Encarnan los títeres los sueños de la infancia

Florentino Jaime Quijada abre las puertas de su taller para revelar la magia detrás de los personajes que protagonizan sus historias.

20 de marzo 2025

HERMOSILLO, Sonora.- Madera, hule espuma, tela, plástico. Son infinitos los materiales con los que se puede fabricar un títere, como igualmente infinitas son las historias que son capaces de contar… en las manos correctas.

Florentino Jaime Quijada, maestro jubilado, lleva casi 27 años dedicado al oficio de titiritero -es fundador de Jaime Florentino Cía. Títeres- y para él, las posibilidades a la hora de crear una figura para sus obras infantiles no tienen límites.

El arte de los títeres de alguna manera inconsciente se ha infravalorado, ¿no? Se ve como un arte menor (…) yo me he encargado de darles esa dignidad a los títeres, lo que merecen”.

“Puede partir de un objeto que tú veas, pueden nacer de un poema, por ejemplo. Puede ser también a partir de un texto ya escrito. Y bueno… ¡pues a darle vida a los títeres! A fabricarlos, a ensayar con ellos y ponerles la música, los efectos sonoros. Pueden ser muchas las fuentes de inspiración”, explica respecto a cómo surgen las ideas para sus piezas, desde el taller que ha montado en su propio hogar.

“En el mundo de los títeres son muchas las técnicas. Desde varillas, hilos; de manipulación directa o de mesa. Son muchas las formas en que pueden ser construidos y manipulados. También va a depender de lo que quieras contar, de la historia que quieras ofrecer al público (…) todo va a depender de la forma en que los vayas a mostrar”, agrega.

Mañana 21 de marzo se celebra el Día Mundial del Títere, que en 2003 fue proclamado oficialmente por la Unión Internacional de la Marioneta (Unima) en Atlanta, Estados Unidos. El objetivo es dar a conocer la relevancia de los títeres en la vida cultural de los pueblos del mundo.

El hule espuma es uno de los materiales principales que usa Florentino para diseñar sus títeres. (JULIO CLARK EL IMPARCIAL)

MÁS ALLÁ DEL OBJETO

Yo puedo tener un títere muy bonito, pero si no lo manipulo y no le doy vida bien, pues es un objeto decorativo nada más. Pero cuando tú le das vida y luce y la gente cree que tiene vida ese objeto, ya lograste el propósito”, expresa Florentino acerca de la complejidad de los títeres.

Y es que no se trata solamente de una pieza que cumple una función dentro de un espectáculo, sino que posee una personalidad, una voz y un significado para el espectador; y cumple también el papel de mensajero, especialmente frente a las infancias.

“(Los títeres) Impactan de manera muy positiva, de una manera muy efectiva, porque llama más la atención; le ponen más atención a un títere que a un actor.

“El objeto nomás moviéndose, el niño lo capta. Entonces empieza a imaginar y eso es algo que me gusta mucho del trabajo con títeres, por eso les pongo mucho color, movimiento, sonidos… todo para que atraiga la atención del niño. Es más sencillo enviarles un mensaje, si se trata de valores o lo que quieras, decirles, contarles”, destaca el artista.

El títere es muy bueno porque jala la atención. Y no sólo de chicos, de grandes también. Hay adultos que me dicen: ‘Me volví a sentir niño’. De alguna manera no dejamos de ser niños, pues tenemos esa alma, ese espíritu de juego, de que nos gusta el movimiento”.

SE ENCIENDE UNA “CHISPA”

Egresado de la Benemérita y Centenaria Escuela Normal del Estado de Sonora, Florentino Jaime Quijada se las ha ingeniado para insertar su experiencia pedagógica en su pasión titiritera, y legar así a las nuevas generaciones algo del conocimiento y de la sensibilidad que le ha dotado su oficio.

Y aunque no fue hasta sus casi 30 años de edad cuando decidió dedicarse por entero al mundo de los títeres, desde su infancia surgió esa inquietud creativa en El Encinal, la ranchería perteneciente al pueblo de Bacanora donde nació.

“De niño me gustaba mucho modelar la arcilla en mi pueblo, el ‘caliche’, le decíamos. Y ahí pues me ponía a darle forma. Me gustaba mucho jugar con las raíces, con los palos, todo. De alguna manera tenía esa referencia, pero yo no sabía que existían los títeres. “Entonces, ya como profesor me fui a Cuernavaca, a un diplomado donde nos daban teatro, música, danza, artes plásticas (…) y había un módulo de títeres.

“Y ahí dije yo ‘¡wow, qué padre está esto!’. Vi una obra que se llamaba ‘Amor que vuela y rasguña’ y me quedé encantado. Tenía 26, 27 años entonces, jovencito. Y ahí me encantó; Dejé el teatro de actuación y dije: ‘Esto es lo mío’.

Entre sus títeres más queridos está ‘Bacanorín’, que fue ‘bautizado’ por el público durante un show en el pueblo de Bacanora. (JULIO CLARK EL IMPARCIAL)

LA MAGIA ES REAL

En sus casi tres décadas dedicado al arte de los títeres, Florentino ha vivido innumerables experiencias alrededor del País y del mundo.

Los espectáculos de su compañía son ampliamente valorados a todos niveles, ya que incorporan elementos novedosos gracias a la constante actualización que procura.

De entre los muchos momentos emotivos de los que ha sido testigo, Florentino destaca uno en particular que parece resumir el sentimiento de las infancias hacia los títeres.

En Durango, por ejemplo, fuimos a un festival; ‘Titiritango’, se llama. Andamos en una escuela y tengo el teatrito y un niño se asoma y dice: ‘¡Esto sí es magia!’”, comparte.

Respecto a lo que significan los títeres para él, Florentino expresa que son: “Una manera de vida, una forma de vida, porque me motivan a hacer cosas, me estimulan para hacer lo que sea, aunque no tenga nada que ver con los títeres. Ando motivado en la vida… de alguna manera, siento que los títeres me mueven”.