Casa Guadalupe Libre cerrará cuando ningún niño sufra abandono: Fundadoras
Doris Lechuga y Olimpia Salazar señalaron que mientras eso sucede, los menores en condición de calle tendrán un lugar que les brinde protección, amor y seguridad.
Casa Guadalupe Libre abrió sus puertas el 25 de julio de 2001, para ofrecer un hogar a los niños en condición de calle en Hermosillo, el proyecto se puso en marcha con la esperanza de cerrarlo lo más pronto posible, y hoy en día sigue siendo el sueño de todos los que conforman esta casa hogar.
El día que se inauguró Casa Guadalupe Libre, el padre Lance, quien fue la cabeza del proyecto, dijo algo muy bonito, ‘ojalá que un día cerremos Casa Guadalupe’, porque eso significa que ya no tendremos este problema, que no habrá ningún niño en abandono, y esa es la idea principal de este espacio”, mencionó Olimpia Salazar Serrano, primera directora de la institución.
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NARRAN INICIO
La sicóloga, acompañada de Doris Lechuga Abril, otra de las fundadoras de la casa hogar, contaron la historia de cómo decidieron iniciar este proyecto, hace más de 23 años.
Ambas, en los jardines de Casa Guadalupe Libre, se permitieron recordar el momento en que se materializó dicho sueño, por el cual, se ha logrado rescatar de las calles a más de mil niños y adolescentes en condición de vulnerabilidad.
Yo estoy aquí desde el día cero, desde su inicio, su fundación, pero el trabajo empezó mucho antes, por un trabajo de EL IMPARCIAL, precisamente”, comenzó Doris su relato, “sacó un reportaje de los niños en las calles, y la ciudadanía nos quedamos muy sorprendidos”.
”El mismo periódico sacó una convocatoria que llamó ‘Al Rescate de los Niños’ y nos inscribimos muchísimas personas y jóvenes, con el deseo de saber cómo acercarnos a ellos.
Recibimos capacitación todo el año 95 y 96, nos prestaron las instalaciones en EL IMPARCIAL, y apoyados por DIF buscamos cómo acercarnos”, contó.
En ese momento, Doris explicó que el trabajo comenzó con una serie de campamentos ciudadanos para los niños en condición de vulnerabilidad, donde la intención era entender qué situaciones los tenían en las calles y a partir de ahí idear cómo sacarlos de ese lugar.
La sorpresa fue que, aunque esperaban 100 ó 120 niños, llegaron más de 200 menores a dichas actividades, encontrándose con historias totalmente dramáticas y desoladoras, donde el principal factor que afectaba a los menores era el abandono que vivían por parte de sus familias.
”Ahí conocimos la realidad de estos niños, que a pesar de la capacitación que teníamos, o lo que sabíamos que podíamos esperar, nos dejó muy sorprendidas porque eran historias sumamente dramáticas, todas relacionadas a una muy triste situación familiar.
”Pero ahí estuvimos trabajando todo el mes de julio del 96, con diferentes programas que diseñaban estudiantes de Sicología, de diferentes universidades, para poder mantenerlos ocupados; les dábamos juegos, actividades, alimentos saludables, porque lo que queríamos es mostrarles otro mundo y engancharlos a eso”, recordó.
Al ver el cambio que tenían estos menores en un mes, y como todos manifestaban la necesidad de un cambio positivo en sus vidas, los que participaban en el proyecto entendieron que un verano no era suficiente ayuda, sino que se requería mantener el apoyo de manera permanente.
Yo insisto, de que ciudadanía y gobierno atiendan juntos la problemática del menor en condición de vulnerabilidad”, comentó Doris Lechuga Abril, Fundadora de Casa Hogar Guadalupe.
CONTACTO CON MENORES
”En el 97 empecé a trabajar en el Centro de Desarrollo del Adolescente, en Norberto Ortega, era un centro que estableció DIF Hermosillo, junto a la sociedad organizada, que eran Doris y todos nosotros, para el rescate de los niños en circunstancias especialmente difíciles”, continuó Olimpia el relato.
Parte del trabajo era visitar a los niños en situación de calle y brindarle una mejor oportunidad de vida; nosotros los veíamos con el solvente, con el resistol 5000 y con el spray todo el día; se levantaban y empezaban a drogarse, entonces empezábamos a invitarlos, a acercarlos, y cuando llegaban al Centro llegaban a un espacio seguro, donde les decíamos, lo único que tienes prohibido aquí es que entres con droga”, prosiguió.
En el comedor, los niños podían tomar un baño, dormir, desayunar, y luego tomar sus clases.
En ese momento, todos los maestros, educadores, sicólogos y voluntarios que formaban el comedor, también tuvieron que aprender de paciencia, de resignación y de esperanza, porque sacar a los menores de las calles no era un proceso fácil, ni mucho menos rápido.
”Para mí fue sumamente duro entender lo que hacíamos, porque el niño para entrar al Centro necesitaba darnos el bote de thinner o de spray, pero nos decían, ¿Me lo vas a regresar?’, ‘¡Híjole, si no se lo regresabas no volvía!’”, recordó Doris, aún afligida.
”Tener que regresarles la droga para mí fue sumamente duro. Hasta fui con un sicólogo porque sentía que les daba el arma, pero tuve que entender que si no se las daba, no volvían, y lo que queríamos es que vieran, que a pesar de la droga, había un interés genuino en ellos, y un cariño totalmente desinteresado”, manifestó.
UN SUEÑO LOGRADO
Y ese amor fue tan grande, que ya ni para Olimpia, Doris, o todos los que estaban en el proyecto, 10 ó 12 horas al día de actividad con los niños las hacía sentir satisfechas.
Sabían que los peligros de las calles continuaban asechándolos, y por ello buscaron una manera de darles un espacio seguro, donde pudieran radicar 24 horas al día, y la protección, el cuidado, y el amor, fueran permanentes en sus vidas.
“Ahí donde está Soriana Encinas era una alcantarilla gigante que decenas de niños usaban como casa, abajo tenían su guarida, con sus cojines, con su grabadora, era unos niños jugando a la casita, pero en una casita llena de peligros”, explicó Salazar Serrano.
”Tenían un riesgo enorme, porque había falta de higiene, de cuidados a su salud, a cada rato les picaban animales, siempre estaban con heridas, porque era una alcantarilla, punto.
Sabíamos que teníamos que sacarlos de la calle, pero como eran niños que en su mayoría se drogaban, que algunos ya habían tenido relaciones sexuales, no los aceptaban en casas hogares”, señaló.
SURGE MILAGRO
Fue de esa manera que se acercaron al sacerdote Lance Russell Bliven, quien ya tenía un centro llamado Casa Guadalupe Libre A.C., el cual atendía a jóvenes con problemas de drogadicción, contó Doris.
En ese momento, relató, le explicaron al padre la necesidad de atender a estos niños, quienes también sufrían de adicciones, y al ver una buena respuesta de su parte, empezaron a buscar otros apoyos para instalar una casa hogar donde atenderlos.
Y como si se tratara de un verdadero milagro, describió, el Ayuntamiento de Hermosillo aceptó donar un terreno para la creación de esta institución, y Grupo Danone México, dentro de su programa “Construyamos un Sueño”, dio el recurso para crear los cimientos de la casa.
Fue un milagro, porque todos nos alineamos en pro de algo maravilloso, y esa es la importancia, yo insisto, de que ciudadanía y gobierno atiendan juntos la problemática del menor en condición de vulnerabilidad”, expresó Doris convencida.
“Porque fue de esa manera que pudimos abrir, el 25 de julio del 2001, Casa Guadalupe Libre, fue una apertura muy esperada, con un personal maravilloso, entregado, comprometido, que ya tenía el antecedente de trabajar con esa problemática en el Comedor Norberto Ortega, y que tenían un gran amor por los niños que recibíamos”, afirmó.
Ese inicio no fue nada fácil, aceptaron Doris y Olimpia, tenían muchos retos en sus manos, como convencer a los niños de permanecer en un hogar, ayudarlos a superar su adicción, o integrarlos a sus familias.
”Los niños se quedaban porque estaban a gusto”, explicó la sicóloga, “encontraban algo que no tenían en las calles, como cuidado, protección, un abrazo, un consejo, un aliento, pero Casa Guadalupe Libre, como su nombre lo dice, era libre, sin celador, ellos tenían que querer estar aquí.
El día que se inauguró Casa Guadalupe Libre, el padre Lance, quien fue la cabeza del pro- yecto, dijo algo muy bonito, ‘ojalá que un día cerremos Casa Guada- lupe’, porque eso significa que ya no tendremos este problema”, añadió.
Y hoy en día, con más de dos décadas transcurridas, este sigue siendo el principal principio y y objetivo de la casa, aseguraron ambas mujeres, ofrecer a niños en condición de vulnerabilidad la oportunidad de tener protección, amor y seguridad, para hacer de los niños hombres de bien, que puedan hacer una vida estable y segura una vez que se gradúen de la casa.
CASA HOGAR GUADALUPE
Abre sus puertas el 25 de julio de 2001
- El sacerdote Lance Russell Bliven impulsa el proyecto
- El Ayuntamiento de Hermosillo dona el terreno para la construcción de la casa hogar y Grupo Danone México aportó el recurso para los cimientos
- Olimpia Salazar Serrano fue su primera directora
- Se han rescatado a más de mil niños y adolescentes en condición de vulnerabilidad.
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