La vida se disfruta mejor en el mar

El mar siempre ha sido siempre un refugio perfecto para quienes buscan descanso, aventura y momentos inolvidables en compañía de sus seres queridos; las playas ofrecen escenarios espectaculares para disfrutar del Sol, el agua cristalina y la brisa marina.

Durante su tiempo libre, los sonorenses no dejaron pasar la oportunidad de relajarse y vivir experiencias únicas en los destinos más icónicos del estado; desde tempranas horas del día, las playas comenzaron a llenarse de familias y grupos de amigos listos para aprovechar cada instante.

Los paseos en yate fueron una de las actividades más disfrutadas; navegar sobre aguas turquesas, sentir la suave brisa y admirar la puesta de sol en el horizonte convirtió cada recorrido en un momento mágico; no faltaron los brindis a bordo con música de fondo y la compañía perfecta para cerrar el día con una postal inolvidable.

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Torneo de Pádel en Hermosillo

Quienes prefirieron disfrutar desde la orilla encontraron en los restaurantes costeros un deleite para los sentidos; mariscos frescos, ceviches llenos de sabor y cócteles fueron los protagonistas en cada mesa.

Escenario espectacular

San Carlos, con sus impresionantes vistas de cerros que se funden con el mar, ofreció un escenario espectacular para degustar estos manjares; entre platillos y risas, las horas pasaban sin prisa, al ritmo de las olas.

Para los más aventureros, la experiencia no quedó solo en la contemplación; en ensenada, los días de descanso se transformaron en oportunidades para la exploración.

Al caer de cada noche, el ambiente festivo no se hizo esperar en Capri; a lo largo de sus calles, las luces de bares y restaurantes iluminaban el camino de quienes deseaban alargar la velada con música en vivo y buena compañía.

Las vacaciones en las playas fueron, sin duda, una experiencia que recargó de energía a quienes tuvieron la oportunidad de disfrutarlas.

Entre el lujo de los paseos en yate, la delicia de la gastronomía marina y la simple alegría de estar frente al mar, este período de descanso reafirmó lo que todos ya sabían: no hay mejor lugar para reconectar con la vida que en la costa de Sonora.