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El Imparcial / Hermosillo / María Diana Rivera Hernández

"Estoy feliz con mis hijos, con mi familia" , afirma María Diana con orgullo

Cada miércoles María Diana Rivera Hernández y sus hijos, Mariana e Ignacio Román, toman el camión desde su casa en el Poblado Miguel Alemán, para llegar al Centro de Rehabilitación Infantil e Inclusión Infantil Teletón (CRIT), para que reciban sus terapias por la neuropatía muscular que padecen.



Mariana e Ignacio Román, son dos de sus cinco hijos, por quienes lucha cada día, al igual que su esposo Ignacio Ayucalteco Salvador, de 32 años, quien es jornalero en los campos de la Costa de Hermosillo y entra a trabajar antes de las 07:00 horas.



"Mi niña entró al CRIT cuando tenía 2 años. Mi niña al año y medio empezó a caminar y a los 2 añitos ya no caminaba, se caía y se levantaba; noté que no estaba bien, cuando la traje al hospital del DIF me dijeron que agarró un virus en el aire pero le afectó su columna y nervios, por eso me dijeron que tenía que llevarla a terapia", contó.



MOMENTOS DIFÍCILES



A los 7 años la pequeña dejó de caminar y desde entonces está en silla de ruedas.



Ignacio Román al parecer también tiene el mismo problema que Marianita, pues al año comenzó a perder sensibilidad en sus piernas y hoy está en sillas de ruedas. Para tener el diagnóstico certero la familia requiere de 4 mil pesos para hacerle unos estudios.



"Sí ha sido más difícil con él porque tiene 1 año y 8 meses y no se para, no camina, no hace el intento de pararse, no hace esfuerzo en sus piernitas", dijo.



"Gracias a Dios (su esposo) me ayuda a comprar el mandado, siempre me ha apoyado, nunca me ha dejado sola mi esposo, pero como es jornalero pues el trabajo de campo no nos alcanza para pagar las terapias de los niños", precisó.



LO SON TODO



Y es que para María sus hijos lo son todo, por ello cuando Mariana dejó de caminar prefirió dejar de trabajar en el campo para atenderla.



"Hay veces que me pongo triste pero mis hijos me animan a seguir adelante, me dan mucho ánimo, tampoco me puedo caer por ellos; estoy feliz con mis hijos, con mi familia", expresó orgullosa.



Jamás se ha rendido por conseguir el bienestar de sus hijos y es que son su felicidad, es por eso que María a pesar de no contar con todos los recursos afirma que no se rendirá hasta verlos caminar.



Su hijo más grande, de 16 años, estudia la preparatoria y a veces ha pensado en salirse de la escuela porque no les alcanza el dinero.



"Yo le digo que no, que siga echándole ganas. Sale de la preparatoria y se va a trabajar a un super mercado como paquetero", señaló.



Cada miércoles de terapia María sale con sus hijos de casa para esperar el camión del CRIT, pero aun así de contar con ese apoyo, comentó que hace gastos por el taxi o incluso a veces tiene que pagar el camión de La Costa.



Y aunque a veces les llega la desesperación por la falta de recursos, María y su esposo Ignacio se han visto tentados a ya no llevar a sus niños a las terapias, siempre buscan la manera de que no falten a su cita cada miércoles.

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