Para Armando Ramos sufrir dos derrames cerebrales no le impidió alcanzar el éxito: “La discapacidad más grande es el miedo”
Nada detuvo a Armando Ramos Salazar para terminar su carrera como licenciado en Cultura Física y Deporte.
HERMOSILLO, Sonora.- “La discapacidad más grande que tiene el ser humano es el miedo”, afirmó Armando Ramos Salazar, de 30 años, quien hace más de una década sufrió dos derrames cerebrales que le causaron discapacidad motriz, pero eso no le impidió alcanzar el éxito.
La valentía, perseverancia y las ganas inmensas de vivir, permitieron al joven hermosillense cumplir uno de sus más grandes sueños y terminar su licenciatura en Cultura Física y Deporte, en la Universidad de Sonora.
Armando platicó que desde niño soñaba con ser maestro de educación física, pues siempre le gustaron los deportes y quería enseñar a los demás sus conocimientos, pero jamás se imaginó que la vida le cambiaría por completo.
Cuando tenía 17 años sufrió un derrame cerebral mientras se ejercitaba, causado por un angioma cavernoso que se le desarrolló en el tallo del cerebro y que los médicos diagnosticaron como congénito.
En menos de dos años, tuvo dos derrames cerebrales que le afectaron su capacidad motriz y quedó casi imposibilitado para moverse.
Hubo un momento en que dije: ‘No, ya me pasó esto del derrame cerebral, ya mi vida terminó, ya no voy a estudiar nada. Voy a dedicarme a la rehabilitación solamente y el estudio lo voy a hacer a un lado’”, recordó.
Fueron ocho años de terapia física y rehabilitación.
“Inicié rehabilitación y avancé lo que podía avanzar, hacía ejercicio y ya no avanzaba, me puse a reflexionar. Hice una introspectiva de lo que yo quería y dije: ‘¡No! Quiero terminar mis estudios’.
“Le pregunté a mi madre: ‘¿Cómo la ve usted si dejo la rehabilitación a un lado y me dedico a estudiar?’. – ‘No, pues haz lo que tú quieras y lo que te hace feliz’”, agregó.
EN BUSCA DE UN SUEÑO
“Panchita”, su mamá, fue la primera en apoyarlo y de inmediato acudió a la Universidad de Sonora para averiguar si la discapacidad de su hijo era impedimento para que estudiara la carrera.
Gran sorpresa se llevó Armando al enterarse de que podía estudiar deporte en la Universidad de Sonora y luego de pasar el examen de admisión, se convirtió en el primer alumno con discapacidad motriz que estudiaba la licenciatura en Cultura Física y Deporte.
Mi experiencia fue igual que siempre que comienzas una cosa nueva y no sabes qué va a pasar. Llegué y normal, todos ahí viendo porque nunca se había dado que aquí, en la licenciatura, hubiera alguien con discapacidad física, dado que aquí, todo es del cuerpo.
“Conforme fue pasando el tiempo, se fueron dando cuenta que yo sabía, que estaba aquí porque me gustaba la carrera, que yo no quería venir a perder el tiempo. Se podría decir que yo amaba lo que hacía”, externó.
Así fue como lleno de sueños y esperanzas se ganó el respeto y admiración de sus compañeros, además de sus maestros, quienes le brindaron lo mejor de sí para que Armando lograra salir adelante.
Armando está en proceso de cumplir otro de sus sueños, que es el terminar su maestría y conseguir un trabajo que lo haga sentir independiente y hacer lo que más le gusta: Enseñar educación física.
Está en proceso de terminar su primer cuatrimestre de maestría en Cultura Física y Deporte en la Universidad Contemporánea de las Américas, ubicada en Zitácuaro, Michoacán y las clases las lleva en línea.
Destacó que le gustaría conseguir un trabajo o beca, pues cada cuatrimestre le cuesta más de 8 mil pesos y sus padres lo pagan, situación que le preocupa mucho, pues siente que ya han hecho bastante por él.
Siempre hay que tener una actitud positiva, que es lo que me ayudó a mí. El éxito no llega solo, no va a llegar con quien esté sentado con una sonrisa. ¡No! El éxito hay que trabajar por él, hay que buscarlo, hay que perseguir sus sueños en base a dedicación, constancia y es lo que me ayudó a mí”, expresó.
AGRADECIMIENTO
Una de las piezas clave para que lograra terminar su carrera fue Panchita, su madre. “Esto se lo dedico a mi madre, en primer lugar, ya que ella fue la que estuvo apoyándome, me traía todos los días.
Estaba conmigo ayudándome a escribir las notas porque no puedo escribir”, expresó, “tenía que escribir en mis exámenes y ella compartió un poquito de su tiempo, se podría decir, estar conmigo, porque no cualquier madre hace eso por sus hijos”.
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