“No sabía si me iban a dejar vivo o muerto”, automovilista que se lanzó a canal
Mario se arriesgó y se arrojó con todo y su auto al canal para deshacerse de ladrones armados que lo interceptaron y lo llevaban a un despoblado.
Mario salió de su trabajo a las seis de la mañana el pasado 24 de septiembre, y abordó su camioneta Honda CRV gris, modelo 1998, para dirigirse a su casa, en la zona poniente de Mexicali.
El joven de 20 años tenía poco de haber ingresado a la planta procesadora de la empresa Sukarne, en la carretera a Tijuana, y había oído del robo de baterías, robo de autos y asaltos, pero nunca pensó que le ocurriría a él.
Ese viernes, dos vehículos lo interceptaron en la carretera, un Honda Civic y un Toyota. “Me los quise llevar para que no me alcanzaran, hasta que uno sacó el arma y me detuve”, recuerda. Dos hombres subieron a los asientos posteriores de la camioneta.
“Les dije que les iba a entregar la camioneta, pero me dijeron, no, tú te vas conmigo”, agrega.
Luego le hicieron tomar un camino fuera de la carretera, a un lado del canal y en ese momento, pensó en todo lo que podría ocurrir; la adrenalina inundó su cuerpo.
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“Así nos fuimos unos 10 minutos; es un temor que no sabes qué te va a ocurrir, no sabes si te van a tirar por allá vivo o muerto”, comenta. “Iba pensando en muchas cosas, y no me quedó de otra más que tirarme”, y en ese momento direccionó su camioneta al canal.
Mario salió de la camioneta y los dos asaltantes se quedaron dentro. Corrió por varios minutos, hasta que encontró una vereda que da a una bloquera y llegó a la carretera. Por una hora y media caminó hasta la delegación Progreso, donde pidió ayuda en una gasolinera.
“Pensé en pedir ayuda a los automovilistas que iban pasando, pero era de madrugada y la verdad es que no cualquiera se para a ayudar a alguien a la orilla de la carretera”, expresa el trabajador de la planta procesadora de carne.
Cuando llegaron agentes, les contó lo ocurrido. Agregó que solo vio salir a uno de ellos de la camioneta, por lo que el otro pudo haber muerto en el canal. Esa mañana lluviosa, agentes municipales y bomberos acudieron al sitio.
En el canal, arrastrada por la fuerza del agua, la camioneta había quedado volteada, sobre su toldo. En el interior no había nadie. Con la zona asegurada, lo único que pudieron hacer fue retirarla de la orilla del canal con ayuda de una grúa.
“Me dijeron que si quería seguir con la denuncia, se tenían que llevar la camioneta a un corralón, pero que si me la quería llevar a mi casa, que era sin la denuncia”, recuerda. La denuncia quedó en espera, pues hoy la camioneta familiar se encuentra en el patio de su casa, como recordatorio de lo ocurrido.
“Pensé, porqué se la van a quedar, algo que a mi madre y a mí me ha costado (…) no sabes cómo explicarlo, se siente muy escalofriante que te pase eso, no es la primera vez que me asaltan pero sí con el carro”, añade.
“No puedes procesar todo, no hay forma de describir lo que haces, decidí aventarme y si es la única forma y pensé en estrellarme en un árbol, pero el canal era lo único que miraba y me aventé; si salía (vivo) o no, mínimo me los llevaba”, explica.
“Porqué alguien se lo va a llevar así de fácil, que vengan de la nada y te lo quieran quitar, porqué. No entiendo, para mi familia no es fácil, tienes que trabajar para tener algo y no se me hacía justo”, señala.
Después de lo ocurrido, Mario piensa renunciar a su trabajo, no por las condiciones laborales, sino por la experiencia sufrida el pasado fin de semana, sobre todo porque los asaltantes que lo amenazaron con arma, siguen sueltos.
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