Asegura sanar con sus manos
Ramón Ávalos Chávez a los 10 años de edad descubrió que tenía el don de la sanación a través de sus manos, luego de comprobar que sus amigos se curaban al sobarlos.
El oriundo de Michoacán llegó a Guaymas en 1949 acompañado de sus padres con el propósito de una mejor calidad de vida y al poco tiempo se casó y después de cinco intentos nació su hijo Pedro, quien le dio dos nietos.
Antes de ser sobador de tiempo completo, trabajó en Petróleos Mexicanos, en la Administración Portuaria Integral de Guaymas, y después emigró en Estados Unidos, donde además de laborar para varias compañías ofrecía sesiones de sanación.
“Desde pequeño me gustaba mucho sobar a mis amigos cuando ellos se lastimaban porque no quería que se fueran a sus casas y me dejaran solo jugando, desde entonces me di cuenta que mis manos tenían el poder de curar”, expresó.
Desde hace 38 años está dedicado de tiempo completo a sobar a niños y adultos con dolores articulares, nervio ciático, meniscos, empachos, anginas, sustos y otros que requieren de doce a 25 personas por día.
“Aquí han venido personas que no pueden caminar por el nervio ciático y después de una sesión salen caminando muy felices y eso me satisface, es por ello que a mis 78 años todavía me mantengo de pie trabajando hasta donde se pueda”, manifestó.
Entre sus anécdotas más preciadas se encuentra la de un niño que entró en sillas de ruedas por un problema en el nervio ciático y tras casi una hora de sesión, el pequeño salió corriendo y gritando que podía caminar.
“Lo único que hago es reacomodar los nervios en el lugar que deben ir, por eso todos mejoran al momento, y mis manos no trabajan solas lo hacen con la ayuda de Dios”, externó.
En su humilde casa situada en el sector Nacionalización del Gofo de California atiende desde las 5:00 hasta las 21:00 horas, de lunes a domingo, con cuotas que no ascienden a los 100 pesos.
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