Hermosillo: Para Lizbeth tejer es su lugar feliz ¡y también su trabajo!
Sabe hacer crochet desde niña y aunque no era su manualidad favorita cuando nació su primer hijo todo cambió.
HERMOSILLO, Sonora.- El tejido a crochet empezó como un pasatiempo para Lizbeth García, pero desde hace siete años se ha convertido en su lugar feliz y su trabajo de tiempo completo.
La joven de 31 años aprendió a tejer cuando era una niña gracias a su mamá que le enseñaba diversas actividades, pero al principio el tejido no era de su agrado.
Cuando tuvo a su primera hija, a los 20 años, recordó lo aprendido en su niñez e hizo el primer gorrito para su bebé.
Empecé a tejer cuando era pequeña mi mamá era de esas que nunca estaba desocupada, me enseñó a bordar y el tejido era el que menos me gustaba, lo dejé de lado porque no me gustaba y cuando tuve a mi primer hija a los 20 me entró eso y recordé lo que me enseñó mi mamá y empecé a hacer gorritos y lo subí a mis redes sociales”, platicó.
A sus amigas les gustó su trabajo y empezó a recibir pedidos, el primer gorro que hizo para su hija lo vendió pues no era de la talla adecuada. Y encontró en el tejido una fuente de ingreso, pero también de felicidad.
El tejido me encanta, es mi lugar feliz, tejer me relaja, me calma, me encanta y ver la satisfacción en mis clientes cuando entrego un trabajo, es lo máximo y tejer amigurumis es mi cosa favorita”, comentó.
SE CONVIRTIO EN SU FUENTE DE INGRESOS
Desde hace siete años es su fuente de ingreso y Lizbeth creó sus redes “Crochet by Liz” donde comenzó a subir sus creaciones y poco a poco se hizo de más clientas.
Creo que lo importante es que yo nunca dije que no a nada, empecé con gorritos y después una persona me preguntó si podía hacerle un pulpito y así empezó, después de hacer pulpitos me pidieron un oso, un elefante, la clave es que nunca dije que no, porque si yo hubiera dicho que no ahorita seguiría haciendo gorros o no estaría tejiendo”, compartió.
Hace unos meses recibió una invitación de Monicacos para dar clases de tejido y, aunque al principio dudada de si sería capaz de enseñar, su filosofía de nunca decir “no puedo”, la llevaron a dar talleres de tejido para niños y adultos.
CADA VEZ MÁS POPULAR
El tejido a crochet en los últimos años ha cobrado más popularidad, expresó, lo que se pensaba que era una actividad de abuelitas se ha convertido en un arte para hacer desde prendas de vestir a la moda, amigurumis personalizados y un sin fin de piezas.
Entre mis alumnas la niña más pequeña es de diez años y han ido señoras de 63 años, pero todas aprenden y cada quien lleva su ritmo, se puso muy de moda los amigurumis y quieren hacer sus propias figuras y venderlas”, mencionó.
Al ser un trabajo artesanal Lizbeth ha aprendido a no regatear su trabajo, valorarlo y ponerle el precio justo y eso le ha ayudado a que sus clientes lo valoren y lo paguen, pues saben que recibirán un producto hecho a mano y de buena calidad.
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