Muere un sacerdote, nace un héroe: El padre Andrés Avelino dio su vida por defender a los habitantes de San Pedro de la Cueva
Andrés Avelino Flores Quesney era el párroco de San Pedro de la Cueva cuando Pancho Villa y la División del Norte invadieron este poblado.
TERCERA Y ÚLTIMA PARTE
El 2 de diciembre de 1915 el destino haría converger en San Pedro de la Cueva a dos hombres diametralmente opuestos, dos mentes con distintos pensamientos, dos almas con diferentes sentir, dos personas que serían recordadas para siempre por los habitantes de este lugar.
Andrés Avelino Flores Quesney era el párroco de San Pedro de la Cueva cuando Pancho Villa y la División del Norte invadieron este poblado y es uno de los personajes más queridos y recordados de esa historia, pues con su propia vida defendió al pueblo.
María Esther Noriega, cronista municipal de San Pedro de la Cueva, dijo que el padre Andrés Avelino es un verdadero héroe, ya que sin importar que su vida peligrara, atendió las súplicas de las mujeres que le rogaban que intercediera por sus esposos e hijos que serían fusilados injustamente.
Platicó que al ver que el general Villa estaba cometiendo una atrocidad al privar de la vida a personas inocentes, no intercedió una, sino dos y hasta tres veces por los detenidos.
PRIMERA PARTE: San Pedro de la Cueva, el pueblo víctima de Pancho Villa
SUPLICA EN 3 OCASIONES
Tres ocasiones acudió ante el general para pedirle que tuviera piedad y no asesinara a diestra y siniestra, pero a la tercera súplica, Villa acabó con su vida.
A la segunda vez que fue el padre, Pancho Villa le dijo: ‘Si vuelve padrecito, yo lo mato’, pero el padre volvió porque vio que mató a un jovencito de 16 años y a otro de 19, y ya había matado a su papá, ya había matado a su abuelo y eran cinco en la familia.
“Entonces, el padre conmovido no pudo quedarse quieto y fue y se le arrodilló con crucifijo en mano, y le dice: ‘Por piedad, tenga misericordia de mi pueblo. No siga matando, ellos son inocentes’. Y le dice Villa: ‘Mire, padrecito, yo le dije que si volvía, yo lo mataba’. Y sacó la pistola y lo mató”, señaló la cronista.
La saña que Pancho Villa habría descargado en contra de los jóvenes y su familia, reveló María Esther, es que llevaban por apellido Calles, igual que el hombre (Plutarco Elías Calles), que lo había derrotado en Agua Prieta y Hermosillo.
SE INDIGNA EL CORONEL
Conmovido por lo que había sucedido, se dice que el coronel Macario Bracamontes se le enfrentó al líder del Ejército Dorado y le advirtió que con lo que acababa de hacer, quedaría marcado para la historia y afectaría su imagen y la de la división, por lo que ya no permitiría que cometiera más asesinatos, narró la cronista.
“De eso, dieron testimonio los que estaban en la fila de espera de ser fusilados, entre ellos, estaba el papá del padre, que había venido de visita, venía de Nuri (pueblo del Municipio de Rosario) y cuando vio que cayó el padre, él se desmayó al ver morir a su hijo, pero finalmente fue asesinado”, apuntó.
En su relato, la investigadora resaltó que en un escrito que dejó María de Jesús Córdova, una de las viudas sobrevivientes, se dijo que las mujeres huyeron río arriba junto con sus hijos y se dirigieron por el área conocida como La Cañada de la Manteca.
Dejó escrito donde dice que era un lamentar toda la noche. Los niños llorando de frío y de hambre porque desde la mañana habían salido. ‘Nosotros sin hallar qué hacer’, dice, ‘sin ningún hombre que nos pudiera ayudar porque todos estaban presos y sabíamos que otro día iban a morir’”, reveló María Ester Noriega sobre el escrito.
Además de los fusilamientos, saqueos e incendios por todo el pueblo, la cronista comentó que los villistas cometieron violaciones contra mujeres.
VILLA EN LA REVOLUCIÓN
Miguel Ángel Grijalva, doctor en Historia Moderna y Contemporánea de México, dijo que Villa forjó su carrera como militar y su periodo más importante, considerado como de gloria, fue de 1914 a 1916, cuando se hace cargo de la División del Norte, al morir Francisco I. Madero.
“La primera gran derrota para Francisco Villa fue la del Bajío (15 de abril de 1915) y esa primera derrota lo empuja al Norte, lo persiguen hasta Aguascalientes, uno de los lugartenientes de Obregón y ahí lo siguen empujando.
“Empieza ahí a decaer, empieza el Villa en decadencia, que eventualmente nos trae aquí a Sonora.
… la masacre en San Pedro de la Cueva, que es la primera masacre, considero como injusta, en su etapa como revolucionario, y que aparte es contra gente del pueblo”, indicó el académico de la Unison.
SEGUNDA PARTE: VIDEO| “Salpica” a Villa sangre inocente: Sin deberla ni temerla, alrededor de 100 hombres fueron extraídos de sus hogares en San Pedro de la Cueva en 1915
INNECESARIA MATANZA
El investigador e historiador Nicolás Pineda Pablos consideró que era innecesaria la matanza que hizo Villa y su ejército con los pobladores de San Pedro de la Cueva, pues si bien es cierto que ellos fueron quienes les dispararon al confundirlos con gavilleros, se entendió que se habían equivocado.
Se ensañó con un pueblo que yo creo que no era necesario. El pueblo se le había entregado, ya se habían vencido”.
El escritor mencionó que las viudas no pudieron ni enterrar a sus esposos, a sus hijos, a sus hermanos, vecinos o amigos, pues el general había ordenado a los habitantes de Batuc que fueran y sepultaran rápido a los cadáveres, echándolos casi a todos en una fosa común.
La mayoría de los cuerpos quedaron en una sola fosa, en donde hoy se encuentra un mausoleo con una placa que refiere la matanza.
Hoy el pueblo ha “curado” sus heridas y su gente trabaja y se esfuerza por buscar un mejor futuro, pero sin olvidar ese trágico evento que es parte de su historia.
TEODORO BORBÓN
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