Los hijos que faltan en casa
Con hijos desaparecidos y abrazos que ya no pueden recibir, es como cientos de mujeres viven cada Día de las Madres, desde que la inseguridad los apartó de sus hogares y sus familias.
Mexicali, B.C.- Lo que para muchas personas representa el Día de las Madres, que evoca gratitud y celebración para quienes nos trajeron a este mundo, para un grupo de mujeres del país tiene un peso doloroso, y es para aquellas madres cuyos hijos han desaparecido o han sido desaparecidos.
La ausencia de sus hijos trasciende el paso de los años, de la indiferencia de una parte de la sociedad y de la indolencia de las autoridades en turno, que en cada administración les prometen justicia a estas madres.
En cada caso, cada hijo desaparecido deja un vacío en un hogar, en una familia, en el corazón de sus madres; los espacios que habitaban, en ocasiones, se convierten en un altar no planificado, en un refugio en el que sus madres les lloran.
A través de este texto y una entrega de tres historias, abordaremos este vacío y el dolor que viven Imelda, María y Aleida, tres mujeres a quienes les han sido arrebatados sus hijos sin que puedan saber de su suerte y paradero.
Como madres, a sus hijos los recuerdan como inquietos, activos, deportistas y con un corazón que alojaba amistades por doquier; hombres que apreciaban la vida y que la darían por sus madres.
La inseguridad y la delincuencia los apartó de sus hogares y sus familias, pero es la impunidad la que los mantiene todavía lejos de casa, de una sepultura digna, de un lugar en el que puedan recibir flores de quienes han sufrido su partida.
Según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas en México (RNPDNO), en el país hay un 116 mil 250 personas en calidad de desaparecidas o no localizadas.
EL PANORAMA
Aunque el Registro Nacional señala que en Baja California hay una cifra de 2 mil 774 personas desaparecidas o no localizadas, sus números discrepan de las estadísticas de la Fiscalía General del Estado (FGE).
Fidel Corvera Gutiérrez, director de la Unidad de Búsqueda de Desaparecidos de la FGE, la cual se ocupa de los casos hasta el momento, dijo que desde la creación de esta unidad, en el 2018, han iniciado cerca de 19 mil carpetas de investigación en materia de desaparición.
De estas, agregó, han resuelto o determinado unas 14 mil 500, por lo que la nueva fiscalía especializada creada en noviembre del año pasado y que hasta la fecha sigue sin titular, estaría “heredando” unas 4 mil 500 carpetas abiertas en todo el estado, con números al cierre del 2023.
De las carpetas resueltas, agregó, en el 90% de ellas se han localizado los cuerpos de las víctimas, algunas otras han sido de personas halladas con vida, además de otro número no precisado de carpetas judicializadas.
ESPACIOS VACÍOS
Una recámara, una silla en el comedor, un lugar en el sofá de la sala o en el patio de una casa, son todos espacios de un hogar que las madres de jóvenes desaparecidos suelen ver a diario, e inevitablemente recordar a sus hijos.
Hogares que se han vuelto objeto de melancolías y que en varios casos, han tenido que ser remodelados, tal cual lo deben hacer las madres buscadoras con toda su vida, su dinámica y el amor que le dan a su familia.
En las tres historias que se presentarán en esta serie, todas ellas han colocado una ofrenda, un altar, un rincón de su hogar para honrar la memoria de sus hijos que en algún momento llenaron de risas o pláticas esos espacios.
MADRES BUSCADORAS
Imelda, María y Aleida no solo se vieron convertidas en víctimas al perder a sus hijos, sino que también las circunstancias las orillaron a ser madres buscadoras, tres más de las miles que México tiene en la actualidad.
La vida las llevó a tomar palas para cavar la tierra de llanos, desiertos y páramos; varillas para clavar en el suelo en busca del olor a muerte, así como acompañarse en largas y soleadas jornadas, haciendo el trabajo que el gobierno debía hacer por ellas.
Aun con la ausencia física de sus hijos, Imelda, María y Aleida, son ejemplos vivientes del amor maternal que trasciende el tiempo y el espacio, que demuestra que el vínculo entre madre e hijo es inquebrantable, incluso en las circunstancias más desgarradoras y desafiantes.
A pesar de que algunas de ellashan sido amenazadas por su búsqueda, han sido menospreciadas porlas autoridades encargadas de atenderlas como víctimas o han afrontado incluso el escarnio social, nadalas ha detenido para seguir levantando la voz por sus hijos, los quefaltan en casa.
UN NUEVO PROPÓSITO QUE NO PIDIERON
Las circunstancias que unen las historias de Imelda, María y Aleida, son, además de la desaparición de sus hijos por delincuentes, la de la impunidad y la indolencia por parte de quienes debían brindarles justicia.
A pesar de ello, cada una ha experimentado un momento en su dolor, una epifanía, que las ha hecho encontrar un nuevo propósito en la vida a partir de la desaparición de sus hijos y el impacto que esto genera en una familia entera.
Cada una ha logrado encontrar apoyo en otras madres que comparten con ellas el mismo dolor, y en memoria de sus hijos, han encontrado el impulso y la fuerza para levantar la voz y exigir justicia por ellos, los que no pueden.
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