ven como un riesgo las condiciones en las que se encuentra la casa que habitan en la colonia Voluntad.
La historia de Jonathan Espinoza Peraza traspasó fronteras y llegó a través de los medios de comunicación hasta un mexicano que emigró a California hace varios años y que conocía perfectamente el impacto que la insuficiencia renal provocaba en una familia, su nombre: Valentín Zavala.
“Mi hija cuando nació venía con ese problema de insuficiencia renal y a los 3 años tuvo su primer trasplante, su mamá fue quien se lo donó también, yo prácticamente he estado en sus zapatos y eso me motivó un poco más a emprender este proyecto”, compartió.
Además de su hija Karina que ahora tiene 18 años de edad, Valentín vivió la misma enfermedad con su padre, quien no logró vencerla y falleció, al igual que su abuela.
“Yo dejaba a mi hija en el hospital a que le hicieran diálisis e iba a llevar a mi papá para llevarlo a otro hospital, viví 3 años durmiendo en la cajuela del carro”, recordó conmovido.
Fue un día después de conocer la historia de Jonathan que Valentín compartió con sus compañeros Juan Lázaro, Salomé, David, Ricardo, Steven, Héctor y Sean Maine, el deseo de venir a Mexicali y apoyar en la construcción de una vivienda para el joven.
“Vi que necesitaban quién les construyera y como me gusta este trabajo y lo hago por hobbie en Fontana, les dije este es el proyecto que tengo y todos dijeron yo te ayudo, unimos fuerzas y todos estamos aquí”.
Motivados, los 5 compañeros, llegaron por primera vez a Mexicali, cargados con material de construcción y herramientas con el firme reto de construir una casa para Jonathan en tan sólo 3 días.
“No conocía nada de Mexicali más que el calor, vine después de que contacté a Francis vi el terreno y nos empezamos a mover, lo que nos interesaba era tener el piso hecho para poder avanzar y empezar la construcción”, contó.
Nueva vivienda
Al fondo en el mismo terreno donde habitan Francis y Jonathan se levantó una nueva vivienda a base de madera.
Para su construcción se utilizaron los materiales que algunos mexicalenses ya habían donado a Jonathan y se agregaron los que trajeron de Estados Unidos.
Valentín explicó que se buscó la construcción al estilo americano y con características óptimas para soportar las altas temperaturas.
La nueva vivienda de Jonathan tiene 280 pies cuadrados, piso con loseta, aire acondicionado y un baño equipado con tina para su proceso de recuperación, una vez que sea trasplantado.
“Creo que no va a hacer le falta absolutamente nada, tiene todas las comodidades, tiene luz, abanico en el techo, un detector de humo para cualquier tipo de incendio y la forma en que hice el techo fue elevado para que el calor se mantenga abierto y tiene ventilación por los lados”, precisó Valentín quien encabezó la logística.
La construcción, aclaró, se hizo pensando en las necesidades que tendrá Jonathan cuando sea trasplantado.
La nueva casa provoca contraste al lado de la vivienda de cemento deteriorada en la que habitaba la familia.
Para lograr su objetivo, Valentín, Juan Lázaro, Salomé, David, Ricardo, Steven y Sean Maine trabajaron de forma ininterrumpida, sin importar el calor ni los rayos del Sol, motivados únicamente por ayudar a una familia a vencer una enfermedad tan agresiva como la insuficiencia renal.
Con su labor, Valentín y el resto de sus compañeros de trabajo demostraron que para ayudar y servir, no existen límites y mucho menos fronteras.
“Yo tengo esa idea, haz el bien sin mirar a quién, arriba tenemos un Dios que juzga a lo que haces y ve la obra buena o mala, a mí solamente me gusta ayudar a quien puedo y no digo que soy un ángel, cuando morimos no nos llevamos nada y Jonathan necesita una segunda oportunidad”, dijo satisfecho Valentín Zavala.
“Ya puedo decir que tengo una satisfacción, hice esto por una persona y no lo hago porque me reconozcan, yo lo hago para que quien lo está recibiendo tenga la oportunidad que a lo mejor otros se la habían negado y aquí estoy”.
Aunque falta culminar algunos detalles, será en poco tiempo cuando Jonathan pueda habitar su nueva casa y ahora restará solamente la fecha en que ingresará al hospital para recibir el órgano que le devolverá su calidad de vida.
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