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Con amor y vocación de servicio

Con la meta de ofrecer un mejor futuro a niños en situación vulnerable, los integrantes de la Casa Hogar Fratello por la Infancia sobrellevan las dificultades económicas que se les presentan. Lo que empezó hace 18 años como una acción noble a favor de tres niños desamparados, con el tiempo se ha consolidado como una asociación civil a favor de la niñez que cumple con la reglamentación y requerimientos legales para operar.



“Empezamos mi esposo y yo apoyando a tres niños que su mamá tenía problema de adicciones, se quedaron en nuestra casa.



Así empezamos a apoyarlos, luego nos empezaron a traer a otros niños. La gente supo de lo que estábamos haciendo y empezaron a correr la voz.



Luego fueron 5, 7, hasta que nos dijeron que para seguir apoyando a los niños debíamos tener autorización, y nos acercamos al DIF.



Así empezamos”, narró la directora Felícitas Austin. Aunque ha sido una tarea laboriosa, gracias al apoyo de su esposo Gildardo Legorreta y del resto de sus familiares, han brindado ayuda a niños en situación de calle, riesgo familiar y con padres que padecen problemas de adicciones.



Con un ingreso económico que depende de la regularidad de los trabajos de construcción en los que se desempeña don Gildardo, y el esfuerzo y dedicación de Felícitas como ama de casa se sostiene Fratello.



El que para decenas de niños ha sido un verdadero hogar, donde han encontrado además de un techo, amorosos cuidados, atención médica, acceso a la escuela y a la terapia psicológica, quedó registrado legalmente ante el Estado en junio del 2012.



Actualmente, Fratello por la Infancia se encuentra a su máxima capacidad, atendiendo a 15 menores que van desde los 4 hasta los 15 años.



La edad límite para permanecer en el hogar es de 18 años de edad.



“Nos encargamos de darles todo lo que una familia debe dar a sus hijos: Escuela, alimento, médico, dentista, atención, convivencia, psicólogos, y la mayor parte del tiempo soy yo misma la que está con ellos”, dijo la directora.



TOMAN IMPULSO



A casi dos décadas de haber iniciado su labor altruista, la encargada del centro de albergue considera que aún hay mucho trabajo por hacer.



“Apenas estamos agarrando vuelo, a veces no sabemos ni de dónde sale el dinero, porque no contamos con ninguna ayuda de Gobierno, más que las donaciones de la gente y de los jóvenes de escuelas, con eso nos mantenemos.


Gracias a Dios mucha gente se ha acercado a Fratello y han confiado en este proyecto, aportando comida, muebles, recursos, todo lo que tenemos es dado por la comunidad”.



La buena voluntad de sus benefactores, no los ha eximido de vivir algunas carencias y dificultades.



“Año con año es muy complicado pasar el verano por el pago de la luz. Últimamente también la gasolina es cara, y nosotros diariamente nos movemos para llevar a los niños a sus escuelas, necesitamos mucha”.



Junto con esos gastos, la compra de alimentos, insumos de higiene personal, limpieza, así como el pago de la renta implican en conjunto un egreso mensual aproximado de 40 mil pesos para la administración de la casa hogar.



Pese a las dificultades y preocupaciones que año con año derivan de esta situación económica, ni Felícitas ni su familia han pensado en abandonar su labor.


Por el contrario, mantienen la esperanza de contagiar a más personas su espíritu de ayuda y amor por los niños.



EN DATOS



Para ayudarlos a continuar con su labor, la comunidad puede realizar donativos económicos o en especie, acudiendo a su domicilio o bien, a la cuenta bancaria Santander número 92- 00213513-8.



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