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VIDEO | “Que me recuerden como la loca de los perros”: Dámaris Acosta

La vecina del Molino de Camou en Hermosillo se ha echado al hombro una pesada carga al cuidar y alimentar a más de 180 perros que no tienen dueño

VIDEO | “Que me recuerden como la loca de los perros”: Dámaris Acosta

HERMOSILLO, Sonora.- “Dios, dame fuerza para afrontar un nuevo día”, es lo que repite cada mañana Dámaris Acosta desde hace ocho años para poder enfrentar una vida dedicada a alimentar y cuidar a más de 180 perros.

Laika y el Capitán fueron los primeros cachorros que junto con su esposo rescató de un panteón en Hermosillo, lo hizo sin pensar en convertirse en una rescatista, pero cuando su esposo falleció, los perros comenzaron a llenar ese vacío que él había dejado.

Cuando muere mi esposo, la depresión, la tristeza y lo que quieras me llevó a acarrear más perros. Y no supe en qué momento, pero empecé a meter perros a lo tonto y cuando menos pensé ya tenía más de 100, 150 perros”, comenta Dámaris, una mujer recia, fuerte, de modales rudos, pero de un gran corazón.

Ella vive en el Molino de Camou, una zona rural a cerca de 20 kilómetros de Hermosillo, su deseo era vivir en un terreno grande con muchos árboles frutales, pero cada espacio de terreno de su casa está ahora ocupada por los perros.

Muchos la conocen como una rescatista, otros creen que su casa es un albergue para perros y le han exigido que se haga cargo de muchos animales sin hogar, pero ella se describe a sí misma como “la loca de los perros”, alguien que quiso ayudar a los animalitos, pero se les salió de las manos.

Una vida dedicada a alimentar y cuidar a más de 180 perros.

SU GRAN COMPAÑERO

Su esposo era un gran amante de los animales y soñaba siempre con tener un patio grande con muchos perros, a diferencia de Dámaris quien quería pocos perros de raza pequeña, pero apoyó la idea de tener muchos perros y cuando tuvieron 15, se mudaron al Molino de Camou.

Esos 15 se convirtieron pronto en 33 y fue cuando se dieron cuenta que cada vez era más difícil conseguir alimento para los animales, por lo que a través de Facebook solicitó apoyo, como lo hacen decenas de rescatistas.

Conoció a personas como Mayté Urquijo, quien al enterarse de su historia la compartió con medios de comunicación y la ayuda llegó, pero también más perros, pues muchas personas le iban a “tirar” camadas de cachorros afuera de su casa.

Como el espacio era grande le abrió las puertas de su hogar a más y más perros, pues creía que con ella iban a tener una mejor vida, alejados de la calle, los maltratos y la indiferencia.

Su esposo, Marco, decía que se iba a morir joven y así fue, el 8 de septiembre de 2018 falleció y dejó a Dámaris sola con 60 perros. Ese vacío, dice, lo buscó llenar con más animales y en menos de un año ya tenía más de 120 perros.

Cada vez que salía y encontraba un perro en la calle, lo recogía para darle una mejor vida; algunas personas le llevaron más con la promesa de apoyarla con comida y esta ayuda después de unos meses dejaba de llegar.

¿Qué estoy haciendo?, ¿qué hice?, pero ya lo había hecho, ya estaban los perros aquí, pero era por lo mismo que no andaba bien de mis facultades mentales. Y se me hizo fácil, meter y meter perros y sí me mantenían ocupada”.

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FUERZAS PARA SEGUIR

Después de pedirle a Dios las fuerzas para un nuevo día, Dámaris se despierta y se levanta de su cama, le pone gotas a una perrita ciega, saca a los más chicos de una jaula a lado de su cama.

Lo bonito es cuando yo los veo bien, cuando estaban enfermos y ya los miro bien, digo ‘valió la pena’. Y si están enfermos y se murieron, pues ni modo, de perdida tuvieron una muerte mejor que en la calle por la indiferencia de la gente”.

Cada día es diferente dice, a veces no tiene alimento para los 180 perros, ya que requiere de cerca de 100 kilos al día. Limpia los desechos, fumiga para evitar la propagación de garrapatas y otros animales.

Les da agua, mientras muchos de ellos se acercan a buscar un poco de cariño.

Después de toda la labor que requieren los perros, Dámaris se sienta a comer y si tiene tiempo coloca piezas de un rompecabezas que empezó a armar hace meses y no ha podido terminar.

La vida de Dámaris está enfocada en los animales, su casa está adaptada para ellos, duerme en la parte de arriba de una litera para evitar que se suban a su cama; su cocina está alta para que los perros la dejen cocinar y comer a gusto.

Con apoyo de algunas personas como Mayté, pudo construir un porche para dar sombra y que los perros descansen, en su patio hay decenas de casas de madera que ella ha construido y de jaulas donde tiene a sus mascotas que requieren un cuidado especial.

De distintas razas, tamaños y edades son los perros que viven en el Molino de Camou con Dámaris Acosta, quien les da alimento y cuidado.

GASTOS Y MÁS GASTOS

Recibe apoyos de alimentos de la gente que la conoce por redes sociales, de una pensión y una vez al mes realiza una jornada llamada “Kolektón” para recaudar croquetas para sus queridos compañeros.

Además del alimento, que para Dámaris es lo primordial, también tiene gastos veterinarios y en ocasiones le habla a Daniel, un joven veterinario que acepta ir hasta el Molino de Camou a revisar a los perros y ofrecerle tratamientos a bajo costo.

Es el único que aceptó venir hasta acá, pero sé que cada vez que viene son mínimo dos mil pesos que no tengo. Me da chance de pagarle después”, comenta.

La mayoría de los perros están esterilizados y de los 180 al menos 140 están disponibles para adopción, pero en vez de disminuir la cantidad de perros que tiene, cada vez sube más.

Soy muy sangrona para darlos en adopción, primero me vas a garantizar que el perro va a estar mejor contigo que conmigo”, se trata de mejorarle la vida, si yo los saco de las calles es para mejorarle la vida”, explica.

Dámaris cree que esta es su labor y misión en esta vida, le tocó cuidar a los perros, pero si pudiera regresar el tiempo, dice, haría las cosas diferentes. Ayudaría a los perros pero de otra forma.

Una vez al mes realiza una jornada llamada “Kolektón” para recaudar croquetas.

AGRADECE ESTAR VIVA

Cree que las cosas fueran diferentes si su esposo viviera, pero a pesar de eso, cada día agradece también que tiene un motivo para levantarse, pues aunque hubo momentos cuando estuvo enferma debido a una erliquia, deseaba morirse, cree que fue una señal para obtener fuerzas para seguir adelante.

Yo todavía estaba muy mal de mi cabeza por la muerte de mi esposo y me quería morir, pero esa enfermedad fue el ‘despabílate, ¿por qué te quieres morir?’, y aquí estoy”.

Su estilo de vida le ha traído problemas con los vecinos, por el olor de los perros, el ruido, platicó, en una ocasión juntaron firmas para correrla de ese lugar, pero ahora han podido convivir en paz y en ocasiones ha recibido ayuda de ellos.

Su deseo es tener un cuarto para ella sola, donde por un momento pueda tomar un respiro y poder armar ese rompecabezas. Aunque el cuarto ya está en construcción, cada ayuda que llega se la destina totalmente a los perros, y es que no puede evitar quererlos tanto.

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