“Nosotros no pedimos ser las víctimas, no pedimos que se llevaran a Kevin”
Los padres de Kevin Moreno, desaparecido en el bar Shots de Mexicali en el 2022, decidieron tomar el rol activo en la búsqueda de su hijo y de otros desaparecidos.

Mexicali, B.C.- Kevin Moreno desapareció después de su jornada laboral en el bar Shots, de Mexicali, la madrugada del 27 de marzo de 2022, justo en su segundo día de trabajo como guardia de seguridad en el antro, enclavado en una exclusiva zona de la ciudad. Las investigaciones hasta el momento han sugerido que su desaparición ocurrió estando dentro de las instalaciones.
Han pasado tres años y su familia sigue sin respuestas. Su madre, Soraya Ana Villarreal, y su padre, Juan Gonzalo Moreno, han transformado su dolor en una lucha, no solo por encontrar a su hijo, sino por ayudar a otras familias en la misma situación.
“Nosotros no pedimos ser víctimas de desaparición”, dice Gonzalo con firmeza. “No elegimos estar aquí, pero nos tocó”.
Kevin tenía 20 años cuando desapareció. Había comenzado a trabajar en el bar apenas dos días antes. Sus padres lo recuerdan como un joven cariñoso, apasionado por el fútbol americano y con grandes planes para su futuro. “Creo que me lo arrebataron en un momento muy significativo para mí”, confiesa su madre.
La angustia de ese día en la mañana, creció con las horas. “Le marcábamos y las llamadas entraban, pero no contestaba. Después del mediodía, ya ningún amigo sabía nada de él”, recuerda Soraya.

La incertidumbre se transformó en una tormenta de mensajes anónimos con amenazas y rumores confusos sobre lo que había ocurrido. “Nos decían de todo, hasta que lo habían usado como fiador de un préstamo. Fue una avalancha de información que nos tomó meses entender”, relata Gonzalo.
Desde aquella madrugada, la búsqueda se convirtió en su prioridad. Sin embargo, además del dolor de perder a su hijo, enfrentaron la indiferencia y revictimización por parte de las autoridades. “No solo fuimos víctimas de la delincuencia, sino también de una autoridad apática, sin capacidad de respuesta inmediata”, señala Gonzalo.
“La autoridad nos revictimizó”
La búsqueda de Kevin, considern, fue entorpecida desde el inicio por la indiferencia de la fiscalía. “En lugar de investigar, nos preguntaban por qué habíamos permitido que nuestro hijo trabajara en un bar”, denuncia Soraya. “Nos llevaron a lugares diciéndonos ‘aquí los tiran’, y en esos primeros seis meses perdimos tiempo valioso sin saber cómo y dónde buscar”.
La experiencia cambió por completo su percepción de la justicia. “Yo creía en la fiscalía como esa gran institución, ese gran aparato poderoso que investigaba y resolvía casos”, admite Soraya. “Pero la realidad nos golpeó. Nos dimos cuenta de que no era así”.
“El Estado permitió esto”
Para la familia de Kevin, la impunidad en su caso no es una casualidad. Denuncian que las desapariciones en Mexicali han sido permitidas por las omisiones de las propias autoridades.
“Desde el primer año fuimos puntuales sobre lo que ocurría en esa zona hotelera: qué grupo operaba ahí y cómo los dejaron seguir”, dice Soraya. “Luego desaparecieron tres jóvenes en una sola noche, después otro y otro más. ¿Cómo es posible que las autoridades no hayan hecho nada?”.
Gonzalo es contundente: “Es indignante que algunos funcionarios justifiquen las desapariciones con la narrativa de ‘seguramente andaban en malos pasos’. Es una forma de autoprotección para convencerse de que a sus hijos no les pasará. Pero Kevin no tenía ningún vínculo con el crimen organizado, como tampoco lo tenían muchos otros jóvenes que han desaparecido”.
De exigir a las autoridades a buscarlos ellos mismos
Con el tiempo, la familia Moreno Villarreal dejó de confiar en las instituciones, y el exigirles que hicieran su trabajo solamente les costaba valioso tiempo. “Queríamos exigirles resultados, pero entendimos que no iba por ahí”, explica Gonzalo. “Decidimos aprender a buscar por nuestra cuenta”.
Así nació la Célula de Búsqueda, un grupo conformado por especialistas en rastreo forense, manejo de drones y binomios caninos. “Lo que empezó como algo pequeño, un curso, una certificación, luego otra y otra, creció hasta convertirse en un equipo con un método y estrategia científica”, comenta Gonzalo.
Han sido ellos, y no la fiscalía ni las comisiones oficiales, quienes han logrado hallazgos significativos en distintos puntos de Mexicali. “No entendemos cómo la Comisión Local de Búsqueda tiene tanto presupuesto si su único trabajo es transportar y alimentar a colectivos”, critica Gonzalo.

“No hay reparación del daño posible”
A pesar de su lucha, saben que encontrar justicia es prácticamente imposible. “Aquí hay detenidos, incluso sentenciados por desaparición forzada, pero nunca admitirán que desaparecieron personas, porque si lo hacen, se convertirían en homicidas”, explica Soraya. “Nos dicen ‘ya tienen una sentencia y una reparación del daño’. Pero no hay reparación del daño posible. Nada puede reparar lo que nos hicieron”.
La familia Moreno Villarreal ha solicitado audiencia con la gobernadora y la alcaldesa de Mexicali, pero nunca han sido atendidos. “Ni siquiera su secretario de Gobierno nos ha recibido”, denuncia Soraya.
Teuchitlán, Los Huesos, colonia Miguel Alemán…
“La misma autoridad minimiza el problema, como en Teuchitlán o lo que ocurrió en el Rancho Los Huesos; recuerdo cuando la fiscal María Elena Andrade Ramírez salió a decir públicamente que se trataba de restos de fauna. Luego, días después, admitió que eran restos humanos. ¿Por qué minimizar los hechos?”, recuerda.
“Nosotros encontramos esos restos, la fiscalía solo tenía que entrar y hacer su trabajo. ¿Y qué hicieron? Nos dieron dos días de cateo y se terminó. Ni siquiera resguardaron el lugar, a pesar de que se hallaron mochilas, celulares, ropa”, compara Soraya con lo ocurrido en Teuchitlán.
Heridas abiertas
“Es muy difícil decirle a una madre que no la puedes ayudar, que te cuenten su historia, que te digan que están fuera de esta ciudad o que están lejos (...) y qué es lo que ocasiona esto, que a veces tenemos de dos a tres salidas de búsqueda en la semana y tenemos que cubrir todo esto con nuestro dinero, el traslado, los alimentos, el tiempo”.
Es muy difícil a una madre que te relata todo su historia y todo lo que tuvo que hacer para llegar a esta ciudad o a Tijuana y negarles la ayuda pues esto nos reubica al inicio de todo y por eso es imposible decirles que no, señala Gonzalo.
“Para el estado todo esto es un costo político, la desaparición forzada es un costo político y eso ha quedado más que evidenciado con lo de Jalisco o lo de Ayotzinapa y ese fantasma empieza a rondar otra vez el centro del país y también en Baja California”.
En su andar, han encontrado algo de consuelo al ayudar a otras familias a localizar a sus desaparecidos. “Hemos entregado restos a sus seres queridos, permitiéndoles tener un cierre”, cuenta Gonzalo, con una voz entrecortada por el llanto que trata de contener. “Pero hay muchos que todavía no lo tienen, y seguimos esperando nuestro propio cierre”.
Expresarlo le cuesta trabajo. La familia de un joven sinaloense, cuyo cuerpo fue hallado en el ejido Netzahualcóyotl, en el valle de Mexicali, el pasado mes de diciembre, les llamó para pedirles un último favor: colocar una cruz en el sitio del hallazgo donde puedan llorarle y recordarlo, además de oficiar una misa pidiendo por el descanso de su alma.
“Eso sin duda nos duele a todos, pero a quien le debería doler más es a un Estado apático que está centrado en politiquerías y en demeritar el trabajo de las madres buscadoras; a ellos no les duelen y mientras el dolor no esté en sus casas o en sus corazones no se va a entender, y es lamentable, porque ellos sí eligieron estar ahí y pelearon por estar en ese puesto público”, señala.
Con dolor, Gonzalo apunta a una reflexión dura pero realista: “Nosotros no pedimos ser víctimas de desaparición. Nunca pedimos que se llevaran a Kevin. No pedimos estar aquí. Pero hay quienes sí eligieron estar en el poder, quienes pelearon por aparecer en una boleta electoral, y el tema de la desaparición forzada tiene un costo político que nadie quiere asumir”.
“Kevin estaría orgulloso de nosotros”
Soraya y Gonzalo han transformado su dolor en conocimiento. “Este aprendizaje no nos lo quedamos para nosotros. Lo compartimos con quien lo necesita”, dice Soraya. “Recibimos llamadas de personas pidiendo ayuda, y aunque a veces es difícil, hacemos lo posible por apoyarlas”.
Saben que encontrar a Kevin es una lucha cuesta arriba, pero no se rinden. “Estoy segura de que Kevin está orgulloso de sus padres”.
A tres años de la desaparición de Kevin, su familia sigue esperando respuestas, tanto como siguen buscando a su hijo. Este jueves por la noche, realizarán una vigilia para recordar que esa herida sigue viva y que el Estado tiene una cuenta pendiente con las víctimas.
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