Y el río revivió; a 10 años del Flujo Pulso
Festejan comunidades, ambientalistas, académicos y actores políticos los resultados del flujo que ayudó a recuperar el ecosistema del río Colorado
Con un balance de restauración de 500 hectáreas aledañas al cauce del río Colorado, donde se han plantado 500 mil árboles nativos, se festejó el décimo aniversario del Flujo Pulso, que en 2014 captó la atención internacional en términos de la lucha ambientalista para la restauración de ecosistemas.
Este flujo de agua liberado, conocido como Flujo Pulso, duró alrededor de ocho semanas en la primavera de 2014 y buscaba imitar las inundaciones naturales que solían ocurrir en el delta antes de que la construcción de presas y otras infraestructuras hidráulicas redujeran drásticamente el flujo de agua hacia esta región.
El objetivo fue beneficiar la vegetación ribereña y ayudar en la recuperación de humedales, lo que también impactó positivamente en la fauna local.
Este evento, que replicó las inundaciones naturales que alguna vez fluyeron en la región por la cuenca del río Colorado, ha demostrado ser un punto de inflexión en la recuperación del delta.
Se proyecta que para 2026 se añadirán 200 hectáreas más a este proceso de restauración. Los cinco sitios habilitados para restauración del corredor ripario han visto un aumento del 38% en la diversidad biológica, lo que sugiere que las acciones tomadas han tenido un impacto positivo en la vegetación y la fauna local.
El monitoreo hidrológico y biológico ha sido clave para evaluar el progreso de estas iniciativas, con la identificación de 380 especies endémicas en la región. Además, se han implementado programas educativos y recreativos que permiten a la comunidad participar activamente en la restauración y disfrute de estos espacios.
La colaboración entre organizaciones como Revive el Río, The Nature Conservancy, Pronatura Noroeste, Sonoran Institute, The Redford Center, Restauremos el Colorado y el National Audubon Society, lograron materializar lo que hoy son sitios de restauración de un aspecto boscoso.
El Flujo Pulso ha servido como modelo para futuras iniciativas de restauración, mostrando que es posible abordar las problemáticas ambientales de manera efectiva. Este esfuerzo no solo ha recargado acuíferos, sino que también ha empezado a reconectar a las comunidades con un río que durante años había estado en declive.
El festejo de los 10 años del evento del flujo pulso, se llevó a cabo en el sitio de restauración Miguel Alemán, con mesas de ponentes, eventos artísticos y exposición de los resultados en materia ambiental en la cuenca del río.
Crecer con el río
Diana Isabella Cedillo Castro, estudiante de primer año de preparatoria, recuerda con cariño su experiencia en el Flujo Pulso de 2014, cuando solo tenía cinco años.
“Nos llevaron al lugar donde estaba el agua, y junto con mi mamá fuimos a ver. Me dijeron: ‘Pues métete al agua’, y así lo hice. Ahí jugué con otros niños; fue una experiencia muy bonita”, relató.
Para ella, el evento fue significativo tanto en lo personal como en lo ambiental. A lo largo de los años, Diana ha sido testigo de cómo el área se ha transformado, atrayendo cada vez más especies. “Ha sido muy lindo ver cómo el lugar donde crecí se ha transformado, con más especies aprovechando el espacio”, comentó.
El impacto del Flujo Pulso también influyó en su vocación. “Me ayudó a entender lo que quería hacer y a madurar”, explicó, asegurando que sus experiencias de avistamiento de aves la han guiado a querer estudiar biología, con un enfoque especial en el estudio de las aves.
Finalmente, hizo un llamado a la comunidad para cuidar el entorno: “Es el mundo en el que vivimos, y se está deteriorando. Cuidarlo no solo beneficia al planeta, sino que te cambia a ti y a todo lo que te rodea, impactando tu vida de una forma positiva”.
El sueño de unir el río al mar
Francisco Zamora Arroyo, director senior de Programas de Sonoran Institute, considera el “Flujo Pulso” de 2014 un hito en la restauración del delta del Río Colorado, pues evidenció que, a través de la colaboración binacional y con el apoyo de la sociedad civil, la recuperación de este ecosistema es posible.
“Este esfuerzo nos mostró que tanto México como Estados Unidos podían ponerse de acuerdo para enfrentar un problema ambiental que afecta a ambos países”, señala Zamora Arroyo, quien explica que el proceso, establecido en el acta 319, implicó un año de investigación y planeación para aprovechar al máximo el agua destinada al delta y monitorear su impacto en distintos sitios.
Entre los logros alcanzados, Zamora destaca tres: la visibilización de la colaboración binacional, la efectividad del agua en los sitios de restauración y el beneficio social que el agua en el río genera para las comunidades cercanas.
“El agua llega a los sitios de restauración y tiene un impacto positivo tanto en el medio ambiente como en las comunidades... Lo vimos en 2014 y lo hemos visto en 2021, 2022 y 2024″, comenta. La conexión temporal que se logró en 2014 entre el delta y el Mar de Cortés, aunque breve, demostró que la restauración a largo plazo es viable, sentando las bases para futuras iniciativas.
Zamora también subraya que los esfuerzos recientes han avanzado hacia una mayor eficiencia en el uso del agua, logrando que el río fluya durante más tiempo con menos recursos.
De cara al futuro, su visión es extender los sitios de restauración a lo largo del delta y establecer un corredor ecológico que reconecte a las personas con la naturaleza y mejore su calidad de vida. “Hacemos la restauración pensando en quienes viven en el valle, en quienes dependen de estos recursos o buscan espacios recreativos. Para allá vamos”, concluyó.
El río y los Cucapah
Amelia Chan Díaz, artesana y promotora cultural en la comunidad de Pozas de Arvizu, resalta la importancia del proyecto de restauración en el delta del Río Colorado para las comunidades locales.
La recuperación del río ha permitido la reintroducción de especies nativas de flora en la región, lo cual ha sido beneficioso para su oficio artesanal.
“A nosotros nos ha beneficiado porque antes no había sauces ni álamos, que usamos mucho en nuestras artesanías, junto con el mezquite y la cachanilla”, explica Chan Díaz, destacando que gracias al apoyo de Pronatura y del programa “Revivamos el Río”, ahora disponen de más plantas nativas para su trabajo.
Además de la disponibilidad de estas especies, Chan Díaz destaca el cambio notable en el paisaje. “Nosotros no teníamos esas expectativas de ver los árboles así de grandes... Nunca pensamos ver esto así como está ahora en los sitios de restauración”, comenta, recordando cómo hace una década la región carecía de vegetación y el agua parecía inalcanzable.
La restauración del delta ha permitido que la comunidad se reconecte con la naturaleza y recupere una parte de su legado cultural. “Volvimos a estar en contacto con la naturaleza como lo tuvieron nuestros antepasados; ver de nuevo a estas aves y plantas, que antes no había, nos genera esperanza”, afirma, subrayando el impacto que ha tenido el proyecto para el ambiente y la identidad de la comunidad.
El río como fuente de conocimiento
Jorge Ramírez Hernández, docente del Instituto de Ingeniería y jefe del Centro de Investigación del Agua de la UABC, destacó el impacto del proyecto Flujo Pulso en la restauración del río Colorado y en el espectro académico de la región.
“Nos encargamos de la descarga del agua al río e hicimos la modelación hidráulica para determinar la cantidad y el momento adecuados para no poner en riesgo las tierras de cultivo”, comentó Ramírez.
Este modelo se implementó exitosamente, no solo en la presa Morelos, sino también en otros puntos estratégicos, lo que permitió que el agua llegara a diversas zonas de restauración. En el proceso, participaron estudiantes que llevaron a cabo tesis de maestría y doctorado sobre este tema, contribuyendo a un enfoque más interdisciplinario.
Ramírez Hernández expresó inicialmente escepticismo sobre la viabilidad del proyecto. “No pensé que los árboles tendrían el tamaño que tienen hoy en día y que pudieran haber restaurado un área tan extensa”, admitió. Sin embargo, los resultados superaron sus expectativas.
La colaboración entre instituciones académicas de México y Estados Unidos demostró que, a pesar de las tensiones relacionadas con el uso del agua, los dos países lograron un acuerdo significativo que sirve como ejemplo a nivel mundial en términos de conservación ambiental.
El proyecto no solo ha permitido la restauración ecológica, sino que también ha acercado a los estudiantes a la investigación práctica. “La buena experiencia que se puede lograr muestra que, si la sociedad se organiza, es posible cambiar el paradigma de que el agua solo sirve para las ciudades o las industrias”, concluyó.
Sigue nuestro canal de WhatsApp
Recibe las noticias más importantes del día. Da click aquí