Trabajan para proteger la reserva
Para que el hombre ame a la naturaleza hay que nacer en medio de ella, por lo menos esto expresan los hombres que trabajan arduamente en la conservación de la Reserva Monte Mojino (ReMM).
La importante labor que realiza Naturaleza y Cultura Internacional (NCI) dentro del área natural protegida, es sin duda un claro ejemplo del valor que debe darse a los espacios que el humano aún no han lastimado con maquinarias para explotar los recursos naturales.
Cuidar las casi 6 mil hectáreas de la ReMM es una tarea difícil para los seis guardaparques que trabajan en el lugar al brindar apoyo a investigadores, mantener alejado el ganado y vigilar los predios; esto con el apoyo y la logística de Lydia Lozano, coordinadora de la ReMM y el resto del personal que participa en la protección de estas tierras.
“Los guardabosques trabajaban en otros predios: Cercando, cuidando el ganado, haciendo lo que cualquier otra persona en un rancho haría” explicó, Lydia Lozano.
Félix García Caballero, de 45 años de edad y Rosario “El Chin” Sauceda Nieblas de 37 años, nacidos en comunidades cercanas a Álamos, son dos de los hombres que dedican sus días a proteger la reserva.
“A mí me contrataron, se compró el primer predio de Palo Injerto, la primera administradora que estaba a mí ya me conocía y me contrató un día que pasó por la comunidad, me dijo que necesitaba alguien que le ayudara para arreglar la cerca y así fue como me contrataron y ahí me fui quedando y hasta ahorita ya tengo siete años”, dijo Félix García.
A los cuatro años de integrarse al equipo fue nombrado guardaparque y coordinador de Operaciones de Campo, es decir, junto a sus compañeros deciden los trabajos de vigilancia y labores de campo.
“Un guardaparque hace vigilancia, que no se cace, que no se tale y todo ese tipo de cosas, y aparte esto de la pajareada” agregó Félix García.
Rosario Sauceda tiene más de un año trabajando en la reserva, y aunque empezó de manera eventual, sus habilidades y conocimientos han permitido que obtenga un lugar especial dentro de la organización.
Pajareros de nacimiento
Para Félix y Sauceda trabajar en la Reserva es una oportunidad de seguir aprendiendo, pero lo más significativo para ellos y para el resto del personal que trabaja en NCI en Álamos, es el “pajareo”, nombre que le dan a la observación de las aves que viven allí.
“Yo creo que en NCI México ha sido una coincidencia que todas las personas que estamos involucradas tenemos una afinidad por la observación de aves, o tenemos historia con la observación y el monitoreo de aves”, expresó Lydia Lozano.
Apoyados por la organización Sonoran Joint Venture con talleres, aportaciones económicas y de equipo, han obtenido guías de aves que sirven para el estudio y conservación de las mismas en la Reserva.
“Al principio se me hacía difícil, bastante difícil, todos los pájaros iguales, pensaba que nunca iba a aprender, la verdad, pero sí como que ya con el equipo y ver turistas que vienen a buscar un pájaro y que lo ven y se alegran, siempre le da ánimos todo eso a uno”, dijo Sauceda.
Usan tecnología
Gracias al esfuerzo de todos ellos, han aprendido a utilizar nuevas tecnologías como cámaras digitales, celulares y grabadoras, esto para facilitar su trabajo de conservación de aves y hacer importantes documentos audiovisuales de la biodiversidad en la zona.
“Al principio para mí fue muy difícil porque ver las aves, las veía como cualquier otra, no les veía diferencia ni nada y hasta que empecé a aprender y a tomar este curso con los de Sonoran Joint Venture.
“Hacíamos salidas al campo por una semana y cuando regresábamos nos ponían a prueba, nos ponían las fotos en una computadora de aves que se había visto y que cada quien pasara y las identificara”, mencionó García.
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